Por Redacción
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Con un espectáculo de luces y drones que formaron dioses antiguos y pirámides sobre el cielo de Giza, Egipto inauguró el sábado el Gran Museo Egipcio (GEM), uno de los proyectos culturales más ambiciosos del país y símbolo de su intento por revitalizar la economía a través del turismo.
El museo, ubicado a pocos kilómetros de las pirámides y la Esfinge, busca ofrecer una experiencia moderna para exhibir la riqueza de una civilización que ha fascinado al mundo durante siglos. Tras más de dos décadas de planificación y construcción, el GEM abre sus puertas como el museo más grande del mundo dedicado a una sola civilización.
“Queremos que sea una plataforma para el diálogo, un destino para el conocimiento y un faro para la humanidad”, declaró el presidente Abdul Fatá el-Sisi durante la ceremonia, a la que asistieron miembros de la realeza europea y árabe, así como líderes de más de 70 países.
Una joya cultural para impulsar el turismo
El Gran Museo Egipcio es la pieza central de una serie de megaproyectos impulsados por el gobierno desde 2014, parte de la estrategia de El Sisi para dinamizar una economía golpeada por años de inestabilidad y los efectos del levantamiento de la Primavera Árabe de 2011.
Egipto, cuya historia faraónica siempre ha sido un imán para los visitantes, enfrentaba el desafío de exhibir adecuadamente su vasto patrimonio arqueológico. El antiguo Museo Egipcio de El Cairo, con más de un siglo de antigüedad, se había quedado pequeño y anticuado. El nuevo complejo busca corregir eso con amplias salas, tecnología de punta y explicaciones accesibles.
El GEM albergará unos 50,000 artefactos, incluyendo la colección completa de los tesoros del faraón Tutankamón, que se muestran juntos por primera vez desde el descubrimiento de su tumba en 1922. Entre ellos se encuentran su máscara funeraria de oro, su trono, sarcófago y carros reales.
“Esta colección es la obra maestra del museo”, afirmó el arqueólogo Zahi Hawass, exministro de Antigüedades. “Por Tutankamón, el mundo entero ha esperado este momento”.
Con un costo de 1,000 millones de dólares, la construcción del museo comenzó en 2005 durante el gobierno de Hosni Mubarak, pero sufrió retrasos tras la revolución de 2011 y otros conflictos regionales. Finalmente, el proyecto culmina como una apuesta por el renacer cultural y económico del país.
Una inauguración digna de los faraones
Durante la noche de apertura, filas de actores vestidos como sacerdotes y reinas egipcias rodearon el museo mientras una orquesta interpretaba música ceremonial. Cientos de drones iluminaron el cielo formando las figuras de Isis, Osiris y las pirámides, en una celebración que evocó la grandeza del antiguo Egipto.
Los invitados caminaron por la imponente fachada triangular de vidrio del edificio, inspirada en las pirámides cercanas. En el vestíbulo, un coloso de Ramsés II —uno de los faraones más poderosos de la historia— da la bienvenida a los visitantes.
El museo cuenta con 24,000 metros cuadrados de galerías permanentes, distribuidas en 12 salas que abarcan desde la prehistoria hasta la era romana. Otras dos salas están dedicadas exclusivamente a la vida y el legado de Tutankamón.
“Es un homenaje a la historia, pero también una ventana al futuro”, comentó un visitante extranjero al recorrer las nuevas salas con proyecciones 3D y experiencias de realidad virtual que permiten explorar templos y tumbas con detalle.
Motor de desarrollo y orgullo nacional
Las autoridades egipcias esperan que el GEM reciba alrededor de 5 millones de visitantes al año, lo que lo colocaría entre los museos más populares del mundo, junto al Louvre de París o el Met de Nueva York.
El ministro de Turismo y Antigüedades, Sherif Fathy, afirmó que el museo será clave para alcanzar la meta de 30 millones de turistas para 2032, un aumento significativo frente a los 15.7 millones registrados en 2024.
El gobierno también ha renovado la zona que rodea las pirámides y la Esfinge, construyendo nuevas autopistas, una estación de metro y el Aeropuerto Internacional de la Esfinge, ubicado a solo 40 minutos del museo.
El turismo, que representa cerca del 8% del PIB de Egipto, ha sido una fuente crucial de ingresos. “Cada turista que toma un taxi o compra una botella de agua está inyectando dinero en la economía”, explicó el guía Walid el-Batouty. “Este museo no solo celebra nuestra historia, también garantiza nuestro futuro”.
Con su apertura, Egipto no solo muestra su pasado glorioso, sino que reafirma su ambición de volver a ser un centro cultural y turístico mundial, donde los ecos de los faraones resuenan entre el arte, la tecnología y el orgullo nacional.
