Por Carlos Hernández
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El sistema electoral de Estados Unidos, conocido por su singularidad y complejidad, ha sido objeto de debate desde su creación.
En el corazón de este sistema se encuentra el Colegio Electoral, un mecanismo que determina quién será el presidente y vicepresidente del país, y a medida que se aproximan nuevas elecciones, resulta esencial que los ciudadanos comprendan cómo funciona este sistema para poder ejercer su voto de manera informada.
ORIGEN Y RAZÓN DE SER DEL COLEGIO ELECTORAL
El Colegio Electoral fue establecido en 1787 durante la Convención Constitucional de Filadelfia, como un compromiso entre la elección directa del presidente por parte de los ciudadanos y la selección por el Congreso.
Los Padres Fundadores crearon este sistema con la intención de equilibrar el poder entre los estados grandes y pequeños, y evitar que las regiones más pobladas tuvieran un control desproporcionado sobre el proceso electoral.
En palabras de Alexander Hamilton en “El Federalista No. 68”, el Colegio Electoral proporcionaría un proceso en el que “el sentido del pueblo operará en la elección, pero no desde un tumulto inmediato”.
En el contexto actual, Robert Shapiro, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia, afirma que “el Colegio Electoral es una de las instituciones más antiguas y controvertidas del sistema político estadounidense. Su intención original era proteger los intereses de estados más pequeños, pero ha generado una serie de complicaciones y desigualdades con el paso del tiempo”.
COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
El Colegio Electoral está compuesto por 538 electores, distribuidos entre los estados y el Distrito de Columbia en función de su representación en el Congreso.
Es así como cada estado tiene tantos electores como miembros tiene en la Cámara de Representantes y el Senado.
Por ejemplo, California, el estado más poblado, cuenta con 54 electores, mientras que estados menos poblados, como Wyoming, tienen solo 3 electores.
Para hacerlo más complejo, en las elecciones presidenciales los ciudadanos no votan directamente por un candidato, sino por un grupo de electores que están comprometidos a votar por ese candidato en el Colegio Electoral.
“Este sistema no es ni una elección directa ni completamente indirecta, lo que lo convierte en un híbrido único en la democracia moderna”, explica John C. Fortier, Director del Democracy Project en el Bipartisan Policy Center.
EL PROCESO
El día de las elecciones generales, que tiene lugar el primer martes después del primer lunes de noviembre, los votantes de cada estado emiten sus votos para elegir al presidente y vicepresidente.
En la mayoría de los estados, se utiliza un sistema de “winner-take-all”, lo que significa que el candidato que obtenga la mayoría de los votos populares en ese estado recibe todos los votos electorales.
Por ejemplo, si el 51% de los votantes de Florida apoya a un candidato, ese candidato recibe los 30 votos electorales de Florida, y el que tiene el 49%, ninguno.
Cabe mencionar que solo Maine y Nebraska utilizan un sistema de distribución proporcional de los votos, donde algunos votos electorales se asignan según los resultados por Distrito Congresional.
Tras la elección, los electores se reúnen en sus respectivos estados el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre para emitir sus votos.
Estos votos son enviados al Congreso, donde se cuentan oficialmente a principios de enero.
El candidato que reciba la mayoría absoluta de los votos electorales, es decir, al menos 270 votos, gana la presidencia.
Sin embargo, este proceso no siempre ha reflejado la voluntad popular.
En varias ocasiones, el candidato que ha ganado el voto popular a nivel nacional no ha ganado la presidencia debido al sistema del Colegio Electoral.
Esto ocurrió en las elecciones de 2000, cuando George W. Bush ganó la presidencia a pesar de que Al Gore obtuvo más votos populares, y en 2016, cuando Donald Trump fue elegido presidente a pesar de que Hillary Clinton, también había ganado el voto popular por más de tres millones de votos.
Este fenómeno ha alimentado el debate sobre la legitimidad del Colegio Electoral.
“El hecho de que un candidato pueda ganar sin tener el apoyo mayoritario de los votantes resalta las fallas en el diseño del Colegio Electoral”, comenta Luis Fraga, Director del Instituto de Estudios Latinos y Catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Notre Dame.
LOS ELECTORES Y LOS “VOTOS DESVIADOS”
Una característica importante, pero controvertida, del Colegio Electoral es que, en teoría, los electores no están legalmente obligados a votar por el candidato que ganó el voto popular en su estado.
Si bien la mayoría de los electores sigue el mandato del voto popular, existen casos de votos desviados (“faithless electors”), donde los electores votan por un candidato diferente.
Aunque estos casos han sido raros, han generado inquietudes sobre la fidelidad del sistema.
En 2020, la Corte Suprema dictaminó que los Estados pueden promulgar leyes para exigir que los electores sigan el voto popular de su estado, lo que busca evitar el problema de los votos desviados en el futuro.
“El fallo de la Corte Suprema refuerza el principio de que los electores deben representar fielmente la voluntad de los votantes”, explica Joshua Douglas, Catedrático de Derecho en la Universidad de Kentucky.
