
Por Redacción
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Tras cinco semanas en el hospital debido a una neumonía grave, el papa Francisco regresó este domingo al Vaticano, luciendo visiblemente debilitado y con tubos nasales para recibir oxígeno suplementario.
El pontífice de 88 años fue transportado en un convoy que ingresó a la Ciudad del Vaticano por la Puerta Perugino. Durante el trayecto desde el hospital Gemelli, hizo una breve parada en la basílica de Santa María la Mayor, un lugar de especial devoción para él, aunque no se confirmó si descendió del vehículo.
Antes de abandonar el hospital, Francisco apareció en el balcón de la entrada principal en silla de ruedas, saludando a la multitud y levantando el pulgar. “¡Veo a esta mujer con las flores amarillas! ¡Brava!”, exclamó con voz cansada antes de hacer la señal de la cruz y regresar al interior.
El Vaticano y los fieles católicos recibieron con alivio su regreso, tras semanas de incertidumbre sobre su estado de salud. “Hoy siento una gran alegría”, expresó Rossella Russomando, una médica que se encontraba en el hospital Gemelli. “Es la prueba de que todas nuestras oraciones han sido escuchadas”.
Recuperación y cuidados en el Vaticano
Francisco continuará su recuperación en la Domus Santa Marta, donde contará con atención médica constante y acceso a oxígeno suplementario. Aunque su neumonía ha sido tratada con éxito, deberá seguir tomando medicación para una infección fúngica en los pulmones y continuará con fisioterapia respiratoria y física.
A pesar de su estado, el papa no tendrá arreglos especiales en su residencia y se espera que, con el tiempo, pueda retomar sus actividades normales.
Una enfermedad que puso en riesgo su vida
El papa, quien tiene antecedentes de enfermedad pulmonar y a quien se le extirpó parte de un pulmón en su juventud, fue ingresado el 14 de febrero tras complicaciones por bronquitis. Inicialmente, los médicos detectaron una infección respiratoria compleja de origen bacteriano, viral y fúngico, que evolucionó en neumonía en ambos pulmones.
Durante su hospitalización, presentó anemia, plaquetas bajas y signos de insuficiencia renal, que fueron tratados con transfusiones de sangre. Su situación se agravó el 28 de febrero, cuando sufrió una crisis respiratoria tras inhalar vómito, lo que requirió ventilación mecánica no invasiva. En los días siguientes, experimentó dos episodios respiratorios adicionales, en los que los médicos tuvieron que drenar manualmente grandes cantidades de moco de sus pulmones.
Aunque nunca fue intubado ni perdió el conocimiento, Francisco enfrentó momentos críticos. “Hubo un momento en que muchos temieron que no lo lograría”, confesó Mario Balsamo, propietario de una cafetería cercana al hospital. “Hoy estamos felices de verlo de regreso”.
Perspectivas y agenda incierta
El doctor Sergio Alfieri, quien coordinó su tratamiento, reconoció que Francisco estuvo en riesgo en dos ocasiones y que, en esos momentos, perdió su habitual sentido del humor. “Cuando le preguntamos cómo estaba y respondió: ‘Sigo vivo’, supimos que estaba mejorando”, relató.
Si bien el papa ha mostrado signos de recuperación, su voz sigue afectada y su movilidad es limitada. No se ha confirmado su participación en eventos próximos, como una audiencia con el rey Carlos III el 8 de abril o las celebraciones de Pascua. También está en duda su viaje a Turquía en mayo para un evento ecuménico.
Francisco regresa en plena celebración del Año Santo 2025, que espera atraer a más de 30 millones de peregrinos a Roma. A pesar de su ausencia en algunas audiencias del Jubileo, el Vaticano asegura que esto no ha afectado la afluencia de fieles.
El domingo, el papa apareció en vivo por primera vez desde su hospitalización, bendiciendo a los presentes en la Plaza de San Pedro. Su hospitalización ha sido la segunda más larga de un pontífice en la historia reciente, solo superada por los 55 días que pasó san Juan Pablo II en el hospital en 1981.