Resumen internacional

Por Agencias
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Un juez federal en Brooklyn programó una audiencia de cambio de declaración para el 25 de agosto, lo que marca un giro radical en el caso contra el capo de 77 años, quien durante décadas lideró el notorio cártel de Sinaloa junto con su cofundador, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

La orden judicial no especificó de qué cargos Zambada planea declararse culpable. Zambada, quien se declaró inocente el año pasado de una serie de cargos que incluyen tráfico de drogas, infracciones de armas de fuego y lavado de dinero, fue considerado intocable durante mucho tiempo, evadiendo la captura durante más de 20 años antes de su arresto en Texas en 2023.

Fue detenido tras llegar en un jet privado desde México, acompañado por Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo.

La fiscalía estadounidense acusa a Zambada de ayudar a transformar el Cártel de Sinaloa, de una red regional a la mayor organización de narcotráfico del mundo, transportando grandes cantidades de cocaína, heroína, metanfetaminas y fentanilo a través de la frontera estadounidense.

Según documentos judiciales, comandaba una fuerza de estilo paramilitar de sicarios armados que perpetraban asesinatos, secuestros y actos de tortura bajo su dirección.

Los fiscales alegan que, apenas unos meses antes de su arresto, Zambada ordenó el asesinato de su propio sobrino, lo que pone de relieve la violencia despiadada que mantuvo su control sobre el cártel.

A principios de este mes, los fiscales informaron al tribunal que no solicitarían la pena de muerte contra Zambada, siguiendo una directiva de la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi.

De ser declarado culpable, aún enfrenta una posible cadena perpetua.

El juez que preside su caso, Brian M. Cogan, es el mismo jurista federal que condenó a El Chapo a cadena perpetua en 2019 tras un juicio fulgurante que expuso las operaciones internas del cártel de Sinaloa.

La declaración de culpabilidad de Zambada marcaría un hito en la persecución que el gobierno estadounidense ha llevado a cabo durante décadas, contra los líderes de los cárteles que han alimentado la epidemia de opioides en Estados Unidos y perpetuado la violencia en México.

Su arresto y el acuerdo de culpabilidad pendiente se producen en medio de una ofensiva más amplia que también ha involucrado a Joaquín Guzmán López, quien enfrenta cargos en Chicago, y a su hermano Ovidio Guzmán López, quien se declaró culpable el mes pasado.

Ni l@s abogad@s defensores de Zambada ni los fiscales en Brooklyn han hecho comentarios públicos sobre la audiencia de declaración de culpabilidad.

Sin embargo, tanto para las autoridades estadounidenses como mexicanas, el fin del reinado de El Mayo señala el colapso de una de las figuras más elusivas en la historia del crimen organizado.

Las elecciones presidenciales de Bolivia se encaminan a una segunda vuelta sin precedentes después de que la votación del domingo pusiera fin a más de dos décadas de dominio del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS), el partido fundado por el expresidente Evo Morales.

El Senador centrista Rodrigo Paz, hijo de un expresidente boliviano, se enfrentará al expresidente de derecha Jorge “Tuto” Quiroga en la segunda vuelta, programada para el 19 de octubre.

Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría necesaria para una victoria absoluta en la primera vuelta, lo que marca la primera segunda vuelta en el país desde el retorno a la democracia en 1982.

Según los resultados oficiales, Paz obtuvo poco más del 32% de los votos, mientras que Quiroga quedó rezagado con poco más del 26%. Según la ley boliviana, un candidato debe obtener más del 50% de los votos, o al menos el 40% con una ventaja de 10 puntos, para evitar una segunda vuelta.

Paz, exalcalde que hizo campaña bajo el lema “Capitalismo para todos”, se presentó como el rostro de la renovación, prometiendo alejar al país de las políticas estatistas del MAS.

Su programa incluye la reducción de aranceles, la reducción de impuestos y la ampliación del acceso a pequeños préstamos para emprendedores, en un esfuerzo por abordar la crisis económica más profunda de Bolivia en cuatro décadas.

La campaña de Paz cobró un impulso inesperado tras unir fuerzas con Edman Lara, excapitán de policía con un fuerte apoyo evangélico y reputación de ser un crítico abierto de la corrupción.

Lara enfatizó que su campaña se basó en el apoyo popular más que en grandes gastos.

“No invertimos millones, invertimos en la confianza de la gente”, afirmó. “Mientras otros gastaron fortunas en carteles y anuncios de televisión, nosotros confiamos en la fuerza ciudadana y en un mensaje de unidad”.

Los resultados electorales supusieron un golpe histórico para el MAS, que ha gobernado casi ininterrumpidamente desde que Morales asumió el cargo en 2006 como parte de la «marea rosa» de América Latina.

El sucesor de Morales, el actual presidente Luis Arce, dejará el cargo en medio de una caída en los índices de aprobación y una creciente frustración pública por la mala gestión económica.

«La democracia ha triunfado», declaró Arce tras el anuncio de los resultados de la primera vuelta, reconociendo la decisión del electorado e instando a los bolivianos a alzar su voz de nuevo en la segunda vuelta.

Mientras el país se prepara para las elecciones del 19 de octubre, los analistas afirman que el futuro del panorama político boliviano podría depender de cómo se posicionen los antiguos simpatizantes del MAS, ya sea apoyando a uno de los candidatos o absteniéndose en protesta.