Por Agencias
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Las exigencias del calendario en plena ola de COVID están dando lugar a situaciones estrambóticas en una NBA en la que ya se ha batido el récord de jugadores en una temporada.
Sigue la tormenta COVID en la NBA. Mientras la Liga ajusta sus protocolos y reduce los tiempos de cuarentena, consigue avanzar sin que se multipliquen los aplazamientos de partidos gracias a una política de flexibilidad en las altas y en el movimiento de las plantillas que permite a los equipos tener personal para jugar.
Muchas veces sin los habituales de la rotación y con equipos más que cuestionables… pero se juega.
Cuesta reconocer las plantillas, los resultados tienen que ver básicamente con quién está y quién no está disponible y los jugadores llegan en oleadas: contratos de días, excepciones, saltos en masa desde la G League, regreso de jugadores que estaban retirados o casi retirados…
Todo vale con tal de cubrir fechas mientras la NBA busca soluciones. Hemos visto a Joe Johnson jugar con los Celtics, el equipo que lo drafteó en 2001, con 40 años y tres después de su última etapa NBA. A Isaiah Thomas firma con los Lakers por diez días y después irse a los Mavericks.
El base llegó a Sacremento y debutó con los Mavs en un día en el que amaneció en el estado de Washington. Allí se encontraba en un supermercado cuando llegó la llamdada de Nico Harrison, el general manager de los texanos: «¿Crees que podrías jugar hoy?». Y Thomas dijo que por supuestísimo que sí, cogió un avión a Sacramento… y a jugar con un nuevo equipo.
Thomas se convirtió, seis después de jugar el último de sus cuatro partidos con los Lakers, en el jugador número 24 que han usado los Mavericks esta temporada.
El récord absoluto son los 30 que necesitó el pasado curso Houston Rockets, también en plena pandemia.
Los Mavs han utlizado uno más que los Hawks: 23.
Los de Georgia tienen ahora mismo 26 jugadores en plantilla y hasta los periodistas que siguen al equipo hacen bromas con el estado de caos de la plantilla en la página oficial del equipo:
Hemos visto regresar a Brandon Knight… y entrar en los protocolos después de sus primeros partidos con esos mismos Mavs. Jordan Bell fue drafteado por los Bulls en 2017 y traspasado a los Warriors a cambio de una compensación económica (3,5 millones).
Ahora, después de tratar de encontrar acomodo en una NBA que le daba la espalda, firma precisamente… con Chicago Bulls.
Esta inercia está dejando datos muy curiosos, y muy significativos también si se quiere: hasta la jornada de esta pasada noche de miércoles, ha habido en la NBA 83 jugadores que han llegado a debutar y a jugar al menos un partido y no han anotado ni un punto.
De esos 83 casos, 15 se han dado en lo que va de esta temporada.
El movimiento, mientras más de 200 jugadores han pasado o están ahora en los protocolos COVID, es tan intenso que, sin llegar a mitad de temporada, se ha batido el récord de jugadores que han participado en la competición: se llevó hace dos días a 541, uno más ya que en todo el curso pasado, y la cifra va en aumento.
Ese 541 fue Greg Monroe, cuya situación es un claro ejemplo la dinámica actual de la NBA. Una locura: el lunes, el veterano pívot (31 años, número 7 del draft de 2010) estaba en Washington con el equipo de G League de los Wizards, poniéndose a punto por si llegaba la llamada de alguna franquicia después de dos intnentos también sin suerte en el nivel Euroliga, con Khimki y Bayern.
La llamada NBA llegó desde Minnesota. Los Wolves tenían que jugar contra los Celtics arrasados por la COVD. Sin ningún titular (Towns, Beverley, Edwards, Russell, Vanverbilt) y sin suplentes como Reid y Prince.
Monroe se despertó a las 4 de la mañana en Washington DC y tuvo que volar a Minneapolis. Perdió su vuelo y viajó con escala en Chicago. Llegó, finalmente, a las cuatro de la tarde al pabellón de los Wolves para debutar con su nuevo equipo.
Y, cosas de estos tiempos, fue clave en una victoria inesperada contra los Celtics (también con bajas notables).
Chris Finch, su entrenador, valoró mucho su rendimiento: “Fue vital, su capacidad para pasar fue muy importante, nos dio sensación de calma en pista”.
Antes del partido, el técnico había dejado otro momento jugoso cuando le preguntaron cuántos minutos jugaría su nuevo pívot nada más aterrizar en la ciudad: «Ni idea, le tendré que preguntar a él. Le acabo de conocer hace media hora».
Y el propio Monroe dejó la que seguramente será una de las citas del año, una que deja claro que son estos días en la NBA. Jaylen Nowell, un escolta de fondo de armario de los Wolves, fue el gran héroe con el partido de su vida: 29 puntos.
Y Monroe, después de la victoria, reconoció que no tenía ni idea de quién era cuando estaban jugando: “¿Nowell? No voy a mentir, ha jugado de maravilla, pero yo la verdad es que no sabía quién era”.
Es un buen ejemplo, aunque tan significativas o más son las palabras de un general manager (de forma anónima) a John Hollinger, el periodista que ahora está en The Athletic y que trabajó durante años en los despachos de Memphis Grizzlies: “Alguien de una oficina me ha dicho que en su equipo han fichado a un jugador sin saber quién es. Y me han garantizado que no es el único caso…”.
De hecho, en un tramo de 11 días, cuando escalaba la pandemia, hubo once fichajes de emergencia.
Y así, poco a poco, la NBA va salvando fechas.