Por Agencias
[email protected]
La religión y la política se traslapan frecuentemente en Reading, una antigua ciudad industrial en uno de los estados más decisivos para las elecciones presidenciales de este año.
En Pensilvania hay precedentes de este tipo de situaciones. El estado comenzó como un refugio para los cuáqueros y otras minorías religiosas europeas que huían de la persecución. Eso incluye a los padres de Daniel Boone, el héroe de la cultura popular nacional que nació a pocos kilómetros de Reading, una ciudad donde la mayoría de la población ahora es latina.
El actual alcalde es un migrante católico, el primer latino que ocupa el cargo en los 276 años de historia de la ciudad. Eddie Moran es plenamente consciente del papel fundamental que podría desempeñar Pensilvania en la contienda electoral, en la que unos pocos miles de votos en comunidades como la suya podrían decidir el futuro de Estados Unidos.
“Ahora mismo, con el crecimiento de la población latina y la afluencia de latinos que llegan a ciudades como Reading, el voto latino sin duda alguna tiene la oportunidad de cambiar el resultado de unas elecciones”, afirma Moran. “Ya no es un secreto”.
Una comunidad de espiritualidad y de latinos
En Reading, el paisaje está salpicado de cruces en lo alto de los campanarios de las iglesias, una detrás de otra. Los bancos de las iglesias católicas se llenan los domingos y muchos asisten de pie a misa. En otros lugares, a menudo en edificios de aspecto poco vistoso, congregaciones evangélicas y pentecostales se reúnen para cantar, rezar y, a veces, hablar en lenguas.
Afuera, la salsa, el merengue y el reggaeton (a menudo cantados en espanglish) se escuchan desde coches y casas a lo largo de las calles de la ciudad, trazadas por primera vez por los hijos de William Penn, y que ahora dan servicio a un próspero centro repleto de restaurantes cuyos propietarios son orgullosamente latinos.
Este es un lugar en donde, cuando al alcalde le dicen que su ciudad tiene un 65% de latinos, se enorgullece al decir “más bien es el 70%”.
Creen en su influencia política. Una encuesta del Pew Research Center realizada en 2022 reveló que ocho de cada 10 votantes latinos registrados afirman que su voto puede influir, al menos en “algo” en el rumbo del país.
Un domingo reciente, Luis Hernández, un puertorriqueño de 65 años, se arrodilló para rezar cerca del altar en la iglesia católica de San Pedro Apóstol. Más tarde, al salir de misa, Hernández dijo que votaría por Trump, incluso el mismo día en que se dieron a conocer las condenas penales contra el expresidente relacionadas con pagos indebidos a una actriz porno.
“Biden es viejo”, dice Hernández, y luego reflexiona sobre cómo Trump es sólo unos años más joven. “Sí, pero miras a Trump y ves la diferencia… Biden es un buen hombre. Es decente. Pero es demasiado viejo”.
Unas semanas después de sus declaraciones, muchos estadounidenses más se unirían a los llamados para que Biden se retire de la contienda tras su pobre desempeño en el debate, el cual cristalizó la creciente preocupación de que, a sus 81 años, es demasiado viejo.
La inmigración es un tema clave del que todos hablan
No se trata sólo de la edad de Biden o de su desempeño en el debate. También se trata, afirma Hernández, de la crisis fronteriza. Dice que hay demasiados inmigrantes que llegan a Estados Unidos, incluidos algunos a los que considera criminales. Y añade que muchas cosas han cambiado desde que su padre, de origen dominicano, llegó al país en la década de 1960, cuando era más fácil entrar y permanecer en el país.
Para algunos, también hay otros problemas.
“Se trata de la economía, la inmigración y el aborto”, comenta Germán Vega, un dominicano de 41 años que obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2015. Vega, quien se describe a sí mismo como “provida”, votó por Trump en 2020 y planea hacerlo de nuevo en noviembre.
“Biden no sabe lo que dice. No sabe lo que hace, y tenemos un país dividido”, explica Vega. Trump es “una persona de carácter… se le ve seguro de sí mismo. Nunca se rinde; siempre lucha por lo que cree”.
Desde luego, aquí hay quienes simplemente prefieren no tomar partido – excepto si es por Jesús. Por ejemplo, el pastor Alex López, un puertorriqueño que los sábados corta el pelo en una barbería ubicada en el primer piso de su casa y los domingos predica en el segundo.
