Madres que son el ejemplo y el gozo de tres generaciones
Por Consuelo Martínez
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Es mayo y muchas familias se aprestan a celebrar el “Día de las Madre” para agasajar al ser que “les trajo al mundo”.
No importa qué, dónde, ni cuánto, se gaste en un regalo, lo importante es el cariño y la unión familiar.
Abundan las historias de mujeres inmigrantes valientes y visionarias que una vez cruzaron la frontera en busca de un mejor futuro para sus hijos.
El tiempo, sin embargo, no pasa en vano y algunas de estas madres, que ya son hasta bisabuelas, quisieron compartir la magia de sentirse “madres de tres generaciones”.
He aquí 3 historias de madres inmigrantes, quienes son cabeza de familias numerosas y cuyas raíces comienzan en México.
Hoy ellas, “las reinas” y pilares fundamentales de sus respectivos hogares, disfrutan no sólo del amor de sus hijos, sino que el de dos generaciones más: sus nietos y bisnietos.
TERNURA Y FORTALEZA
Pascuala Ramírez pareciera frágil pero es dueña de una tremenda fortaleza. Numerosos hijos, nietos y bisnietos coronan una vida larga y de esfuerzo, y en este mes de ,ayo estará celebrando el “Día de las Madre” y su cumpleaños número 83.
Doña Pascuala tiene 7 hijos, de los cuales uno falleció en el 2008 y le cuesta trabajo sacar la cuenta de todos sus descendientes.
Repasa calculando que son más de 20 nietos y más de 20 bisnietos, ya que tiene familia repartida en La Vegas, Mexicali, Carpintería y Santa Bárbara.
Oriunda de Sinaloa, México; Pascuala llegó a este país “en el 93” traída por sus hijos ya adultos.
“Mis hijos me salieron muy buenos, Gracias a Dios. Fueron años difíciles sola. Era muy diferente criarlos allá. En México, las criaturas hacían lo que uno les decía y ahora… se escapan detrás de uno y agarran por donde agarran”, comparte espontánea y divertida.
Así, Doña Pascuala detalla que antes era viuda. Un sólo hijo es de su segundo esposo, quien desapareció (el marido) sin dejar rastro.
“No supimos más de él. Mi hijo lo ha buscado pero no aparece, ni vivo ni muerto”, recalca resignada.
El 17 de Mayo es el santo y cumpleaños de esta gran mujer, entonces este es un mes que lleva su nombre.
“Mi cumpleaños número 80 me lo celebraron con mariachis”, recuerda ella con satisfacción y especial cariño.
Con su dulce sonrisa, esta super madre dice que no sabe todavía cómo lo va a celebrar este año.
“Me lo festejan, aunque sea con cualquier cosita. A veces nos juntamos aquí o nos vamos a Carpintería, que es donde vive un hijo”.
Pascuala no sabe leer pero esto no es obstáculo para ella prodigar su amor, sabiduría y apoyo a su familia, ya que con sus propias manos ha cultivado un pequeño huerto que la llena de mucho orgullo.
“Allá me gustaba porque criábamos animales y aquí uno no puede criar nada. Allá, mis gallinas, mis puerquitos y mis chivitas…”, repasa nostálgica, aunque eso sí, cada año viaja a su tierra.
Hoy su afortunada familia puede disfrutar de su presencia y experiencia, por eso constantemente sus hijos la llaman o la invitan.
“Me quedé hasta un año en Las Vegas, y es que donde me invitan voy”, ríe con ganas Pascuala.
VITALIDAD Y ESFUERZO
“Generalmente todos mis hijos me llaman, me mandan tarjetas o me envían regalos y los que estamos aquí vamos a celebrar a un restaurante”, dice Teresa Salazar quien tiene nada menos que 9 hijos, 22 nietos y 12 bisnietos.
Pues Teresa, hoy de 62 años dice que en su familia “se la pelean” cada “Día de las Madres” para agasajarla y pasar con ella esta tan significativa fecha.
Algo que hace aun más especial la celebración, es que una de sus hijas, correspondiente a su séptimo alumbramiento, (pues tuvo 5 mujeres y 4 hombres), nació para el “Día de las Madres aquí en Santa Barbara Cottage Hospital”.
Eso hizo que desde entonces el motivo de festejo fuera doble.
