El director y guionista estadounidense Matt Reeves, conocido por dirigir la maravillosa cinta de terror Monstruoso (2007) y por llevar a cabo el remake de la fabulosa película sueca de vampiros Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) vuelve a ponerse al mando, con una cinta de alta calidad.
Después de haber dirigido con éxito la segunda parte del reboot de la nueva saga de El Planeta de los Simios, “Amanecer del planeta de los Simios” (2014), no sólo dirigió, sino también escribió este tercer y último capítulo (en principio).
Esta última entrega de la aclamada y taquillera franquicia de ciencia ficción está uniendo a crítica y público en todo el mundo, aunque sea una de las películas más oscuras de la temporada.
Con un ritmo un tanto pausado, un tono intimista y un componente emocional más profundo de lo habitual, Reeves demuestra ser capaz de convertir un blockbuster veraniego en una obra rotunda, con un alcance simbólico revelador y sin aburrir nunca al público.
Conseguir el equilibrio satisfaciendo al público más entregado y al crítico más minucioso, es algo muy difícil de lograr sin fracasar en el intento.
Y si no, que le pregunten a Tim Burton cuando en 2001 intentó dar pie a una nueva saga con el remake de El planeta de los Simios con su toque personal y con unos monos que, sinceramente, daban auténtico miedo, consiguiendo justamente todo lo contrario.
Debió de ser ese justamente el elemento determinante para que no volviera a arrancar la saga.
En fin, sea como sea, en “La guerra del Planeta de los Simios”, ‘César’ (interpretado por Andy Serkis; experto en técnica de la captura de movimiento, y reconocido mundialmente por interpretar magistralmente el personaje de ‘Gollum’); y los simios a los que lidera, se ven obligados, tras haber sufrido pérdidas inimaginables en un ataque traumático.
Así, César y sus soldados luchan contra un enorme ejército de humanos conducido por un despiadado coronel (un intenso Woody Harrelson que a modo de homenaje acaba plagiando al mítico e icónico Coronel ‘Walter E. Kurtz’, al que tan bien dio vida Marlon Brando en “Apocalypse Now” (Francis Ford Coppola, 1979).
César tendrá que luchar contra sus instintos más oscuros, ya que ese control de la ira y la sed de venganza era lo que le diferenciaba de ‘Koba’, el simio malo e impulsivo del anterior film, y que evitaba que se uniera a él.
César deberá dejar a sus compañeros e incluso a su hijo de lado, para comenzar su propia cruzada para vengar a su raza, acompañado siempre por sus fieles compañeros y conociendo a nuevos amigos, como ‘Nova’ (la jovencísima Amia Miller), una niña muda a la que César deja huérfana y de la que ‘Maurice’ (Karin Konoval) de manera muy sabia, le obliga a hacerse cargo.
En medio del componente dramático, casi de mitología griega, que envuelve el film, nos encontramos por suerte frente a un nuevo y carismático personaje que hace funcionar la película al destensar, con humor, la profunda carga emocional que conlleva.
Este personaje es el simio malo (interpretado magistralmente por Steve Zahn), que provoca que el público se funda de ternura y se le escape la risa floja gracias a su curiosa actitud, personalidad, comentarios inesperados y a su peculiar forma de vestir.
Todo lo demás es bastante agónico en este largo viaje de búsqueda para finalmente enfrentarse cara a cara con el coronel y orquestar una espectacular batalla que determinará tanto el destino de su especie como el del futuro del planeta, no sin antes preparar un plan de escape en la más pura línea de “La Gran Evasión” (1963).
Con el añadido de la chica huérfana que anda suelta y sin rumbo por ese campo de concentración para monos, como si de la niña de rojo de “La Lista de Schindler” (1993), se tratase
Sin duda, este film es el broche de oro que culmina una trilogía que ha conseguido dar un nuevo sentido a una de las obras cumbres de la ciencia ficción de todos los tiempos, reactualizándola sin perder nada de su capacidad alegórica.
Y es que en esta compleja última entrega, Reeves se atreve a mezclar temas latentes en la sociedad actual como el fanatismo ideológico, la violencia o el miedo, con la misma soltura con la que utiliza la tecnología más innovadora para crear emoción y sentimientos reales a través del rostro y los movimientos de un primate, César, al que todos querríamos como líder de nuestra nación.
Ahora sólo hace falta ver si tanto cine y contenido son sinónimos de amortización de una inversión de $150 millones de dólares, aunque sin duda, el film va a superar esta cifra y el problema residirá en si los productores quieren realizar alguna más simplemente por hacer dinero.
A veces es mejor una retirada a tiempo, ya que después de esta magistral entrega no hay mucho más que se pueda aportar. ν
Geoffrey Cowper catalán, graduado en Dirección Cinematográfica en Barcelona y director de varios films, que ha presentado en numerosos festivales de cine.