“Somos neutrales”, dice. “Sólo creemos en Dios”.
El resurgimiento de una ciudad con profundas raíces industriales
Reading fue alguna vez sinónimo de hierro y acero. Esas industrias cimentaron la creación del Ferrocarril de Reading (una de las primeras casillas en el tablero de Monopoly), que contribuyó a impulsar la Revolución Industrial y que a finales del siglo XIX se convirtió en una de las mayores corporaciones del país.
Hoy en día, la ciudad de unos 95.000 habitantes ubicada a 104 kilómetros (65 millas) al noroeste de Filadelfia tiene una población en rápido crecimiento. Sin embargo, es una de las ciudades más pobres del estado, con una ingreso familiar promedio de unos 44.000 dólares, frente a los cerca de 72.000 dólares de Pensilvania.
Reading tiene una población compuesta en un 67% por latinos, según cifras del censo de Estados Unidos, y alberga altas concentraciones de personas de ascendencia dominicana y puertorriqueña, así como colombianos y mexicanos, propietarios de restaurantes y otros negocios en la ciudad.
Los candidatos políticos están tomando nota del poder político y económico de Reading. Las elecciones presidenciales de 2020 en Pensilvania se decidieron por unos 82.000 votos, y —según el Pew Research Center— hay más de 600.000 votantes latinos elegibles en el estado.
Es cierto que Reading aún se inclina en su mayoría por los demócratas: Biden aplastó a Trump en la ciudad por un margen de unos 46 puntos porcentuales en 2020. Sin embargo, en esas elecciones, la participación de la población en edad de votar en la ciudad (alrededor del 35%) fue significativamente menor que en el resto del estado (alrededor del 67%).
Pero el equipo de campaña de Trump no quiere perder la oportunidad de darle vuelta a la situación. Recientemente se asoció con el Comité Nacional Republicano y el Partido Republicano de Pensilvania para abrir una oficina de “Latinoamericanos por Trump” en un edificio de ladrillo rojo cerca de la oficina del alcalde en el centro de la ciudad.
El demócrata Moran ha pedido a Biden y a otros demócratas que tomen nota y visiten Reading antes de las elecciones. Es crucial, asegura.
“Creo que sigue siendo predominantemente demócrata”, afirma. “Pero los candidatos tienen que venir y en verdad explicárselo a la comunidad”.
Una de las novedades, según Moran, es que los líderes religiosos ahora son menos renuentes a implicarse en política.
“Las cosas cambian, incluso para las iglesias”, afirma. Los clérigos “se dan cuenta de la importancia que tienen como líderes confesionales y religiosos y están llamando a la acción a través de sus congregaciones”.
El mensaje: Salgan a votar
A pocas manzanas de la iglesia de San Pedro, una multitud se reúne en el interior de la Primera Iglesia Bautista, que data de finales del siglo XIX.
En un ejemplo del cambio demográfico en Reading, la reducida congregación de protestantes blancos donó el edificio a la Iglesia Jesucristo es el Rey, una próspera congregación latina de unos 100 feligreses que comparte el edificio con la Primera Iglesia Bautista desde hace casi una década.
Los pastores Carol Pagán y su esposo José, ambos de Puerto Rico, estuvieron a cargo recientemente de las oraciones. Al final del servicio, micrófono en mano, los pastores animan a los feligreses a votar en las elecciones, independientemente de a quién elijan como presidente.
“El derecho al voto es una responsabilidad cívica”, dice Carol Pagan antes de que su marido tome la palabra.
Tras el servicio, la congregación desciende al sótano, donde comparten una comida tradicional de pollo con arroz y frijoles.
“Creo que el principio de los derechos humanos tiene que ver con ambos partidos, o con cualquier partido que se presente”, señala Carol Pagan. “Siempre pienso en los ancianos, en el sistema sanitario, en el seguro médico, y en cómo no debería tratarse tanto de capitalismo sino de más derechos para que todos estemos bien”.
Ambos dejan claro que no votarán por Trump. Están a la espera, al igual que otros, de que se den las circunstancias que puedan llevar a Biden a retirarse, para poder apoyar a otro candidato demócrata.
“Es nuestro deber proteger a esas personas con la oración, no importa si son demócratas o republicanos”, dice Carol Pagan. “Se los debemos”.