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Los Lakers están gafados

Por Agencias
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Ni con un gran último cuarto, remontada incluida, los Lakers consiguen sumar.

Lo que metió Reggie Jackson a Anthony Davis se le salió de dentro.

Y nueva lesión: Carmelo.

No hay manera. Ni jugando bien, ni jugando mal, ni jugando regular.

Ni cuando van a rachas, a tirones, o tienen momentos brillantes.

Ni con uno lesionado, ni con otro.

Los Lakers están casados con la mala suerte esta temporada, una mala, casi pésima para ellos, pero en la que el factor diferencial sigue siendo la ingente cantidad de lesiones que sufren y los partidos que se están dejando con la mala fortuna de por medio.

El equipo de Frank Vogel, en el derbi angelino, sudó, peleó, rozó el bochorno en el tercer cuarto e intentó arreglar las cosas en un periodo final emocionante, con alternativas y que pudo ser para cualquiera.

Y finalmente fue para los Clippers, que son la otra cara de la moneda: un equipo magníficamente entrenador por Tyronn Lue, que suele sobrevivir de forma extraordinaria a los finales apretados, bien por buenas decisiones o buena suerte.

De una forma u otra, prevalecieron y sumaron una nueva victoria en un duelo directo ante sus más inmediatos perseguidores, a los que podrán ver cada vez más de lejos en los próximos días.

Al fin y al cabo, los Lakers siguen teniendo (y eso ya no va a cambiar) el peor calendario de la NBA de aquí a final de temporada.

La secuencia final fue muy sencilla: tras un inicio de 8-0 en el periodo final, los Lakers se metieron en el partido.

Una canasta de Westbrook a nun minuto para la conclusión les daba la primera ventaja desde el segundo periodo (104-105); tras ello, contestación de Reggie Jackson, triple de Malik Monk (a pase de Westbrook), respuesta desde la esquina de Marcus Morris (109-108) y tiempo muerto de Los Ángeles.

La asociación de Westbrook con Davis, al que puso el balón arriba, fue perfecta, pero Jackson penetró desde la esquina y ya sin tiempos muertos para dar la ventaja definitiva a los Clippers, en una jugada mal defendida por Austin Reaves, con Westbrook perdido en defensa y Malik Monk llegando tarde a la ayuda.

Pero, por si no bastara con eso, la última posesión sería para los Lakers: Anthony Davis recorrería el campo botando el balón y lanzaría una bombita justo antes de pisar la zona que se saldría de dentro.

Un lanzamiento que fue una metáfora de la temporada angelina. Y la constatación de la derrota, claro.

Antes de eso, el encuentro había sido un toma y daca constante en la primera parte (16 cambios de liderato y 10 empates en total) con una exhibición de los Clippers en el tercer cuarto (o un papel horrendo de los Lakers, depende de cómo se mire).

En esos 12 minutos los locales llegaron a conseguir una ventaja de 17 puntos que los Lakers tuvieron que remontar con tesón y una reacción tardía.

Desde que LeBron se lesionó (récord de 1-4), los de púrpura y oro han peleado todos lo partidos, pero solo han ganado el de los Blazers, en ese canto a la fealdad que representó un enfrentamiento tosco y feo, aburrido, pero en el que se impusieron los de Frank Vogel para poner tierra de por medio con el conjunto de Oregón, que ocupa la décima plaza.

El nivel de esa zona de la tabla es tan bajo que parece imposible que los Lakers se queden fuera del play-in, pero también que lo eviten por segundo año consecutivo (el curso pasado ocuparon la séptima posición en regular season): están a 1,5 victorias de Clippers, a 2,5 de los Timberwolves y, sobre todo, a 4 del sexto puesto que ocupan los Nuggets y que te da acceso directo, sin previas ni cosas semejantes, a las eliminatorias por el título.

Los Clippers tuvieron un gran papel de Marcus Morris (29 puntos), Reggie Jackson (25+8+6) y Serge Ibaka, que se reencontró consigo mismo para irse a 20 tantos y 8 rebotes.

En los Lakers, Westbrook destacó al final (17+6+4) y Davis firmó otra actuación formidable con 30 puntos y 17 rebotes que pudo redondear con el tiro ganador.

Pero Carmelo Anthony se lesionó y dejó a los Lakers tocados y sin uno de sus pilares más importantes desde el banquillo. Así está el equipo de Frank Vogel: 28 derrotas, tres victorias por debajo del 50%, con LeBron fuera de juego, Carmelo potencialmente fuera de juego y Kendrick Nunn sin haberse vestido todavía con el uniforme del equipo.

A la deriva cuando juegan bien y mal, en la buena actitud y en la más absoluta indolencia. Una temporada que incluso se está haciendo larga, tanto para jugadores como para afición.

Y marcada por la fealdad personificada.

Pero, con solo 16 partidos de sus tres estrellas juntas (récord de 9-7), también por la mala suerte. Eso es innegable.