Trump y la Ley de Enemigos Extranjeros, puede dejar encarcelados y deportad@s a inmigrantes indocumentados y naturalizados

Por Agencias
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En el ya infame mitin en el Madison Square Garden de Nueva York, donde él y sus invitados insultaron vulgarmente a mujeres, inmigrantes y donde se tachó a Puerto Rico de “un pedazo de tierra con basura en medio del mar”, Trump dijo que planea invocar la Ley de Enemigos Extranjeros.

“Invocaré la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798… piensen en eso. Hace tanto tiempo… tenían ley y orden… Tenían algunas duras. Prepárense”, expresó a sus partidarios.

La ley, que data de hace más de dos siglos, permite la deportación de ciudadan@s extranjeros de países enemigos durante tiempos de guerra, lo que subraya el enfoque propuesto por Trump para combatir la inmigración ilegal.

Han pasado más de 200 años desde entonces, pero sus disposiciones legales no han cambiado significativamente.

La Ley de Enemigos Extranjeros, parte de las Leyes de Extranjería y Sedición aprobadas en 1798 por un Congreso controlado por los federalistas, tenía como objetivo regular a los inmigrantes en medio de las crecientes tensiones con Francia. 

Anticipándose al conflicto, la ley facultó al presidente para detener o deportar a ciudadanos extranjeros de países enemigos durante tiempos de guerra, especialmente a inmigrantes recientes que pudieran alinearse con los adversarios de Estados Unidos.

Dirigidas principalmente a los inmigrantes de Francia e Irlanda, que eran en gran medida pro-franceses, las leyes de extranjería aumentaron el período de naturalización de 5 a 14 años, autorizaron la detención de ciudadanos extranjeros de países enemigos y permitieron al presidente expulsar a cualquier extranjero considerado una amenaza para la seguridad. 

A diferencia de otras leyes de la serie, que restringían la libertad de expresión y ampliaban los requisitos de ciudadanía, la Ley de Enemigos Extranjeros permaneció en vigor a largo plazo, otorgando a los futuros presidentes poderes similares en conflictos posteriores.

Esta ley fue una de las primeras en aprovechar el control de la inmigración como medida de seguridad nacional.

“La última vez que se impugnó la Ley de Enemigos Extranjeros, en el caso Ludecke v. Watkins en 1948, la Corte Suprema confirmó la prolongada confianza del Presidente Harry S. Truman en la ley tres años después del fin de la Segunda Guerra Mundial”, afirma Yon Ebright. 

Esta ley hizo que miles de japoneses en todo el país fueran puestos en campos de detención, incluyendo ciudadan@s naturalizad@s, y quienes por decreto pierden empleos, negocios, ahorros y pierden el derecho de apelar la ley.

“Sin duda esto hay que tomárselo muy en serio, Trump con su consejero en temas migratorios, Stephen Miller, planean deportar a cualquier inmigrante, principalmente a l@s latin@s, incluso aquell@s que sean ciudadan@s, y si logran el control de las dos cámaras no habrá manera de ponerles un alto”, indicó el abogado y analista político, Bert Lewis.

• Detención y deportación: El presidente puede detener o deportar a cualquier hombre mayor de 14 años de una nación enemiga si se lo considera una amenaza potencial, incluso ciudadan@s naturalizad@s. Restricciones de movimiento y propiedad: El presidente también puede imponer limitaciones sobre los lugares a los que pueden viajar estas personas o exigirles que se presenten regularmente ante las autoridades gubernamentales y confiscar todos sus bienes.

• Medidas de protección: La ley permite medidas que, en teoría, protegen a los EE. UU. al controlar o mitigar los riesgos potenciales que plantean los ciudadanos extranjeros de naciones hostiles.

Anteriormente, en Aurora, Colorado, Trump había anunciado la «Operación Aurora», una iniciativa nacional propuesta dirigida a los inmigrantes indocumentados si fuera reelegido. 

Dirigiéndose a sus partidarios en Aurora, Trump acusó a la vicepresidenta Kamala Harris de permitir la inmigración ilegal.

 «Kamala ha importado un ejército de pandilleros extranjeros ilegales y criminales inmigrantes de las mazmorras del Tercer Mundo». 

Describió a Aurora como «invadida» por pandilleros venezolanos, a pesar de que los funcionarios locales, incluidos los republicanos, refutan tales afirmaciones.

Refiriéndose a una supuesta “invasión” en la frontera sur, calificó a Estados Unidos de “América ocupada” y prometió deportaciones masivas si era reelegido.

“El 5 de noviembre de 2024 será el día de la liberación en Estados Unidos”, prometió, vinculando su promesa a la fecha de las elecciones.

La descripción que hace el expresidente de la inmigración como una crisis nacional se produce a pesar de que las estadísticas del Departamento de Policía de Aurora muestran una disminución en las tasas de delitos graves desde el año pasado.

Trump siguió caracterizando a los inmigrantes como una amenaza, utilizando un lenguaje que sugería que representaban un riesgo para la salud pública. 

“Están muy enfermos, muy enfermos. Vienen a nuestro país… muy, muy enfermos con una enfermedad altamente contagiosa”, afirmó.

Esta retórica sigue a las afirmaciones no probadas que Trump hizo en un mitin anterior, donde alegó que los inmigrantes haitianos en Springfield estaban “matando y comiendo mascotas”, una declaración que las autoridades estatales han descartado como infundada.