Por Redacción
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El descubrimiento de pequeños puntos rojos en el espacio ha desconcertado a los astrónomos, desafiando lo que la ciencia sabe sobre la formación de galaxias.
Detectados por el telescopio espacial James Webb, estos objetos parecen haberse formado hace aproximadamente 12.000 millones de años, poco después del Big Bang, que ocurrió hace 13.800 millones de años. Sin embargo, sus características han dado lugar a un debate en la comunidad científica sobre su verdadera naturaleza.
Los científicos los han llamado “pequeños puntos rojos” debido a su brillo en el espectro rojo. Aunque estos objetos parecen ser pequeñas galaxias con un tamaño de aproximadamente el 3% del diámetro de la Vía Láctea, contienen miles de millones de estrellas, lo que resulta desconcertante para los astrónomos. Otra posibilidad es que se trate de galaxias que albergan agujeros negros supermasivos, un tipo de formación que no se ha observado en galaxias cercanas.
“Los pequeños puntos rojos provienen de distancias tan lejanas que se ven muy débiles”, explica Mario Hamuy, astrónomo y profesor de la Universidad de Chile. “Tienen tamaños típicos de unos 3.000 años luz de diámetro y un color muy rojo, lo que se debe a que la luz que emiten ha sido enrojecida por la presencia de granos de polvo en su entorno”. Este fenómeno, conocido como “enrojecimiento”, es común en objetos astrofísicos distantes debido a la interacción de la luz con el polvo cósmico.
A diferencia de los telescopios de uso doméstico, el telescopio James Webb es capaz de captar la luz de objetos extremadamente distantes en el universo, analizando la energía que emiten a través de diferentes espectros de luz. Cuando el James Webb se enfocó en los puntos más lejanos del universo, detectó estas señales de los “pequeños puntos rojos”, que presentaban características que no habían sido vistas antes.
Dependiendo del espectro con el que se los observe, estos objetos parecen tener características diferentes. Hamuy compara esto con la manera en que una imagen de la mano puede verse distinta si se toma en rayos X o en luz visible. En el primer caso, se ven los huesos, mientras que en el segundo se ve la piel. “Los pequeños puntos rojos no son la excepción. Según qué ventana del espectro utilices, verás distintas regiones internas del objeto”, explica.
Estos pequeños puntos rojos, como otros objetos del universo temprano, existieron hace miles de millones de años, y la luz que emitieron ha viajado a través del espacio hasta que finalmente fue detectada por el telescopio James Webb. En algunos análisis, presentan características de una galaxia con millones de estrellas, mientras que en otros parecen albergar un agujero negro supermasivo.
La astrofísica Begoña Vila, ingeniera de instrumentos de la NASA, explica que estas galaxias no se observan en el universo cercano. “Fue algo que surgió en esa época temprana, que duraron por cierta cantidad de tiempo y que ahora no vemos”, dice Vila. Inicialmente, se pensaba que eran otro tipo de objetos, pero ahora se sabe que son galaxias, lo cual es emocionante para la comunidad científica.
La existencia de estos puntos rojos plantea dudas sobre los modelos actuales de formación de galaxias. Uno de los aspectos sorprendentes es la cantidad de estrellas que podrían contener en un espacio relativamente pequeño. Fabio Pacucci, astrofísico del Instituto Smithsoniano de EE.UU., compara esta concentración de estrellas con colocar a toda la población de China en una habitación. “Los modelos que existen sobre la formación de galaxias explican bien lo que tenemos a nuestro alrededor, las galaxias cercanas, pero ya están indicando que necesitan modificaciones para este universo temprano, para estas galaxias”, sostiene Vila.
Si se confirma que los pequeños puntos rojos son galaxias que albergan un agujero negro supermasivo, los científicos tendrán que reconsiderar sus teorías sobre la formación de estos objetos en las etapas tempranas del universo. Sin embargo, esto no significa que las grandes teorías, como la del Big Bang, estén equivocadas. “El Big Bang sigue perfecto, no hay problemas”, aclara Vila. Los modelos actuales están basados en los datos conocidos hasta ahora, y el universo temprano claramente tiene sorpresas que el telescopio Webb está ayudando a descubrir.
Desde que se identificaron los pequeños puntos rojos y se descubrió su cambio de apariencia, los científicos han continuado sus estudios para entender mejor de qué se trata. Se espera que en los próximos años se desarrollen teorías más precisas que expliquen qué son estos objetos y cómo se formaron. “Tal vez la respuesta más adecuada no es definir si son galaxias con millones de estrellas o agujeros negros supermasivos. Puede ser un poquito de ambas teorías”, comenta Vila.
Además, los pequeños puntos rojos podrían ayudar a los científicos a comprender mejor la formación del universo en sus etapas más tempranas.
“Lo más sorprendente es que los pequeños puntos rojos son muy abundantes”, señala Hamuy. Si se tratara de galaxias activas, excederían en un factor de 10 a los cuásares detectados por métodos tradicionales. “En cualquier escenario, los pequeños puntos rojos resultan cruciales para comprender la formación temprana de las galaxias”, concluye Hamuy.
Este descubrimiento representa un avance importante en la comprensión del universo temprano y desafía a los científicos a reevaluar los modelos de formación de galaxias. Mientras continúan los estudios y observaciones, los pequeños puntos rojos seguirán siendo un tema de gran interés y debate en la comunidad astronómica.