CRÍTICAS Y REFORMAS
El Colegio Electoral ha sido objeto de críticas desde su creación.
Una de las principales quejas es que otorga un peso desproporcionado a los estados pequeños y menos poblados.
“Este sistema puede distorsionar la voluntad del electorado,” afirma Laura Pérez, analista política, “ya que algunos estados juegan un papel desproporcionado en la elección, mientras que en otros el resultado parece predeterminado.”
Por ejemplo, un voto en Wyoming tiene mucho más peso en términos de representación electoral que un voto en California.
“Esto crea un desequilibrio en el que l@s ciudadan@s de los estados más pequeños, tienen una mayor influencia sobre el resultado final de las elecciones presidenciales”, afirma Shapiro.
Además, el sistema fomenta que los candidatos concentren sus campañas en unos pocos estados indecisos o swing states, como Florida, Pensilvania y Ohio, mientras que estados con tendencias políticas más claras reciben menos atención.
“En lugar de centrarse en los intereses de todo el país, los candidatos tienden a enfocar sus políticas y campañas en los estados que determinarán la elección”, comenta Fortier.
A lo largo de los años, se han propuesto varias reformas al Colegio Electoral.
Una de las más comunes es la abolición del Colegio Electoral en favor de un sistema de voto popular directo.
Los defensores de esta reforma argumentan que un sistema de voto popular sería más justo y reflejaría mejor la voluntad del electorado, sin embargo, eliminar el Colegio Electoral requeriría una enmienda constitucional, un proceso complicado que necesita la aprobación del Congreso y de tres cuartas partes de los estados, algo que hasta ahora no ha sido políticamente viable.
Otra propuesta es el Pacto Interestatal del Voto Nacional Popular, un acuerdo entre varios estados para otorgar sus votos electorales al candidato que gane el voto popular nacional, independientemente del resultado en sus propios estados.
Hasta ahora, el pacto ha sido adoptado por estados que representan 196 votos electorales, pero solo entrará en vigor si es aprobado por estados que sumen un total de al menos 270 votos electorales.
TRES PODERES CLAVES
El funcionamiento del sistema electoral no puede entenderse completamente sin un conocimiento de los tres poderes del gobierno: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Estos tres poderes están diseñados para equilibrarse entre sí y prevenir la concentración de poder en una sola rama del gobierno.
• Poder Ejecutivo: Encabezado por el presidente, su principal responsabilidad es ejecutar y hacer cumplir las leyes aprobadas por el Congreso. Además, el presidente actúa como comandante en jefe de las fuerzas armadas y tiene el poder de veto sobre la legislación.
• Poder Legislativo: El Congreso de Estados Unidos, compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes, es responsable de hacer las leyes.
El Senado está compuesto por 100 miembros (dos por cada estado), mientras que la Cámara de Representantes tiene 435 miembros, distribuidos según la población de cada estado.
• Poder Judicial: Encabezado por la Corte Suprema, el poder judicial tiene la responsabilidad de interpretar las leyes y asegurarse de que se ajusten a la Constitución.
La Corte Suprema puede anular leyes que considere inconstitucionales, actuando como un contrapeso frente a los otros dos poderes.
LA RELACIÓN ENTRE LOS PODERES Y EL COLEGIO ELECTORAL
El Colegio Electoral está directamente relacionado con el Poder Ejecutivo, ya que determina quién ocupará la presidencia, la figura más destacada del poder ejecutivo. Sin embargo, los otros dos poderes también juegan roles clave en el equilibrio de la democracia estadounidense.
El Congreso tiene la facultad de certificar los resultados del Colegio Electoral, y en caso de que ningún candidato obtenga la mayoría de los votos electorales, la Cámara de Representantes elige al presidente.
IMPLICACIONES PARA LOS VOTANTES
Para l@s votantes, el Colegio Electoral significa que su voto cuenta más a nivel estatal que a nivel nacional.
En los estados que tradicionalmente apoyan a un partido, l@s votantes pueden sentirse desmotivados, ya que creen que su voto no alterará el resultado.
En cambio, en los estados péndulo o “swing”, cada voto puede ser decisivo.
“L@s votantes en los estados competitivos tienen un papel desproporcionado en el resultado de las elecciones, lo que crea una situación en la que los intereses de unos pocos estados son priorizados sobre los de la mayoría”, explica Fraga.
Es así como el Colegio Electoral sigue siendo un componente fundamental del sistema electoral estadounidense, pero también es una institución que genera profundas divisiones.
A medida que el país se prepara para futuras elecciones, el debate sobre la validez y la equidad del Colegio Electoral seguramente continuará, y si bien algunas propuestas de reforma han ganado tracción, el futuro de este sistema sigue siendo incierto.
Como concluye Douglas, “el Colegio Electoral es un sistema que ha funcionado durante más de dos siglos, pero a medida que la democracia estadounidense evoluciona, también lo debe hacer su sistema electoral”.