“En aquella ocasión, en el hospital, me hicieron una cena con toda mi familia. Fue muy bonito”, recuerda ella con satisfacción y especial cariño aquel acontecimiento ocurrido 35 años atrás.
Y vaya si no tiene ella que “dividirse”, ya que la madre de Teresa vive en Fresno, California.
“Este año mis hermanos se van a reunir con mi mamá. Yo voy a ir a Chicago” explica esta simpática y entusiasta “super madre”, quien recuerda una vez cuando celebró con toda su familia su día en Texas, hubo nada más y nada menos que 5 generaciones reunidas allí.
“Lo más importante es la confianza y la comunicación; ya que siempre estamos todos en contacto. Cuando hay un problema les ayudo con algún consejo o también con dinero si es necesario”, dice Teresa, pero aclara que afortunadamente todos sus hijos son responsables y trabajadores.
“Porque mi mamá me educó para tener algo siempre guardadito por si hay una emergencia; por ejemplo para un boleto de avión o algo por el estilo. Por esa aparte soy muy feliz con mis hijos”.
Pero detrás de su sonrisa, dulce mirada y su contagioso gozo de vivir, hay una historia de bastante coraje y sacrificio; ya que, cuando Teresa llegó acá en el 95 desde Jalisco, sola y con 6 de sus hijos, tuvo que “hacer de todo” como ella dice, para poder sostenerles.
“Al principio trabajé como costurera, lavaba y planchaba ajeno; luego estudié enfermería y de ahí me empezó a ir mejor”, explica esta increíble madre de tres generaciones, quien en la actualidad respira aliviada por el deber cumplido, asiste a clases de inglés y computación en Schott Campus del SBCC y merece celebrar muy en grande su día.
DECISION Y CAMBIO
Rosario Ramos llegó sola con sus hijos a abrirse paso en este país.
Tras mucho sacrificio y con la satisfacción del deber cumplido, y al igual que las otras dos entrevistadas, hoy puede festejar en grande del “Día de la Madre” con sus nietos y bisnietos.
“Este año me voy a La Paz, Baja California. Voy cada dos o tres años porque allá viven mis hermanos. Así es que el día 9 de mayo tomo el avión en Tijuana”, detalla Rosario de 63 años, madre de 3 hijos (2 hombres y 1 mujer), 8 nietos, 1 bisnieta de casi 3 años y otro que ya viene en camino.
“El año pasado me fui a celebrar el ‘Día de las Madre’ a San Diego, porque una hija está allí. Mis otros dos hijos están acá en SB”, explica Rosario aunque, compartiendo también que en la iglesia cristiana a la que asiste hacen un gran evento dedicado a las madres cada año.
En 1985, Rosario llegó desde Tepic un pueblo de Nayarit, México, con sus hijos chiquitos cuando se divorció de su primer esposo.
“Vine para poner una distancia y empezar de nuevo. La niña tenía 3 años y a mis otros dos hijos los traje por etapas, porque no podía traerlos a todos juntos. Era la primera vez que venía, no conocía a nadie. Ser madre sola es difícil porque hay que trabajar para la renta, la comida, vestirlos, en fin…”, repasa feliz de haber tomado “la mejor decisión de su vida”.
Así, primero llegó a Los Ángeles donde vivió 3 años y trabajó en una fábrica de costura.
“En Ciudad de México nunca trabajé de casada, sin embargo vine a hacerlo acá. Todo nuevo: ciudad nueva, lenguaje nuevo, hasta enseñarse a como cruzar una calle, pues aquí todo es en orden y respeto por las leyes”, explica esta valerosa madre.
Por varios años, en Santa Bárbara trabajó en restaurantes, luego limpió casas y por 20 años fue parte del personal de limpieza de la UCSB.
Hoy jubilada, entre otras cosas, disfruta muchísimo tomar clases de inglés en su tiempo libre.
A su segundo esposo lo conoció en el 2002 y en el 2008 se casaron, “ahorita estamos juntos, felices y contentos. Constantemente salimos a pasear porque él y yo estamos retirados”.
“Es hermoso poder conocer a mis nietos y bisnietos”, enfatiza Rosario quien se siente feliz y agradecida de la vida de poder disfrutarles.
Para finalizar, la madre, abuela y bisabuela opina que no hay una única receta de cómo ser la mejor mamá.
“Los hijos son como los dedos de las manos… son todos diferentes”, concluye muy sonriente, lista para celebrar su día.