Por Aliz Ruvalcaba
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El 2020 ha sido un año de muchos retos para el mundo entero y a nivel local, los residentes de la Costa Central no se han podido escapar del sinnúmero de consecuencias que el COVID-19 ha traído consigo.
Ya sea la fatiga, el miedo al contagio, el apoyar a un familiar enfermo con el virus, las pérdidas tanto en el aspecto laboral, económicas, y para muchos otros, han afectado a otros niveles de manera irreparable al haber sido afectados directamente con la muerte de algún familiar o amigo durante esta pandemia ocasionada por el coronavirus.
El estado de California recibió la orden de permanecer en casa que se hizo efectiva el pasado lunes 7 de diciembre y que permanecerá activa al menos hasta el día 28 de diciembre, donde el gobernador Newson anunció que podrían registrarse mayores restricciones a cualquier región del estado que tuviera menos del 15% de capacidad disponible dentro de sus salas de cuidados intensivos (ICU por sus siglas en inglés).
De acuerdo al Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el número de casos positivos al COVID-19, las hospitalizaciones, y las muertes continúan incrementando a lo largo y ancho del país, por lo que la mejor forma de celebrar de una manera segura es estando en casa únicamente con la gente que vive bajo el mismo techo.
Las celebraciones del Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) mostraron de manera clara en las estadísticas que las reuniones con familiares y amigos que no viven en el mismo hogar incrementaron los riesgos de contagio y de propagación del virus COVID-19 y de la influenza.
En los últimos 7 días, el número de casos en el país suma ya 1,469,680 en todo el país, hasta el lunes los Condados de Ventura y Santa Bárbara reportaban sólo ese día, 398 y 375 casos nuevos, respectivamente, por lo que las autoridades piden recato en las celebraciones de la última semana del año.
La constante adaptación que ha sido requerida para poder manejar la pandemia en los diferentes niveles que se ha presentado a lo largo de éstos últimos 10 meses ha traído un desgaste físico y mental para muchos, y a su vez ha podido dar un nuevo sentido de apreciación para los elementos que aún existen.
Para Gabriela Ayala Rodríguez, residente de Santa Bárbara, la Navidad 2020 será una oportunidad para agradecer la oportunidad de estar juntos.
“El virus no nos permitirá reunirnos con nuestros seres queridos y amistades como lo hemos hecho en años atrás, el hecho de no poder abrazarnos y pasar en familia la noche buena y festejar el nacimiento de Jesús es algo que si nos afecta, pero aun así festejaremos y trataremos de celebrar de la mejor manera aunque seamos nomás 4 personas” explica Ayala Rodríguez.
Al mismo tiempo, Gabriela asegura que sabe que hay mucho que agradecer en este tiempo, y ha aprendido a valorar más la vida.
“El poder despertar cada día, tener esa salud, que muchas personas han perdido y agradecer su vida y todo lo bueno que pudieron dejarnos”, enfatiza Gabriela.
Pensar en la temporada Navideña que dará el cierre de un año como lo fue el 2020, es particularmente difícil de asimilar para muchos como es el caso de Gracie Huerta, residente de Goleta, quien asegura que el año le ha traído muchas lecciones y despertares que no hubieran podido ocurrir en ningún otro tiempo.
“No es fácil describirlo por todo lo que ha pasado, es difícil saber hasta por dónde empezar a resumir mi año, mi papá falleció durante el COVID, no murió a casusa del virus”.
Gracie comparte que su progenitor estaba en un asilo, pero por los últimos meses no lo pudo visitar o llevarlo a comer a su casa entre semana como lo hacía antes.
“El presenciar su muerte a través de la ventana de su cuarto porque no nos dejaban entrar a verlo fue algo muy extraño, y al mismo tiempo sentir que tuvimos suerte con que él tuviera esa ventana, ya que había muchas familias con familiares ahí mismo que ni siquiera podían verlos por sus ventanas. La verdad fue muy impactante.
Gracie también explica que todo el proceso después de su muerte fue también muy duro de asimilar para ella, su madre y toda su familia.
cuando me di cuenta que esa necesidad básica como de recibir un abrazo y que ni eso fue posible en este tiempo, la manera en cómo se manejó el proceso de su muerte y para los adultos mayores de nuestra familia fue la parte religiosa donde no hubo un cierre como estamos acostumbrados al tener una misa, un novenario y el hecho de no poder reunirnos fue muy pesado” recuerda Gracie.
Como todas las situaciones, este virus ha traído muchas oportunidades de aprendizaje para muchos, y para Gracie no fue la excepción.
“Durante este tiempo pude conocer mucho más sobre la neurociencia, ha sido fascinante darme cuenta cómo trabaja mi cerebro y entender que muchas de las situaciones que estaba viviendo, como estar tan casada (aún cuando he estado trabajando desde casa), para el cerebro es nuevo, cuando se cambian las rutinas tan sencillas como el utilizar cubre bocas y desinfectar los artículos al ir de compras”.
El nuevo estilo de vida que muchos han adoptado ha creado conflictos internos personales, como lo explica Gracie, quien al principio de la pandemia tuvo muchos dilemas por que no quería hacer muchas cosas de las que las autoridades mandaban.
