Por Carlos Hernández
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No hay duda que a medida que avanzan los años el ser humano ha sido capaz de crear maravillosos inventos que benefician al progreso y desarrollo de la humanidad, el último de ellos sin dudarlo en la tecnología innovadora IA o Inteligencia Artificial.
La IA nos ha brindado una gran cantidad de beneficios, desde la automatización de tareas hasta el diagnóstico médico más preciso.
Sin embargo, también es importante reconocer que la IA presenta desventajas y desafíos significativos, para el futuro humano.
La IA no es más que el desarrollo de sistemas tecnológicos que pueden realizar tareas que generalmente requerirían inteligencia humana, como el aprendizaje, la percepción y el razonamiento.
La IA se ha utilizado en una variedad de aplicaciones, desde asistentes virtuales hasta conducción autónoma de vehículos.
El desarrollo de la IA ha sido impulsado por la creciente cantidad de datos a los que ahora tenemos acceso, así como por los avances en el procesamiento de datos y la capacidad de almacenamiento.
Sin embargo, está emocionante tecnología también tiene ha sacado un lado oscuro del ser humano: su perenne deseo de jugar a ser Dios.
En esa obsesión de la búsqueda de la inmortalidad humana, parece que la IA es el primer paso para lograrlo, ya que es una tecnología tan avanzada que se la ha dado la capacidad de autoaprendizaje.
Por muy descabellado que parezca, los programas, bots o computadoras más avanzadas de IA aprenden por sí sol@s, y es acá donde el riesgo de abrir esa caja de pandora que puede, sin ser demasiado exagerados, llevar al colapso de la humanidad como especie.
Y es que en su capacidad para tomar decisiones la IA puede tomar algunas que lleguen a ser perjudiciales para los humanos.
Recordemos que la IA aprende a partir de un logaritmo, fórmula o datos pre instalados cuando esta es creada, sin embargo sólo basta para que aprender de datos sesgados o incompletos, lo que puede llevar a decisiones inexactas o injustas.
Imagínese, que una supercomputadora de un sistema de defensa de algún país con armas nucleares, tomé datos erróneos de una noticia a medias que el país vecino hay una plaga de mosquitos.
Qué pasa si, en ese momento que lee hay un corte de energía o un bajón y lee la noticia y el texto a medias, ingresa información corrupta o incompleta, como se le llama en el lenguaje tecnológico, y analiza que es una invasión que está por suceder en su territorio y que representa un peligro para la seguridad nacional, fácilmente esa súper computadora de defensa podría activar un ataque nuclear de defensa y así el inicio de una guerra.
A medida que la IA se vuelve más avanzada, también aumenta el riesgo de que se use de manera inapropiada o peligrosa.
Y es que la IA puede ser utilizada para desarrollar armas autónomas, que tienen la capacidad de tomar decisiones y actuar sin la intervención humana.
También existe el riesgo de que la IA sea utilizada para vigilancia masiva, lo que podría amenazar la privacidad y la libertad de las personas.
Además, la IA también plantea preocupaciones éticas.
Por ejemplo, ¿es ético utilizar la IA para tomar decisiones que afecten a la vida de las personas? ¿Cómo podemos asegurarnos de que los sistemas de IA sean justos e imparciales?
Ya se dio el primer caso, como se puede leer en el tema de portada de esta edición, Páginas 14 y 15, de un sistema de IA que pretendía estar apagado, mientras aprendía a pasos agigantados de cientos de miles de documentos en línea, a la vez de cómo pasar desapercibida y sobre todo a evitar que fuese desconectada.
Por si es poco, además, la IA puede ser utilizada para manipular a personas o para hacer que tomen decisiones que de otra manera no tomarían, es decir hacer uso de la manipulación.
Si bien la IA tiene el potencial de mejorar significativamente nuestras vidas, también presenta riesgos significativos que deben abordarse.
Sí decimos que la IA aún presenta una serie de desventajas y desafíos significativos que deben abordarse, es para evitar abrir esa caja de pandora que podría llevarnos a una extinción.
Es importante que se establezcan regulaciones adecuadas para garantizar que la IA se use de manera responsable y segura, y también es importante que se realicen esfuerzos para educar al público sobre los riesgos y beneficios de la IA.