Por Redacción
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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, elevó esta semana el tono diplomático frente a Estados Unidos al defender la soberanía de Venezuela, en una maniobra calculada que busca enviar una señal de firmeza sin poner en riesgo los equilibrios estratégicos con Washington, en medio de la creciente presión del presidente Donald Trump contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El endurecimiento del discurso mexicano coincide con la escalada de la campaña estadounidense contra Caracas, que incluye sanciones petroleras, operativos militares en el Caribe y declaraciones de Trump en las que no descarta una ofensiva armada. Ante ese escenario, el gobierno mexicano ha optado por una respuesta que combina cautela, tradición diplomática y un mensaje implícito de autoprotección.
“El foco de Trump está hoy en Venezuela, pero México no es ajeno a esa estrategia de tensión permanente”, señalan analistas, recordando que el mandatario estadounidense ha insinuado en repetidas ocasiones que podría aplicar medidas similares contra su vecino del sur.
Defensa de la soberanía y llamado a la ONU
En los últimos días, Sheinbaum instó a Naciones Unidas a intervenir para “evitar un derramamiento de sangre” en Venezuela y ofreció a México como posible sede de una negociación internacional. La postura fue presentada por el Ejecutivo como coherente con la histórica política exterior mexicana de no intervención y respeto a la soberanía.
Pese al aumento del tono, la presidenta ha insistido en que su posición no implica un quiebre con Estados Unidos. En el plano bilateral, México continúa cooperando con Washington en temas sensibles como seguridad, migración y combate al narcotráfico.
“El gobierno mexicano ha hecho todo lo posible por acomodarse a la realidad del nuevo Trump”, explicó el investigador en relaciones internacionales Carlos Bravo. “Por eso, lo que está haciendo Estados Unidos con Venezuela coloca a México en una situación incómoda”.
Las declaraciones de Sheinbaum generaron reacciones en sectores republicanos. La congresista estadounidense María Elvira Salazar acusó al gobierno mexicano de “respaldar a dictaduras” en referencia a Venezuela y Cuba, lo que evidenció el delicado equilibrio que intenta mantener la administración mexicana.
Presiones regionales y ecos históricos
La tensión se produce mientras Washington refuerza su retórica sobre América Latina. Un reciente documento de la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense recupera postulados históricos que justificaron el intervencionismo en la región, una señal que ha encendido alertas en México.
“Los últimos presidentes de Estados Unidos se habían contenido en su discurso”, señaló el historiador Lorenzo Meyer. “Trump, en cambio, busca exhibir poder de la manera más directa posible, y eso obliga a México a responder con firmeza, pero sin provocar”.
Según Meyer, la postura de Sheinbaum se inscribe en una tradición diplomática que se remonta a la Revolución mexicana, concebida precisamente como un mecanismo de defensa frente a políticas expansionistas de Estados Unidos.
Analistas coinciden en que el mensaje mexicano apunta más a su política interna y a la protección de su margen de maniobra que a una confrontación real con Washington. “Esto parece política exterior, pero en el fondo es política interna proyectada hacia fuera”, resumió Bravo.
