Tom Cruise eleva el blockbuster a la categoría de obra maestra con una secuela que supera a la original.
Acción, humor, emoción y épica son los ingredientes de este cóctel explosivo lleno de nostalgia que ya es el mejor estreno de la carrera de Cruise y en la historia del cine en el Memorial Weekend, que alcanzó los $156 millones sólo en Estados Unidos.
Y es que han pasado ya 36 años desde que Tony Scott dirigió con maestría “Top Gun”, un éxito instantáneo de taquilla que a su vez se convirtió en film de culto.
Pero Cruise no quería precipitarse con la secuela y decidió esperar a tener una historia realmente buena que contar y a que las cámaras y los aviones permitieran contarla de un modo más espectacular e inmersivo.
Joseph Kosinski, director de films como “TRON: Legacy” o “Oblivion”, fue el encargado de dirigir “Top Gun: Maverick” y lo hizo a la perfección, con una puesta en escena milimétrica, un pulso narrativo de vértigo y un casting en estado de gloria.
Se ayudó también de una pieza clave, un guion firmado entre otros por Christopher McQuarrie (guionista de “Sospechosos Habituales” y “Al filo del Mañana” y director de las últimas entregas de la franquicia “Misión Imposible”), creando una trama fantástica que permite al público viajar de nuevo a ese universo “Top Gun” que tanto ama.
Tras unos créditos iniciales que calcan a los originales, se nos presenta a ‘Pete Maverick Mitchel’ (Cruise), después de 30 años de servicio, como uno de los mejores aviadores de la Armada.
Él sigue haciendo lo que más le gusta, llevar los aviones a superar sus propios límites como el valiente piloto de pruebas que es, esquivando el ascenso de rango, que lo dejaría en tierra sin poder volar.
Pero todo se tuerce cuando ‘Chester Hammer Cain’ (un espectacular Ed Harris) quiere retirar la financiación del programa, ya que no han conseguido que sus aviones lleguen a la velocidad Mach 10 (más de 7,500 millas por hora), y quieren sustituir los pilotos por drones pilotados por I.A.
“Maverick” ve esto como una última oportunidad para salvar a su equipo del despido colectivo e ir en contra de las órdenes directas, como tanto le gusta hacer.
Enfundado en un traje casi de astronauta, ‘Maverick’ se sube al impresionante Darkstar para hacer un test de velocidad no oficial en los morros de ‘Cain’, llenándole las gafas de sol de polvo del desierto de Mojave.
Esa es una secuencia inolvidable que fusiona el espectáculo visual de “Interstellar” con la tensión del inicio de “First Man” con una conclusión que recuerda a “Regreso al Futuro”, haciendo delicias del público que ve esto como un adelanto del espectáculo al que estamos siendo sometidos.
‘Cain’ quiere echar a ‘Maverick’ pero el almirante ‘Tom Iceman Kazanksy’ (Val Kilmer en un emotivo rol homenaje), le pide a ‘Maverick’ que sea el encargado de entrenar a un grupo de graduados de Top Gun para una misión casi imposible.
‘Maverick’ muy a su pesar se ve obligado a aceptar el trabajo sin la posibilidad de él poder seguir pilotando.
Lo que no esperaba es que entre los pilotos se encuentre el hijo de su difunto amigo ‘Goose’ (Anthony Edwards), el teniente ‘Bradley Rooster Bradshaw’ (Miles Teller).
Así que ‘Maverick’ tiene que salir a toda pastilla de su hangar convertido en hogar, cogiendo sus míticas Ray Ban Aviator, su icónica chaqueta y su mítica Kawasaki.
Los niveles de nostalgia están disparados por las nubes, y para guinda del pastel, después de conocer a sus nuevos superiores ‘Beau Simpson’ (Jon Hamm) y ‘Solomon Bates’ (Charles Parnell) ‘Maverick’ visitará a ‘Penny’ (la maravillosa Jennifer Connelly), quien le obligará a pagar todas las copas del bar, de donde le acabarán echando sus futuros alumnos antes de conocerle como su nuevo instructor, otro guiño al film original.
Desde fuera del local ‘Maverick’ verá a ‘Rooster’ cantar y tocar al piano Great Balls of Fire, haciéndole entrar en un flashback traumático mientras ‘Penny’ se percata de la situación desde dentro.
La relación romántica entre ‘Maverick’ y ‘Penny’, madre de una joven adolescente, sirve además para articular la historia de redención de ‘Maverick’ que tendrá que superar la muerte de su mejor amigo y ayudar al joven ’Rooster’ a convertirse en el mejor piloto del mundo.
A partir de aquí, ‘Maverick’, ya es el nuevo instructor de un fantástico grupo de pilotos, que tienen solo tres semanas para prepararse para una misión que consiste en neutralizar una reserva nuclear bajo la base de una montaña rodeada de unas colinas de infarto, lanzamisiles y aviones militares de última generación.
Sus métodos son únicos, siempre reivindicando que más importante que el avión es el piloto que lo lleva.
Sus técnicas desafían las normas establecidas y sus tácticas para cohesionar el grupo y convertirlo en un equipo unido son juzgadas bajo la atenta y desconfiada mirada de ‘Simpson’.
Regalándonos un nuevo momento icónico con ‘Maverick’ y todos sus alumnos jugando a futbol americano a la orilla del mar, en el atardecer y sin camiseta.
‘Maverick’, por motivos que es mejor no desvelar, es destituido de su cargo y ‘Simpson’ adopta una táctica más conservadora.
Para ‘Maverick’ solo hay una cosa que pueda hacer para intentar conservar su trabajo, y eso es demostrar que se puede completar la misión a su manera llevándola a cabo él mismo en una secuencia de infarto que le acaba otorgando, contra todo pronóstico, el rol de líder de grupo en la misión final.
Culminando en un clímax espectacular rodado con los actores dentro de los aviones de verdad, manteniendo al público al borde de sus asientos y convirtiendo a “Top Gun: Maverick” en una de las mejores películas del año sin duda alguna, recaudando ya $428 millones en sólo un fin de semana a nível mundial.
Puntuación 5 estrellas de 5.