Por Agencias
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El rookie salva en el último segundo de la prórroga a unos Lakers que necesitaron un milagro al final del tiempo reglamentario para no perder contra unos Mavericks sin Luka Doncic.
Han hecho falta 29 partidos, nada menos, para que los Lakers, estos Lakers del nuevo big three y todo lo demás, ganen tres seguidos.
Y eso a pesar de un calendario hasta ahora muy dócil y de ahora en adelante, carnívoro. La tercera llegó en Dallas, contra los Mavs (104-107) y con un sufrimiento extremo.
Y prórroga. Por sexta vez esta temporada, los Lakers necesitaron tiempo extra.
Con este triunfo, están 5-1 en esos partidos. Así que, al menos, en eso son buenos. Algo es algo.
Quedan en 16-13, intentando pasar de equipo malo a equipo mediocre, algo que más o menos van consiguiendo, aunque siguen lejos de los siguientes escalones (equipo bueno, muy bueno… ¿y aspirante?).
Tampoco acompaña la suerte: siguen sin debutar Nunn y Ariza y ahora faltan por protocolos COVID Horton-Tucker, Monk y Howard. Así que vuelven a estar sin media rotación.
Pero concentrémonos en la buena noticia, porque no es fácil esta temporada tener motivos para sonreír con los Lakers.
Y esta vez hubo uno: Austin Reaves, el chico de Arkansas que evitó la cola de la segunda ronda del draft para no ser drafteado y firmar como agente libre por los angelinos; el Kobe paleto que ya en pretemporada opositó a convertirse en el nuevo Caruso para los aficionados angelinos.
Y, más allá de todo eso, un jugador muy inteligente, que se maneja como un veterano, se entiende con las estrellas y tiene una elegante finura en ataque.
Reaves inició muy bien la temporada, le paró una lesión muscular y ha regresado donde lo dejó, esta vez apareciendo para sostener una rotación mermada y para ganar el partido: 15 puntos, 7 rebotes y un 5/6 en triples que incluyó el tiro ganador, en el último segundo de la prórroga y asistido por Russell Westbrook.
Los Mavericks siguen sin Luka Doncic, que ha sumado a sus problemas de puesta a punto sus molestias en el tobillo y la rodilla.
El esloveno se ha perdido ya siete partidos, una cuarta parte de la temporada, y su equipo está 14-14, de vuelta al 50% de victorias y en tierra de nadie en un Oeste en el que casi todo el mundo está en tierra de nadie.
Al menos, los Mavs tuvieron opciones de ganar, sin Doncic y en un (otro) día espantoso en el tiro exterior: 12/44 en triples, 4/21 los titulares.
No solo tuvieron opciones, es que tenían que haber ganado: manejaron ventajas de siete puntos, que se esfumaron, en el último cuarto.
Y mandaban 93-90 antes de una posesión final en la que hicieron todo mal. Tenían todavía una falta por hacer y no la hicieron.
Y después de un fallo de LeBron, Porzingis y Kleber se estorbaron en la lucha por el rebote y Anthony Davis lo rebañó para que Wayne Ellington, desde la esquina izquierda, forzara de forma más bien milagrosa la prórroga.
Los Lakers salvaron el pellejo y acabaron ganando con un buen tiempo extra de Westbrook, como director y con un triple final (desde el mismo sitio que Ellington) en un intercambio de tiros de tres en el último minuto: Tim Hardaway, Westbrook, Kleber… y Reaves.
Sin Doncic, ninguna de las demás estrellas brilló demasiado.
Porzingis acabó con 23 puntos y 12 rebotes, y casi lleva a su equipo a la victoria en el último cuarto después de estar muy flojo los tres anteriores, cuando su equipo vivió de las penetraciones de Jalen Brunson (25+9 asistencias).
En los Lakers, muy discreto LeBron (24 puntos, 5 asistencias), incómodo esta vez contra un rival grande en sus minutos como pívot, y de menos (de nada: cero) a más Anthony Davis, que volvió tras dos partidos fuera y jugó un primer tiempo horrendo (1/5 en tiros y 5 pérdidas) tras el que se rehízo: 20 puntos, 12 rebotes. Westbrook fue el mejor de los tres: 23+10+9 y buenas decisiones en la prórroga.
Los Lakers han mejorado en defensa en las últimas semanas porque, aunque el personal no es el ideal, esa es la especialidad de la casa Vogel.
Pero siguen a años luz de ser fiables, sostenibles, redondos: esta vez pasaron en el segundo cuarto de ganar 23-35 a perder 38-35, un 15-0 durante el que se los tragó la tierra.
El resto fue cal y arena, opciones de ganar y de perder y otra vez la lotería de la prórroga.
Pero, al menos, un motivo para sonreír: Austin Reaves, un muy buen jugador que merece, esté quien esté y falte quien falte, un lugar constante en la rotación de los Lakers. Desde luego, en la de estos Lakers.