Por Carlos Hernández
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Bien dicen que la grandeza del ser humano se mide por sus acciones y no sólo por sus palabras, y luego del fiasco y la vergüenza mundial que resultó la participación de Donald Trump ante el candidato demócrata Joe Biden en el primer debate presidencial, esto quedó mucho más marcado.
Ante el cobarde acoso, y la ridícula mala educación de Trump de interrumpir cada vez que podía al moderador Chris Wallace y a Biden, el primero sólo mostró su inseguridad, cobardía y prepotencia, mientras que el segundo un señorío como pocos.
La respuesta de Biden ante los ataques sin fundamentos de Trump y sobre todo ante la memoria de su hijo Beau, quien era un veterano y murió de cáncer, sólo mostraron la categórica diferencia de clase y educación entre ambos, pero sobre todo de respeto por todo el pueblo estadounidense.
Por si eso fuese poco, inmediatamente al conocerse la noticia que el republicano y su esposa contrajeron el Covid-19, el mismo que ha encargado de negar su existencia, Biden le dio otra lección de humanidad y moral.
El demócrata le ordenó a su equipo que retirará todos los anuncios televisivos que mostraran lo mal que Trump ha gestionado la pandemia del Coronavirus, como una muestra de respeto a su estado de salud y sobre todo de compasión.
Esto es algo que jamás se verá por parte de Trump, quien es un egocéntrico y un dictador asolapado bajo teorías conspiratorias de lo más ridículas posibles, y sobre todo por el hambre y sed de poder que le agobia a él y a sus secuaces.
Es por ello que las redes sociales y los sitios virtuales de portales de noticias de ultra derecha, desde el viernes se han empeñado en seguir defendiendo lo indefendible, y cambiado su “chip” de que el virus es “fake news”, a que ahora su “amado presidente fue enfermado a causa de China y que ahora ellos deben de pagar por ello”.
Así de patética es la actitud de muchos fanáticos de Trump, quienes se asemejan más a un oscuro culto religioso que a seguidores de una ideología política.
Personalmente, y ante tanta mentira que ha envuelto estos cuatro años de mandato de Trump en la Casa Blanca, no estoy seguro si realmente está enfermo o si es otra de sus “movidas” en su amplio arsenal de bajeza táctica política, ya que muy convenientemente se enferma justo después que su aparición en el debate le dejará muy dañada su imagen pública, sobre todo con los votantes independientes que pueden marcar la diferencia en las elecciones del 3 de noviembre próximo.
Además, otra razón para encerrarse es precisamente para no aparecer más en ningún debate político donde seguramente Biden lo dejaría mal parado una vez más, donde más que nada se hablaría de la farsa de su honestidad en cuanto a sus deberes de pago de impuestos.
La semana pasada, el NY Times reportó que el “multimillonario” Trump no ha pagado impuestos en 10 de los últimos 15 años, y en 3 de los cinco que si los ha hecho sólo ha pagado $750.
Ha desfalcado al IRS con deducciones tan ridículas como $70 mil al año por gastos de corte de pelo y estilitas, sus empresas han pagado doblemente a su hija “Ivanka” por servicios de consultorías millonarias en la Fundación de la que ya era una empleada, sólo por mencionar algunos de los crímenes fiscales.
Así que el repentino contagio de Trump por el Covid-19 puede que se este maximizando más de lo que es, y no sea más que una venta de humo para cubrir una vez más sus fechorías.
Mientras tanto Biden que siga a lo suyo y continúe mostrando con sus acciones que es mucho más hombre y ser humano que su rival.