Por Agencias
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Una cruz de madera está cubierta con las pertenencias de Miguel Luna —su uniforme de constructor y botas de trabajo, una foto familiar, la bandera de su natal El Salvador—, pero su cuerpo sigue desaparecido tras el desplome del puente Francis Scott Key en Baltimore.
Ha pasado más de un mes desde que seis integrantes de un equipo de reparación de caminos murieron al caer desde el puente cuando un buque con contenedores perdió la propulsión y se estrelló contra una de las columnas que lo sostenían. Se han recuperado cuatro cadáveres, pero Luna y otro trabajador, José Mynor López, no han sido hallados.
Todos eran inmigrantes que llegaron a Estados Unidos desde México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Eran padres y esposos, hermanos y abuelos. Compartían un sueño en común y la determinación para alcanzarlo.
Con el fin de honrar sus vidas y su trabajo, la unida comunidad hispana del condado Baltimore ha construido un monumento conmemorativo cerca del extremo sur del puente. Incluye cruces de madera decoradas, un lienzo pintado como fondo, ramos de flores, velas y una bandera estadounidense de gran tamaño y modificada con sólo seis estrellas: una por cada uno de los hombres.
Un grupo de dolientes se reunió en el monumento el viernes para ofrecer consuelo a los seres queridos de las víctimas y recordarle al público que, incluso mientras las labores de limpieza marchan según lo programado y el tránsito marítimo se reanuda a través del puerto de Baltimore, a dos familias aún les falta un integrante.
“Ha pasado un mes, y aún hay dos cuerpos bajo el agua”, dijo Fernando Sajche, que conocía a Luna y ayudó a construir el monumento. “Realmente necesitamos algunas respuestas”.
Sajche, que inmigró desde Guatemala hace 16 años y también trabaja en el sector de la construcción, dijo que nadie debe perder de vista que las víctimas murieron mientras trabajaban.
Los hombres tapaban baches en el puente la madrugada del 26 de marzo cuando el buque se desvió de su ruta. Una señal de emergencia de último momento por parte del piloto del barco le permitió a los policías detener el tránsito que ingresaba al puente poco antes de que se desplomara, pero no tuvieron tiempo suficiente para avisarle a los trabajadores.
Uno de los agentes policiales que ayudó a detener el tránsito acudió a la vigilia el viernes y habló brevemente con algunos de los parientes de Luna. Admiró el monumento y elogió la cálida respuesta de la comunidad a una tragedia inconcebible.
Los organizadores utilizaron dos grúas para izar muy alto banderas salvadoreñas y guatemaltecas en honor de Luna y de Mynor López.
Marcoin Mendoza, que trabajó con Luna hace varios años como soldador, dijo que Luna llegó a Estados Unidos para forjarse una vida mejor para él y su familia, al igual que tantos otros inmigrantes.
“El mismo sueño que todo el mundo”, dijo Mendoza. “Trabajar duro”.
Luna era especialmente bien conocido en su comunidad porque su esposa tiene un camión de venta de alimentos especializado en pupusas y otros platillos salvadoreños. Él solía pasar sus días ayudando en el camión de comida y las noches trabajando en el sector de la construcción.
A medida que el sol se ponía el viernes, los dolientes escuchaban música de mariachi y compartían tazones de sopa y frijoles. Encendieron velas y oraron juntos.
Bernardo Vargas, que ayudó a construir el monumento, dijo que aprecia poder hacer algo por las familias de las víctimas.
“Estaré aquí cada día hasta que encuentren a esas dos personas”, manifestó.
De pie frente al detallado lienzo colocado como fondo, señaló en dirección a un grupo de huellas rojas de manos plasmadas por parientes de Luna. Se destacaban entre las representaciones abstractas de la caída del puente y las labores de rescate, al igual que una escena violenta en la frontera sur de Estados Unidos en la que se veía a una hilera de agentes armados que repelían a migrantes desesperados.
Algunos seres queridos de las víctimas dejaron mensajes en inglés y español.
“Aquí se terminó todo afán y todo trabajo, ahora descansen hasta el día cuando suene la trompeta”, escribió alguien en español. “Vivirán en los corazones de su amada familia”.