Perfiles

Amalia Priego: profesionalismo y fortaleza

Por Consuelo Martínez
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Amalia Priego es una mujer de mente y corazón abiertos, ha ayudado a muchas familias como gerente bilingüe  del centro de promoción de la salud en Santa Bárbara Neighborhood Clinics, labor que realiza con profunda entrega y con su ejemplo.

“Soy de Villahermosa, Tabasco. Siempre han dicho que es una de las mejores ciudades de México y por  eso le llaman El Edén. Entre Campeche, Chiapas, y Cancún” comienza su historia con voz  segura, lugar donde ella  tiene dos hermanos, padres abuela y “unas tres cuadras” de pura familia. Allí se crió, estudió contabilidad, trabajó y conoció al padre de sus hijas.

Amalia es la única de su familia o “la única loca,” como ella señala en tono de broma, que se vino a los Estados Unidos y de eso hace unos 25 años. Estando aquí nacieron sus dos hijas, se divorció y asumió toda la responsabilidad de ellas cuando eran todavía pequeñas.

Luego conoció a Javier Díaz, su actual esposo y padre de 4 de un matrimonio anterior.

“Estábamos ambos divorciados, los dos teníamos hijos ya. Y puedo decir que tenemos una familia muy hermosa. Son muchachos ya adultos

“Así es que soy abuelita de los nietos de mi esposo y la semana pasada nació el sexto.» Tenemos una hermosa familia, el respeto y amor ha sido la clave.»

La vocación por ayudar de Amalia, hoy de 46 años, viene de su abuela, todavía muy activa en México, quien les llevaba a visitar enfermos, limpiarles sus casas como también a ayudar en la iglesia, pues solía decirles “la flojera es la madre de todos los ocios.»

Otro gran ejemplo ha sido su madre quien divorciada les crió, les inculcó el estudio y  tanto a Amalia como a sus hermanos les costeó la universidad.

“Mi madre se empeñaba en mandarnos a escuelas y siempre me decía ‘estudia porque no importa adónde vayas, no importa lo que hagas una vez que tengas estudios no vas a tener que bajar la cabeza delante de nadie’ y eso es lo mismo que yo le digo a mis hijas”.

Ellas son Kimberly y Elvira de 23 y 20 años, ambas, estudian y trabajan; además, les ha transmitido los valores del respeto hacia sí mismas, hacia los demás, y a ser independientes.

La vocación por ayudar de Amalia viene de su abuela, todavía muy activa en México, quien les llevaba a visitar enfermos, limpiarles sus casas como también a ayudar en la iglesia, pues solía decirles “la flojera es la madre de todos los ocios"./CLARA MARTINEZ
La vocación por ayudar de Amalia viene de su abuela, todavía muy activa en México, quien les llevaba a visitar enfermos, limpiarles sus casas como también a ayudar en la iglesia, pues solía decirles “la flojera es la madre de todos los ocios»./CLARA MARTINEZ

En enero, Amalia,  cumple 8 años educando sobre temas de la salud en escuelas, iglesias y en otras organizaciones; en tanto, sus oficinas se encuentran ubicadas en las clínicas del Eastside y Westside de esta ciudad de SB Neighborhood Clinics. “Empecé como voluntaria y luego se abrió una posición, la solicité y me quedé. Es un trabajo pero para mí es más que eso, es una pasión”

Su labor es  informar sobre las opciones que hay para beneficio de las familias. “Muchas veces vienen por un dolor de cabeza, pero ese dolor de cabeza no es nada más del cuerpo, es porque traen muchas preocupaciones y más necesidades.”

En el 2014 fue diagnosticada con cáncer mamario y coincidió que ella y sus hijas eran voluntarias y estaban educadas sobre esta y otras  enfermedades “no me asustó, es que la educación es la base de todo. Como padres, como ciudadanos y hasta como enfermos.  Eso se lo he dicho muchas veces a muchas personas. Si tú haces las cosas a tiempo, estas al día con tu salud y sigues  las reglas e indicaciones, tienes mas probabilidades que el cáncer no te mate.

Así es que desde ese momento Amalia se hizo el propósito de ser un buen ejemplo y enseñar la otra cara del cáncer “La cara de cuando estás al día, cuando te operan, cuando tienes fe.  Me dije si es mi tiempo, mínimo, no se la voy a dejar tan fácil”

Entonces se dedicó a escribir en facebook al respecto, etapa por etapa de lo que estaba viviendo donde encontró varios seguidores. Actualmente tiene proyectado escribir un libro de su experiencia para ayudar a más personas.

A su vez, Amalia, asumió estoicamente las consecuencias físicas de su enfermedad “son estragos temporales, el cabello ya me está creciendo, y gracias a la quimioterapia se me quitaron algunas arruguitas” bromea tras la gran tormenta.

“Tú decides cambiar, tú decides cómo la gente te va a  ver. Así es que yo decidí que la gente iba a seguir viéndome como lo que soy. ”finaliza la aguerrida y admirable mujer, madre y profesional.