Por Agencias
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La erupción del volcán se oyó desde Alaska y las olas atravesaron el océano para causar un derrame de petróleo y dos muertes por ahogamiento en Perú.
Las impactantes imágenes por satélite recordaban a una gran explosión nuclear.
Y sin embargo, pese a estar casi encima del volcán que entró en erupción con tanta violencia el sábado, la nación pacífica de Tonga parecía haber evitado el desastre generalizado que muchos temían en un principio.
Quizá el mayor problema sea la ceniza que ha cubierto la isla principal y la ha convertido en un paisaje lunar, además de contaminar el agua de lluvia de la que depende la gente para beber.
El Ejército neozelandés prepara un envío de agua potable y otros suministros necesarios, pero señaló el martes que la ceniza que cubre la pista principal de aterrizaje retrasará el vuelo al menos un día más.
Por el momento, Tonga ha reportado dos muertos y mantiene la preocupación por las personas en dos islas pequeñas que se vieron muy afectadas.
Las comunicaciones estaban cortadas en todas partes, lo que hacía más difícil evaluar los daños.
Pero en la isla principal de Tongatapu, al menos, la vida regresaba poco a poco a la normalidad.
El tsunami que golpeó las zonas costeras tras la erupción asustó a muchos, pero apenas alcanzó los 80 centímetros (2,7 pies) de altura, lo que permitió escapar a la mayoría de la gente.
“Tenemos graves temores, dada la magnitud de lo que vimos en esa (erupción) sin precedentes”, dijo Katie Greenwood, líder de la delegación en el Pacífico de las Sociedades de Cruz Roja y la Media Luna Roja. “Por fortuna, en esos grandes centros de población no estamos viendo el efecto catastrófico que pensamos que podría ocurrir, y eso son muy buenas noticias”.
Greenwood, que tiene su base en Fiyi y ha hablado con personas en Tonga por teléfono satelital, dijo que se estimaba que unas 50 viviendas habían quedado destruidas en Tongatapu, pero que nadie había necesitado refugios de emergencia.
Unas 90 personas en la isla cercana de ’Eua estaban alojadas en refugios.
Responsables humanitarios de Naciones Unidas y el gobierno de Tonga reportaron “daños estructurales considerables en torno a Tongatapu”, indicó el vocero de Naciones Unidas Stephane Dujarric.
“No ha habido contacto desde el grupo de islas de Ha’apai, y estamos especialmente preocupados por dos islas de baja altitud, Mango y Fonoi, tras vuelos de vigilancia que confirmaron considerables daños a las propiedades”, dijo Dujarric.
La Alta Comisión de Nueva Zelanda en Tonga también reportó “daños considerables” en la costa occidental de Tongatapu, lo que incluía complejos turísticos y la zona de la línea de costa.
La policía de Tonga había confirmado dos muertes en el tsunami, incluida la de una ciudadana británica, señaló la comisión.
Como otras naciones del Pacífico, Tonga se ve expuesta habitualmente a fenómenos naturales extremos como ciclones o terremotos, lo que hace a la gente más resiliente ante los desafíos que suponen.
De hecho, Greenwood señaló que Tonga no quería recibir un aluvión de cooperantes tras la erupción. Tonga es uno de los pocos lugares del mundo que han logrado evitar brotes de coronavirus, y las autoridades temen que si los forasteros llevan el virus puedan crear un desastre mucho mayor que el que ya afronta el país.
Otra preocupación es que pueda haber una nueva erupción, explicó Greenwood. En este momento no hay equipamiento en torno al volcán que pueda ayudar a predecir esa posibilidad.
Imágenes por satélite registraron la espectacular erupción, que produjo una enorme nube de ceniza, vapor y gas con forma de hongo sobre el Pacífico Sur.
El volcán se encuentra unos 64 kilómetros (40 millas) al norte de la capital de Tonga, Nuku’alofa.
Dos personas se ahogaron en Perú, que también reportó un derrame de petróleo después de que las olas desplazaran un barco que estaba transfiriendo crudo en una refinería.