Inmigrantes en Virginia enfrentan el dilema entre esconderse por miedo a ICE o recibir ayuda alimentaria

Por Redacción
Redaccion@latinocc.com

“Nos ayuda mucho porque la comida hoy está carísima”, cuenta Alicia Vásquez, mientras espera su turno. “En una bolsita se van hasta doscientos dólares en la tienda y con esto nos ayudamos bastante”.

Estas jornadas, organizadas por activistas y organizaciones no gubernamentales desde hace años, se han visto interrumpidas por el miedo. Las recientes redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EE.UU. (ICE) bajo la administración del presidente Donald Trump han generado pánico en esta comunidad, lo que ha reducido drásticamente la asistencia a los puntos de distribución.

Brenda, una inmigrante guatemalteca, recuerda que durante semanas nadie quería salir de casa. “Incluso hubo un tiempo que la gente ya no vino a traer comida porque decían que iban a haber redadas”, explica. Ella misma dejó de acercarse por miedo a ser detenida.

El condado ha intentado mitigar la crisis ofreciendo asesoría legal, servicios médicos móviles y campañas informativas para distinguir a la policía local de los agentes de inmigración federal. “La policía aquí ha ayudado mucho explicando que no son ICE, mostrando sus uniformes y ayudando a distribuir alimentos”, dice John Cano, del Centro de Ayuda y Asistencia Legal.

Sin embargo, Cano advierte que las tácticas han cambiado. “Ya no tocan puertas. Esperan a que la gente salga rumbo al trabajo, a la parada del autobús o al carro”. Según Cano, unas 40 personas han sido detenidas en la zona. “Muchos están siendo arrestados solo por ser indocumentados”, lamenta.

Un hondureño en la fila, que pidió no revelar su identidad, dice que lleva cinco años en EE.UU. trabajando en jardinería y restaurantes. Recientemente perdió su empleo, pero logró encontrar algunas horas cortando vegetales.

El impacto del miedo también se extiende a los niños. Damaris, otra madre hondureña, confesó haber considerado no enviar a sus hijos a la escuela por temor a redadas. “Pero vienen las cuentas, la renta y muchos gastos”, señala. “Uno sale a trabajar encomendándose a Dios”.

Alicia Vásquez, con su bolsa de comida en mano, lanza una crítica contundente: “Todo el mundo, con papeles o sin papeles, estamos preocupados. Yo he visto varios que con residencia se los han llevado. Este presidente no tiene corazón”.