Por Redacción
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La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha generado una profunda inquietud entre los migrantes que buscan entrar al país, aunque no parece haber frenado sus intenciones.
Millones de migrantes, provenientes de diversas partes del mundo, están reconsiderando sus planes tras los anuncios de políticas migratorias más restrictivas por parte del mandatario electo.
Desde su primera campaña, Trump ha prometido reducir la inmigración a través de medidas estrictas, lo cual ha despertado preocupaciones en los migrantes. Sin embargo, expertos en el tema aseguran que limitar las pocas vías legales de entrada podría impulsar a estas personas a buscar alternativas más riesgosas, incluyendo el uso de redes de traficantes de personas, un negocio lucrativo controlado en gran medida por el crimen organizado.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que hay aproximadamente 281 millones de migrantes en el mundo, lo que representa el 3.6% de la población global. Su informe anual alerta sobre el creciente número de personas que, desplazadas por razones políticas, económicas y de violencia, buscan refugio y asilo en otros países. Según la OIM, cuando los migrantes no encuentran rutas legales seguras, se ven forzados a usar “canales irregulares que son extremadamente peligrosos”.
Durante el primer mandato de Trump, las ciudades fronterizas de México se vieron desbordadas de migrantes, quienes enfrentaban peligros constantes a manos de organizaciones criminales. Los secuestros y extorsiones eran comunes, y muchos se veían obligados a esperar en México mientras sus solicitudes de asilo en Estados Unidos eran procesadas, un trámite que puede demorar años.
Para enfrentar esta crisis, la administración de Joe Biden implementó el programa CBP One a principios de 2023, permitiendo a los migrantes agendar citas para solicitar asilo a través de una aplicación móvil, sin necesidad de presentarse físicamente en la frontera. Este programa ayudó a aliviar la presión sobre los albergues fronterizos, que previamente estaban desbordados. Sin embargo, Trump ha prometido desmantelar el CBP One y endurecer las restricciones para el reasentamiento de refugiados en el país, además de retomar la política de deportaciones masivas.
La incertidumbre generada por el regreso de Trump al poder no ha sido suficiente para disuadir a muchos migrantes que ya están en ruta hacia Estados Unidos. Tal es el caso de Bárbara Rodríguez, una venezolana de 33 años que se encuentra en el sur de México. Rodríguez, quien trabajó en un centro de votación en Caracas antes de salir del país debido a amenazas, decidió emprender el viaje hacia Estados Unidos con la esperanza de encontrar refugio. Tras vender su casa y dejar a sus hijos con su madre, confía en obtener una cita de CBP One antes de que Trump asuma el poder en enero. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de este programa ha llevado a Rodríguez a contemplar la posibilidad de recurrir a traficantes si no logra ingresar de forma legal.
El miedo a la deportación también afecta a aquellos que ya residen en Estados Unidos, especialmente a la numerosa comunidad mexicana. De los aproximadamente 11 millones de mexicanos que viven en el país, se estima que 5 millones no tienen documentos legales. Las deportaciones masivas que Trump ha prometido podrían tener un impacto significativo en sus vidas y en la economía de México, ya que el año pasado los mexicanos enviaron más de 63,000 millones de dólares en remesas, la mayoría provenientes de Estados Unidos.
El gobierno mexicano asegura estar preparado para responder ante un eventual aumento de deportaciones. Sin embargo, organizaciones de apoyo a migrantes y directores de albergues en México han expresado dudas sobre la capacidad de las autoridades para manejar una crisis migratoria de gran escala. Rafael Velásquez García, director en México del Comité Internacional de Rescate, señala que la sociedad civil ya soporta la mayor parte de la respuesta humanitaria hacia los migrantes deportados y en tránsito. “No estamos en condiciones de recibir a esa cantidad de personas”, advierte.
Carlos Pérez Ricart, profesor de relaciones internacionales en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en México, sugiere que México debe prepararse para una presión migratoria constante. “Trump va a deportar miles de personas, si no millones, y va a impedir el flujo de migrantes”, asegura.
Además, los retos de recibir a personas deportadas de países con conflictos diplomáticos complejos, como Venezuela, Cuba y Haití, complican la situación. En Haití, organizaciones de derechos humanos ya han solicitado a Estados Unidos y a otros países detener las deportaciones debido a la grave crisis que enfrenta la nación caribeña.
Mientras tanto, migrantes como Estefanía Ramos, de 19 años, permanecen en albergues de ciudades fronterizas mexicanas como Ciudad Juárez, esperando una cita con CBP One para solicitar asilo en Estados Unidos. Tras huir de amenazas de pandillas en Guatemala, Ramos y su esposo han esperado meses por una oportunidad de cruzar legalmente. Con una bebé nacida en México, desean “hacer las cosas bien” para brindarle un futuro seguro en Estados Unidos.
La incertidumbre en torno a las políticas de Trump y la creciente demanda de vías legales para migrar subrayan la complejidad de la situación migratoria en el continente.