Por Agencias
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Unos 100 migrantes de varios países vagaban sin rumbo y desorientados por las calles del atribulado balneario de Acapulco, en la costa del Pacífico.
Después de caminar durante un par de semanas por el sur de México con cientos de otros migrantes, aceptaron una oferta de los funcionari@s de inmigración para llegar a Acapulco con la idea de que pudieran continuar su viaje hacia la frontera con Estados Unidos.
En cambio, se encontraron varados el lunes.
A menos de dos semanas de la segunda investidura del presidente electo Donald Trump, México continúa disolviendo las caravanas de migrantes que llaman la atención y dispersando a los migrantes por todo el país para mantenerlos lejos de la frontera con norte, al tiempo que limita la cantidad de ellos que se acumulan en un mismo lugar.
La política de “dispersión y agotamiento” se ha convertido en el centro de la política migratoria del gobierno mexicano en los últimos años y el año pasado logró reducir significativamente el número de migrantes que llegan a la frontera con Estados Unidos, señaló Tonatiuh Guillén, exjefe de la agencia de inmigración de México.
La actual administración de México espera que las cifras más bajas les brinden cierta defensa ante las presiones de Trump, aseguró Guillén, quien dejó la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador después de que Trump amenazara con imponer aranceles por la migración, durante su primera presidencia.
“Los funcionarios de Migración nos dijeron que nos iban a dar un permiso para transitar libremente por el país durante 10, 15 días y no fue así. Nos dejaron tirados aquí sin ninguna manera de salir. No nos venden boletos (de autobús). No nos venden nada”, dijo Ender Antonio Castañeda, un venezolano de 28 años.
Castañeda, como miles de otros migrantes, había salido de la ciudad sureña de Tapachula, cerca de la frontera sur con Guatemala.
VENEZUELA
El líder opositor venezolano Edmundo González, quien se exilió y afirma haber derrotado al presidente Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del año pasado, indicó que su yerno fue secuestrado el martes en la capital de Venezuela.
González, quien estaba de viaje en Estados Unidos, indicó que Rafael Tudares fue secuestrado cuando se dirigía a dejar a los dos nietos de González en la escuela en Caracas.
En una publicación en X, González dijo que “hombres encapuchados, vestidos de negro”, interceptaron el vehículo y subieron a Tudares “a una camioneta de color dorado”.
No dijo qué pasó con sus nietos de 6 y 7 años.
El secuestro ocurrió a pesar de un aumento significativo en la presencia policial y militar desde el día de Año Nuevo en Caracas antes de la ceremonia de juramentación del viernes de Maduro, quien según el gobierno ganó un tercer mandato en las elecciones de julio.
La oficina de prensa del gobierno venezolano no respondió para comentarios.
González, un diplomático retirado, representó a la coalición opositora Plataforma Unitaria de Venezuela en las elecciones presidenciales, que él y Maduro afirman haber ganado.
La Plataforma en un comunicado calificó el secuestro de Tudares como una “desaparición forzada por razones políticas”.
“Exigimos la liberación inmediata de Rafael Tudares y todos los presos políticos, quienes son rehenes de un régimen que se sabe rechazado por la gran mayoría de los venezolanos que se expresaron con la fuerza del voto (el 28 de julio)”, dijo la coalición en el comunicado.
González salió de Venezuela para exiliarse en España en septiembre después de que un juez emitiera una orden de arresto en su contra en relación con una investigación relacionada con las elecciones.
En las últimas semanas, ha prometido regresar a su país natal para prestar juramento.
González, de 75 años, está de gira por las Américas para tratar de conseguir apoyo para su esfuerzo por sacar a Maduro del cargo antes del viernes.
Ese es el día en que, por ley, comienza el próximo mandato presidencial del país sudamericano.
Esta semana, González se reunió con el presidente estadounidense Joe Biden en la Casa Blanca, así como con el representante estadounidense Mike Waltz, designado por el presidente electo estadounidense Donald Trump para ser su asesor de seguridad nacional una vez que preste juramento el 20 de enero.
