Trump intensifica su discurso antimigración con ataques a la comunidad somalí

Por Redacción
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Desde su primera campaña presidencial, Trump ha recurrido a expresiones que han sido calificadas como ofensivas hacia distintos grupos. Pero sus declaraciones recientes marcan una escalada en la narrativa oficial. El mandatario no solo insistió en que Estados Unidos debe expulsar a quienes carecen de estatus legal, sino que aseguró que no desea en el país a las aproximadamente 260.000 personas de ascendencia somalí que viven legalmente en territorio estadounidense.

“Que regresen al lugar de donde vinieron y lo arreglen”, dijo el presidente, una frase celebrada por parte de los funcionarios presentes. El vicepresidente, JD Vance, fue captado levantando el puño, mientras el secretario de Defensa, Pete Hegseth, elogió al mandatario frente a las cámaras.

Las palabras de Trump alimentaron un debate de larga data sobre la identidad estadounidense y sobre quién puede sentirse parte de la nación. Las redadas recientes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y las deportaciones ordenadas desde la Casa Blanca han ampliado las divisiones políticas y sociales en torno a la inmigración. Críticos señalan que el presidente está normalizando un lenguaje que antes era considerado inadmisible en el discurso público.

Historiadores y académicos advierten que Trump ha llevado al centro de la conversación ideas antes relegadas a los márgenes. Carl Bon Tempo, profesor de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany, explicó que el mandatario ha “legitimado” expresiones que en décadas pasadas se consideraban fuera de los límites aceptables.

La hostilidad hacia ciertos grupos de inmigrantes no es nueva en Estados Unidos. Hubo campañas contra los chinos en el siglo XIX y la detención masiva de japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el volumen y la frecuencia con la que Trump aborda el tema han sorprendido incluso a analistas que han estudiado los discursos presidenciales de las últimas décadas.

El gobierno ha emprendido una ofensiva para restringir la inmigración en múltiples frentes. La propuesta de eliminar la ciudadanía por nacimiento está en manos de la Corte Suprema. El sistema de asilo se ha reducido drásticamente y casi no se procesan nuevas solicitudes. Además, esta semana se suspendió la inmigración desde 19 países que se encuentran bajo un veto de viaje impuesto por la administración.

Encuestas recientes muestran que la inmigración sigue siendo uno de los temas en los que Trump recibe mayor aprobación entre sus seguidores, aunque su respaldo ha disminuido respecto a meses anteriores. Aun así, el presidente continúa impulsando medidas restrictivas. El miércoles, agentes federales realizaron redadas en Nueva Orleans como parte de una estrategia nacional más amplia.

Las declaraciones del presidente generaron respuestas inmediatas dentro y fuera de Estados Unidos. Trump afirmó que los somalíes “vienen del infierno” y “no contribuyen en nada”, y también atacó directamente a la congresista Ilhan Omar, demócrata por Minnesota, a quien calificó de “basura”. Omar respondió que ella y su comunidad no serán utilizadas como “chivos expiatorios”.

En Somalia, las palabras del presidente provocaron indignación. Ibrahim Hassan Hajji, residente de Mogadiscio, expresó que su percepción de Estados Unidos cambió abruptamente y que ya no tiene intención de viajar al país. En Europa, abogados y analistas mostraron preocupación ante la posibilidad de que otros líderes adopten discursos similares, señalando que en países como Francia ese tipo de declaraciones serían ilegales para cualquier persona que no fuera jefe de Estado.

Aun así, Trump afirmó que no está preocupado por cómo su retórica es percibida en el extranjero. “No me importa. No los quiero”, dijo, cerrando su intervención con un mensaje que subrayó la línea dura que ha marcado su segundo mandato.