Por Agencias
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El Clásico veraniego respalda la hoja de ruta táctica del técnico blaugrana y pone en aviso al Madrid de cara a la próxima Liga.
Parece que este curso tendrá rival.
El fútbol suele avisar de lejos. Hasta las pretemporadas sirven para extraer conclusiones; con pinzas, eso sí.
En el pasado curso rápidamente se percibió en el Madrid una dureza competitiva que no encontró asomo de rivalidad en LaLiga y que extendió a la Champions con ese aire milagroso.
Ahora se respira también algo diferente en este Barcelona, después de un año traumático, lejos de todos los títulos y de sus referencias futbolísticas, menos durante un tramo alentador con Xavi.
Es precisamente ahí donde quiere volver el entrenador blaugrana y el Clásico de Las Vegas, aun siendo un bolo veraniego, dejó notas positivas a este respecto.
Ayudó al Barcelona el mayor grado de seriedad con el que se tomó el partido y el bagaje de los amistosos previos, pero su fútbol resultó estimulante más allá de eso durante la primera mitad.
El equipo de Xavi se manejó con solvencia en todos los registros.
Con un once muy titular, el Barça elaboró con finura y mecanismos en situaciones de presión alta del Madrid.
Lewandowski, recién llegado, exhibió su control del primer toque en el apoyo.
Las apariciones del delantero polaco oxigenaron a un Barça que disponía a los jugadores en diferentes alturas para atraer y confundir a los jugadores de Ancelotti.
Esta secuencia, donde Busquets ofrece una línea de pase a Eric Garcia y Pedri viene para sacar de zona a Tchouameni liberando así el espacio para Lewandowski y el canario dando continuidad por dentro, estuvo cargada de precisión técnica y posicional.
Lewandowski fue una salida idónea cuando el Madrid adelantaba el bloque, incluso sin estar demasiado certero a veces en las recepciones.
La lectura del ex del Bayern señaló las costuras de Alaba a campo abierto; también de Militao, una pareja que fue de más a menos el curso pasado pero que Ancelotti no está dispuesto a romper como reveló la apuesta por Rüdiger en el lateral izquierdo.
Lewandowski es un jugador extraordinario en el área rival; no lo es menos fuera de la misma.
El Barça pudo y supo correr. El equipo de Xavi articuló transiciones bien hechas aprovechándose de la posición abierta de sus extremos.
En el tramo final estuvo cerca de lograr un resultado más abultado de no ser por Courtois.
Su juego tuvo picante ofensivo: 14 ocasiones creadas por las siete del Madrid.
En contextos de repliegue en campo propio de los de Ancelotti, el Barça tuvo más problemas para generar ante un adversario bien cerrado.
No cooperó en ello la actuación fallona de Busquets (ocho pases errados), aunque Pedri y Gavi sí lucieron en acciones puntuales con la pelota y con movimientos entre líneas y al espacio inteligentes. Raphinha fue su principal peligro.
Además del gol, extraordinario en la ejecución, encaró, centró y demostró cierta intuición táctica. Permanecía muy abierto para estirar la defensa blanca y mantuvo un duelo titánico con Rüdiger. No se amilanó. Cuando jugó en la izquierda tampoco defraudó.
Pero la mejor noticia para Xavi fue la presión adelantada.
Ante un Madrid falto de mayor calidad en el inicio, con Modric y Kroos a la espera en el banquillo, el Barcelona encimó la salida blanca de forma coral y logró provocar errores como el de Militao en el gol.
Pedri (o Gavi) se emparejó con Lewandowski, el extremo del otro lado estaba atento en la vigilancia en el lado débil y los laterales y centrales acompañaban a todo el bloque.
Hubo una rápida activación tras pérdida y las grandes oportunidades en el primer tiempo tuvieron este origen.
Resultó llamativo que Raphinha fuera el jugador que más balones recuperó en el Barça con ocho; en el Madrid fue Courtois (15)… Una muestra de que el Barcelona acababa las jugadas en el área del Madrid.
Es cierto que la presión blaugrana decayó con el carrusel de cambios y con la entrada de Kroos, que desactivó con sus ofrecimientos entre centrales o en el lado izquierdo las intentonas culés.
Los desplazamientos en largo del alemán (11 buenos) obligaron al Barça a retroceder.
En esas situaciones tuvo más problemas para defenderse con orden, pese al buen hacer individual de Araújo en el lateral derecho.
La clara ocasión de Asensio vino habilitada por la presencia solitaria de Rodrygo a la espalda de Busquets sin que el capitán corrigiera ni los centrales salieran de su línea.
Un desorden que no tuvo un castigo que no merecía viendo la trama del encuentro.
Incluso con el cartel de amistoso, el Barça necesitaba ganar el Clásico para desatar una ilusión en alza tras los fichajes.
Nadie se acordará del partido según avance la temporada, pero Xavi seguro que acabó contento con una faena que refuerza el trabajo táctico que lidera.
Se trata de estrechar la distancia con su máximo rival para poder pelearle todo. A priori, el Madrid estará más exigido que en LaLiga pasada.
El Barça debería estar más cerca, aunque el escudo de Courtois sigue siendo inmenso.