Por Carlos Hernández
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Esta semana se inició con una noticia de carácter mundial que nos debe de preocupar muchísimo, como es el hecho que los glaciales en el Polo Norte se derriten a un ritmo jamás visto en 700 años.
Un estudio revelado por la ONU, indicó que los glaciales de la Antártica han llegado a su punto más bajo registrado en la historia, que al ritmo que vamos, tanto el derretimiento de esta zona sur del planeta como con la de Groenlandia al norte, hará que ciudades enteras dejen de existir.
Así como lo escuchan, al ritmo que vamos para el año 2045 se habrían derretido el 90% del hielo en los Polos el cual mantiene y nivela la temperatura del planeta para que la humanidad pueda vivir, y esto significa que el caudal de los océanos crezca de manera nunca antes vista.
La humanidad vería como los niveles del mar se elevarían hasta 70 metros, así es, es decir que todas las ciudades costeras del mundo desaparecerían, así de inverosímil como la legendaria Atlántida.
Esto es para estar preocupadísimos, sobre todo nosotros que tenemos la suerte de vivir en esta hermosa zona de la Costa Central, ya que todas nuestras ciudades desaparecerían, con estos cambios el Puerto de Hueneme desaparecería y se tuviese que hacer uno en Thousand Oaks, ya que el agua llegaría hasta las faldas de sus colinas.
Sin embargo, no todo fueron malas noticias para el único planeta que tenemos, ya que el Presidente Joe Biden tuvo el valor de vetar una propuesta de Ley republicana que esa mayoría había pasado en el Congreso, que dañaba más el medio ambiente.
Biden buscó acabó con la medida que prohibiría al gobierno considerar los impactos ambientales o posibles demandas al tomar decisiones de inversión para los planes de jubilación de las personas.
En un video difundido por la Casa Blanca, Biden dijo que vetó la medida porque “pone en riesgo los ahorros para la jubilación de las personas en todo el país”.
Y es que era algo lógico y de esperarse, ya que por su propia naturaleza, las pensiones llegan en una etapa de vida de retiro, en una edad que se supone se debe disfrutar la vida de manera placentera y no vivir en un ambiente apocalíptico como el que nos pondría una ley de tal magnitud.
Y es que de no haber decretado el veto presidencial, los fondos de inversión moverían miles de millones de dólares a industrias que explotan los recursos naturales a una magnitud excepcional, pero que a la vez causan daños ambientales irreversibles como los que se viven en los Polos.
Biden, con sus virtudes y defectos, para unos el Presidente es muy pasivo, hasta frágil, sin embargo ha mostrado ser un mandatario que trabaja bien con las bancadas de los dos partidos, es por ello que este es su primer veto de los más de dos años de mandato, y el cual no podría llegar en mejor momento.
Tampoco hay que olvidar, que el veto es una jugada política del Presidente, ya que podría ayudar a calmar parte de la ira de los ambientalistas que están molestos con su administración por su reciente decisión de dar luz verde al proyecto petrolero Willow, un proyecto de perforación masivo y polémico en Alaska.
Así, la vida de nuestro amado planeta está en juego, y por consiguiente las de las próximas generaciones, es decir sus hij@s, y l@s hij@s de sus hij@s, el calentamiento global no es un juego ni mucho menos una falacia, como la quieren vender sus detractores.
Está Comprobado que, de no cambiar el final de la humanidad y los desastres naturales, como las tormentas que ahora mismo estamos experimentando, confirman lo peor, nuestro ecosistema está enfermo, nos pide ayuda, porque tiene todos los síntomas de que sí esto no cambia, catástrofes naturales nunca antes vistas están por llegar.