Por Redacción
[email protected]
Hassan Nasrallah, el poderoso líder de Hezbolá, el grupo islamista chiita respaldado por Irán, fue abatido en un ataque aéreo israelí sobre Beirut, según confirmaron las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) y el propio grupo libanés.
La muerte de Nasrallah pone fin a una era en la que Hezbolá se convirtió en una de las principales fuerzas políticas y militares de Líbano, capaz de desafiar a Israel y de tener un papel significativo en la política regional.
Un ataque esperado
La noticia fue divulgada por las FDI, quienes, a través de su cuenta oficial en la red social X (anteriormente Twitter), anunciaron la eliminación del líder chiita: “Hassan Nasrallah ya no seguirá aterrorizando el mundo”. Horas más tarde, Hezbolá confirmó la muerte de su líder en un comunicado oficial.
El último discurso de Nasrallah se había producido a finales de septiembre, tras la explosión de miles de aparatos de comunicación utilizados por miembros del grupo, incidente que dejó decenas de muertos y miles de heridos. En esa ocasión, Nasrallah culpó a Israel y calificó el suceso como un acto de terrorismo: “Esto es puro terrorismo (…) Son crímenes de guerra o, al menos, una declaración de guerra”, dijo en un discurso transmitido desde un lugar secreto.
Oculto, pero poderoso
Nasrallah era conocido por evitar las apariciones públicas, temeroso de ser objetivo de un ataque israelí. Desde el año 2006, tras la guerra entre Hezbolá e Israel, el líder había vivido escondido, emitiendo discursos desde ubicaciones secretas. Sin embargo, esta medida no fue suficiente para protegerlo del ataque más reciente.
La ofensiva israelí, que comenzó el 21 de septiembre, incluyó bombardeos en el sur del Líbano y Beirut, y el golpe final se dio cuando las FDI atacaron el cuartel general de Hezbolá, donde Nasrallah se encontraba, según fuentes israelíes.
Liderazgo y trayectoria
Nasrallah lideró Hezbolá desde febrero de 1992, tras el asesinato de su predecesor, Abbas al-Musawi, en un ataque israelí. Bajo su dirección, el grupo no solo se fortaleció militarmente, sino que se estableció como una de las principales fuerzas políticas del país. Su figura era popular en Líbano y otros países árabes, donde se le reconocía por haber transformado a Hezbolá en un actor clave de la política libanesa.
A pesar de ser considerado una organización terrorista por Estados Unidos y otros países occidentales, Hezbolá tiene un importante brazo político que cuenta con representación parlamentaria y participa activamente en la política libanesa. Su brazo militar, respaldado por Irán, ha mantenido una relación estrecha con Teherán, especialmente en su oposición a Israel y su apoyo a la causa palestina.
Infancia y origen
Hassan Nasrallah nació en agosto de 1960 en un barrio pobre del este de Beirut. Fue el mayor de nueve hermanos y creció durante la devastadora guerra civil libanesa, que comenzó cuando él tenía apenas cinco años. Su familia se trasladó al sur de Líbano, a Bazourieh, un pueblo mayoritariamente chiita, donde el joven Nasrallah desarrolló un fuerte sentido de identidad religiosa y política.
Durante su adolescencia, se unió al Movimiento Amal, una organización chiita libanesa fundada por el clérigo iraní Musa al-Sadr. Esta afiliación le permitiría años más tarde ser parte de la creación de Hezbolá, un grupo que emergió como una milicia respaldada por Irán en respuesta a la invasión israelí de Líbano en 1982.
La revolución iraní y la creación de Hezbolá
La revolución iraní de 1979 tuvo un profundo impacto en la trayectoria de Nasrallah. Inspirado por Ruhollah Jomeini, Nasrallah vio en Irán un aliado natural para los chiitas del Líbano. Poco después de la invasión israelí, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán ayudó a crear Hezbolá, cuyo nombre significa “el partido de Dios”.
Nasrallah, junto con Abbas al-Musawi y otros miembros del Movimiento Amal, se unió a esta nueva organización que rápidamente cobró protagonismo en la política regional, llevando a cabo ataques contra las fuerzas estadounidenses e israelíes presentes en el Líbano.
Camino hacia el liderazgo
Nasrallah asumió el liderazgo de Hezbolá en 1992, con apenas 32 años. Desde el inicio, su mandato estuvo marcado por un fuerte vínculo con Irán, que proporcionó apoyo financiero y militar al grupo. Durante sus primeros años como líder, Nasrallah trabajó para legitimar a Hezbolá no solo como una fuerza militar, sino también como un actor político.
En 1992, tras el fin de la guerra civil libanesa, Hezbolá participó por primera vez en elecciones parlamentarias, obteniendo ocho escaños. A lo largo de los años, el grupo consolidó su presencia en el gobierno libanés y logró mantener su poder militar, en parte gracias al apoyo de Irán y al contexto regional.
Resistencia y confrontación
Uno de los hitos más importantes durante el liderazgo de Nasrallah fue la retirada israelí del sur del Líbano en el año 2000. Esta fue la primera vez que Israel abandonó unilateralmente un territorio árabe sin un acuerdo de paz, lo cual fue presentado por Hezbolá como una gran victoria y aumentó la popularidad de Nasrallah entre la población chiita y otros sectores del mundo árabe.
En 2006, Hezbolá libró una guerra con Israel que duró 34 días, después de que el grupo secuestrara a dos soldados israelíes. El conflicto causó la muerte de más de 1,200 personas, la mayoría de ellas civiles libaneses, y devastó gran parte del sur del Líbano. Pese a los estragos, Nasrallah fue visto como un símbolo de resistencia contra Israel.
Un legado de desafíos
Durante las últimas décadas, Nasrallah y Hezbolá sortearon varias crisis, como la guerra civil siria, en la que el grupo participó activamente del lado del régimen de Bashar al Assad, y la crisis financiera que azota a Líbano desde 2019. Hezbolá se convirtió en un estado dentro del estado, con una red de servicios sociales, escuelas y hospitales que le permitió ganarse el apoyo de muchos ciudadanos.
Sin embargo, la muerte de Nasrallah abre una nueva etapa para Hezbolá. Su liderazgo carismático y su capacidad para equilibrar el poder militar y político del grupo fueron clave para la expansión de la influencia de Hezbolá en Líbano y en la región. Ahora, el grupo deberá enfrentar el desafío de sobrevivir a la ausencia de su líder histórico, en un contexto en el que las tensiones con Israel y la inestabilidad regional continúan siendo una amenaza constante.
Futuro incierto
A los 64 años, Hassan Nasrallah deja un legado complejo: para algunos, fue un defensor de la soberanía libanesa frente a la ocupación israelí, mientras que otros lo ven como un líder que promovió la violencia y el terrorismo. La próxima fase de Hezbolá dependerá de cómo el grupo sea capaz de reorganizarse y quién asuma el liderazgo, en medio de un Líbano cada vez más dividido y con una profunda crisis económica.
La eliminación de Nasrallah por parte de Israel marca un antes y un después en la historia de Líbano y en el conflicto entre Hezbolá e Israel, y deja en el aire el destino de la milicia chiita y su papel en la política libanesa y en el equilibrio de poder en Oriente Medio.