Por Redacción
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Florida se prepara para eliminar la exigencia de vacunas obligatorias para los niños en edad escolar, una medida que marca un cambio radical en las políticas de salud pública del estado y que ha desatado una ola de críticas desde la comunidad médica y sectores políticos. El anuncio fue realizado por el cirujano general Joseph Ladapo, quien comparó los mandatos de vacunación con la “esclavitud”, generando una fuerte reacción a nivel nacional.
Durante décadas, las vacunas infantiles han sido consideradas un pilar de la salud pública en Estados Unidos. Han contribuido a erradicar enfermedades como la poliomielitis, reducir en un 90% las infecciones crónicas de hepatitis B y eliminar brotes de sarampión, paperas y rubéola en la región. Sin embargo, la decisión de Florida se suma a un giro más amplio dentro del Partido Republicano, que ha adoptado con mayor fuerza una narrativa centrada en la “libertad individual” frente a las regulaciones sanitarias.
La medida de Florida y su trasfondo político
Joseph Ladapo, médico estadounidense-nigeriano nombrado en 2021 por el gobernador Ron DeSantis, ha estado en el centro de la controversia desde el inicio de su gestión. Durante la pandemia de covid-19, desafió recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) al minimizar el uso de mascarillas y cuestionar la efectividad de las vacunas. En 2023, incluso permitió que niños sin vacunar asistieran a la escuela en medio de un brote de sarampión, contradiciendo las directrices federales.
En su más reciente anuncio en Tampa, Ladapo volvió a desafiar a la comunidad científica al afirmar que los mandatos de vacunación son comparables a la esclavitud. Su postura refleja un discurso político en sintonía con DeSantis y con el expresidente Donald Trump, quienes han hecho de la oposición a las restricciones sanitarias un eje de su estrategia.
La decisión no se limita a las vacunas contra la covid o la influenza, que ya habían sido objeto de debate, sino que se extiende a inmunizaciones históricas como la MMR (sarampión, paperas y rubéola), la polio y la hepatitis B, que por décadas han sido requisitos para asistir a la escuela.
Expertos en salud advierten que el cambio podría tener consecuencias graves. Según estimaciones de los CDC, las vacunas infantiles previenen alrededor de 20 millones de casos de enfermedades y decenas de miles de muertes al año en Estados Unidos. En Florida, el éxito de las campañas de vacunación había sido tal que los brotes de enfermedades prevenibles prácticamente habían desaparecido.
El anuncio de Ladapo coincide con movimientos a nivel federal impulsados por Robert Kennedy Jr., designado por Trump como titular del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS). Kennedy, un crítico abierto de las vacunas, ha reestructurado el organismo, destituido a líderes de los CDC y reemplazado al Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP), lo que ha generado renuncias y protestas dentro de la comunidad médica.
Reacciones médicas y políticas frente al anuncio
La comunidad científica reaccionó de inmediato. La Academia Estadounidense de Pediatría reiteró que las vacunas infantiles son esenciales para prevenir enfermedades graves y potencialmente mortales. Entre las inmunizaciones recomendadas se encuentran la MMR, la vacuna contra la varicela, la difteria, el tétanos, la tos ferina, la polio y la hepatitis. Los pediatras insisten en que los beneficios superan con creces los riesgos y que el abandono de los mandatos podría revertir décadas de avances.
Los expertos advierten que sin una cobertura masiva, enfermedades erradicadas podrían regresar. La polio, que en los años cincuenta provocaba cientos de casos de parálisis cada año en Estados Unidos, es uno de los ejemplos más citados. La Organización Mundial de la Salud ha advertido que incluso pequeñas reducciones en las tasas de vacunación pueden desencadenar brotes a gran escala.
En el terreno político, la medida se percibe como un nuevo paso de DeSantis para afianzar su imagen como defensor de la “libertad personal” frente a lo que él describe como imposiciones del gobierno federal. La narrativa ha calado en buena parte de la base republicana, que según encuestas se opone mayoritariamente a la obligatoriedad de las vacunas y otras medidas de salud pública.
Sin embargo, los críticos sostienen que la decisión pone en riesgo a los sectores más vulnerables de la población, en particular a los niños y a las personas con sistemas inmunitarios comprometidos. El excongresista demócrata David Jolly fue uno de los primeros en responder con dureza. “El próximo gobernador podrá despedir a este tipo”, escribió en redes sociales, en referencia a Ladapo.
A nivel nacional, el debate se intensifica. La administración federal de Trump ha apoyado medidas que limitan el poder de organismos como los CDC, reduciendo su capacidad para emitir lineamientos independientes. Al mismo tiempo, médicos y funcionarios de salud pública alertan sobre el impacto que estas políticas podrían tener en la confianza ciudadana hacia las vacunas y, en última instancia, en la seguridad sanitaria del país.
Hasta el momento, ni la oficina del gobernador DeSantis ni el Departamento de Salud de Florida han respondido a las solicitudes de comentarios sobre la eliminación de los mandatos de vacunación. Lo que está claro es que la medida no solo redefine la política de salud en Florida, sino que se convierte en un símbolo de la polarización que atraviesa al país entre ciencia, política y libertades individuales.
