EEUU envía aviones de combate al Golfo de Venezuela en medio de creciente escrutinio por ataques a embarcaciones

Por Redacción
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De acuerdo con sitios de seguimiento aéreo de acceso público, dos F/A-18 de la Marina estadounidense sobrevolaron el Golfo, una estrecha franja de agua compartida por Venezuela, y permanecieron más de 30 minutos en la zona. Un funcionario del Departamento de Defensa confirmó la operación, descrita oficialmente como un “vuelo de entrenamiento rutinario”, y aseguró que las aeronaves se mantuvieron en espacio aéreo internacional.

El funcionario, que habló bajo condición de anonimato por tratarse de operaciones sensibles, no confirmó si los aviones estaban armados, pero afirmó que la maniobra fue similar a ejercicios anteriores diseñados para demostrar el alcance militar estadounidense y que no tenía intención provocativa.

El vuelo se suma a una serie de movimientos militares estadounidenses en la región durante los últimos meses, que incluyen el despliegue de bombarderos B-52 Stratofortress y B-1 Lancer hacia las cercanías de la costa venezolana. Aunque esos vuelos anteriores patrullaron la zona marítima cercana al país sudamericano, no se habían acercado tanto al territorio venezolano como los F/A-18 que cruzaron el Golfo el martes.

La operación ocurre mientras Washington incrementa su presencia militar en el Caribe y el Pacífico oriental, una expansión que no se veía en décadas. Paralelamente, Estados Unidos ha llevado a cabo una serie de ataques letales contra embarcaciones que considera vinculadas al contrabando de drogas. Desde septiembre, al menos 22 ataques han dejado 87 personas muertas, según cifras confirmadas por las autoridades.

Trump ha defendido públicamente estas acciones, asegurando que representan una escalada necesaria en lo que describe como un “conflicto armado” contra los cárteles que trafican drogas hacia Estados Unidos. También ha adelantado que ataques terrestres “llegarán pronto”, aunque no ha ofrecido detalles sobre los posibles objetivos o su ubicación.

El gobierno de Maduro sostiene que el verdadero propósito de la campaña militar estadounidense es desestabilizar su administración y forzarlo a dejar el poder. Caracas también insiste en que el Golfo de Venezuela es parte del territorio nacional, una afirmación que ha sido cuestionada por expertos legales estadounidenses durante décadas y que alimenta el trasfondo geopolítico de las tensiones actuales.

La intensificación de las operaciones militares ha provocado fricciones dentro del Congreso, donde legisladores de ambos partidos han exigido acceso a los videos sin editar de los ataques realizados contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico. Algunos incidentes, como un ataque secundario que mató a dos sobrevivientes mientras se aferraban a los restos de una lancha bombardeada inicialmente, han elevado las dudas sobre el uso de la fuerza.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, informó a los líderes legislativos que aún evalúa la posibilidad de compartir las grabaciones completas. El martes ofreció una sesión informativa clasificada en el Capitolio junto al secretario de Estado, Marco Rubio, y otros altos funcionarios de seguridad nacional.

Ese mismo día, el almirante Alvin Holsey —quien dirige la campaña para destruir embarcaciones sospechosas de transportar drogas y que pronto dejará el Comando Sur estadounidense— sostuvo reuniones con los líderes republicano y demócrata de la Comisión de Servicios Armados del Senado. Legisladores que han acompañado las operaciones antinarcóticos en la región desde administraciones anteriores afirman que la escala y letalidad de los ataques actuales requieren una supervisión reforzada.

Mientras tanto, plataformas de rastreo como Flightradar24 confirmaron que los F/A-18 fueron los aviones más seguidos del mundo en tiempo real durante su operación en el Golfo, lo que refleja la atención global que generan las tensiones entre Washington y Caracas.

Las autoridades venezolanas reiteraron que cualquier incursión en el Golfo —considerado por su país como aguas interiores— representa una violación territorial. Estados Unidos, sin embargo, recalca que la operación se mantuvo estrictamente en espacio aéreo internacional y que la zona no es reconocida como territorio venezolano por la comunidad jurídica estadounidense.

La más reciente maniobra militar subraya el frágil equilibrio que se desarrolla en el Caribe, donde vuelos, despliegues navales y ataques contra embarcaciones sospechosas continúan marcando el ritmo de un conflicto no declarado. Aunque la administración Trump ha sostenido que su misión se enfoca exclusivamente en frenar el tráfico de drogas, Caracas insiste en que el trasfondo es político y que su gobierno es el objetivo central de la presión militar estadounidense.

La combinación de movimientos militares, presión interna en Washington y la ausencia de claridad sobre los próximos pasos en la estrategia estadounidense aumenta la incertidumbre regional. Analistas coinciden en que los vuelos de combate, incluso si se describen como rutinarios, elevan el riesgo de incidentes que puedan escalar rápidamente ante cualquier malinterpretación o maniobra inesperada.

Con la región en constante vigilancia y la relación entre ambos gobiernos marcada por desconfianza mutua, la operación de los F/A-18 en el Golfo de Venezuela se convierte en un nuevo punto de tensión que podría influir en las decisiones militares y diplomáticas que se tomen en las próximas semanas.