“Sentía que no estaba entre la población de riesgo, y no fue sino hasta que me rendí y entendí que lo que hago no solo me afecta a mí, sino a los míos y todos los demás. Ahora es mucho más fácil entender que mi sacrificio apoya la vida de muchas personas, lo que nos toca es cuidarnos los unos a los otros, permanecer en casa y hacer lo que esté de nuestra parte en estos próximos meses, aunque esta Navidad no sea lo que esperamos, yo creo que es importante estar consciente de que esto no va a terminar pronto, sino hasta a lo mejor hasta el 2022”.
Además, ella explica que la rutina del uso del cubrebocas genera cansancio debido a que internamente el proceso de asimilación es desgastante, aunque no se proyecte en el exterior.
“El asimilar el porqué me siento como me siento ha sido básico para mi salud mental, para mí esto fue lo que por fin me ayudó a entender qué es y de donde viene”, indica Gracie.
TIEMPO DE REFLEXIÓN Y RECONEXIÓN
Y es que la pandemia del COVID-19 sin duda hará que las celebraciones navideñas y de final de año entre amigos y familia cambien completamente, si bien este año ha traído estrés y aislamiento para muchos, los festejos decembrinos se prestan como una excelente oportunidad para reconectar con otros que han pasado por situaciones muy similares y a su vez, es momento de recordar que este virus también ha dejado lecciones positivas.
Para Lena Morán-Acereto, residente de Ventura la pandemia trajo bajo el brazo grandes regalos, cuenta que inició como cualquier otro, donde por trabajo tenía que viajar de un lugar a otro, y no fue sino hasta que viajó en marzo por su trabajo y al regresar tan sólo un par de días después se dio cuenta que ya todo estaba cambiado.
“Fue cuando apenas todo empezaba a cerrar, empezar a trabajar desde casa y acoplarme a todos los cambios que eso traería. Poco a poco me empecé a dar cuenta del privilegio con el que me tocó vivir esta pandemia, darme cuenta que al ser capaz de trabajar desde casa no tenía que estar manejando mi auto de Ventura a SB o a Santa María constantemente, y mis dolores de espalda empezaron a disminuir”, asegura.
Lena también señala que a medida que pasaba el tiempo pudo aprender que no tenía que siempre estar haciendo algo de un lado a otro para poder realizar sus labores, aprendió a hacer cosas que jamás me hubiera imaginado como el dar cursos y talleres por internet, cuando antes lo veía como imposible.
Así mismo, Lena comparte que se dio cuenta de todo lo bueno que le trajo la pandemia a la hora de pasar más tiempo con su hijo, ya que se involucró más en sus estudios, y en diferentes momentos y eventos que para ella no hubieran sido posible si no hubiera estado trabajando desde casa.
“Creo que soy la única persona que no quiere regresar a la normalidad que teníamos antes, este año me ha enseñado mucho a valorar y aprender a buscar ese equilibrio. Pude apreciar el hacer de comer y darme cuenta que pude hacer dos platillos de mis restaurantes favoritos y nos hemos ahorrado mucho dinero así al mismo tiempo. Creo que el siguiente año será una oportunidad para aprender a encontrar ese balance en lo que corresponde a escuela, trabajo y familia”, explica Lena.
VALORAR LO QUE SE PASABA POR ALTO
Para Dolores Inés Casillas, residente de Santa Bárbara, las regulaciones bajo las que se viven en el Condado le han podido dar otro nivel de apreciación a las situaciones o actividades que antes se daban por sentado.
“En el lado laboral, al principio fue muy pesado tener que acoplar todos mis cursos y las clases a hacerlos por Zoom, manejo grupos muy grandes (300 personas en este semestre y empezaremos con 525 en enero) por lo que entrar en esta modalidad ha sido un gran reto. He podido darme cuenta y agradecer de la paciencia que mis estudiantes han tenido conmigo como su profesora”, indica Dolores.
Y es que para la docente el 2020 ha sido un proceso de gran aprendizaje no sólo para ella de impartirlo, sino para los alumnos de poder acostumbrarse a esta nueva modalidad.
Así mismo, asegura que le ha hecho tener una nueva y mayor apreciación por los maestros de sus hijos.
“De no haber sido por el COVID, no hubiera podido tener la experiencia de estar en el mismo espacio (en casa) mientras mis hijos aprendían, y pude darme cuenta y conocerlos a otro nivel, pude conocer cómo son ellos como alumnos, no como mis hijos, y las personalidades que tienen cada uno en sus salones. Pude darme cuenta también de lo afortunados que somos, mi mamá también vive aquí, y el poder estar viviendo en una ciudad como SB, donde tenemos la naturaleza a nuestro alcance para poder disfrutarla”, expresa Dolores.
Dolores también asegura que las restricciones impuestas durante esta pandemia han causado cambios, incluso alterando algunas de las tradiciones familiares.
“Algo de lo que más me pesa de este año es el no tener contacto más cercano con otros, ver como la gente ha podido experimentar diferentes pérdidas, ver a mi mamá perder a su comadre de tantos años fue muy fuerte, mis hij@s extrañan mucho el recreo y el tiempo que pasan con sus amigos, el no poder viajar, nuestra familia está en México y esta vez no pudimos estar con ellos, la familia de mi esposo vive en Hawaii y tenemos más de un año sin poder ir a ver a los abuelos” concluye Inés.
Los próximos días serán un gran reto para gran parte de los residentes de la Costa Central, quienes con tal de traer un poco de alegría a sus familias celebrarán las fiestas decembrinas de una manera distinta, pero para la gran mayoría es más importante sacrificar una navidad quedándose en casa, que sacrificar una vida por celebrar una navidad.