Por Agencias
[email protected]
Las farmacéuticas se apresuran a actualizar sus vacunas contra el COVID-19 frente a la última amenaza del coronavirus, aunque todavía no está claro si el cambio es necesario.
Los expertos dudan de que las vacunas disponibles hoy en día queden obsoletas, pero sostienen que es vital ver con qué rapidez las empresas pueden producir una dosis reformulada y probar que funciona, porque pase lo que pase con ómicron, esta variante del virus no será la última.
Ómicron “está activando la alarma de incendios. Si resulta ser una falsa alarma, sería muy bueno saber si realmente podemos hacerlo, conseguir una nueva vacuna y estar preparados”, dijo el inmunólogo E. John Wherry, de la Universidad de Pensilvania.
Es demasiado pronto para saber cómo reaccionarán las vacunas frente a la ómicron.
Los primeros indicios de esta semana son contradictorios: las pruebas preliminares de laboratorio sugieren que dos dosis de la fórmula desarrollada por Pfizer-BioNTech podrían no evitar contraer la variante, pero sí desarrollar un cuadro grave de COVID-19.
Y una dosis de refuerzo podría aumentar la inmunidad lo suficiente como para lograr ambas cosas.
Se esperan mejores respuestas en cuestión de semanas, y los reguladores en Estados Unidos y en otros países están siguiendo la situación de cerca.
La Organización Mundial de la Salud ha designado un comité científico independiente que asesore sobre la necesidad de reformular las vacunas a causa de ómicron o de cualquier otra mutación.
Pero, las autoridades no han determinado aún qué provocaría un paso tan drástico: ¿Se daría si baja la protección que ofrece la vacuna contra el desarrollo de un caso grave de la enfermedad o si simplemente la nueva variante se propaga con más rapidez?
“Esto no es trivial”, señaló Ugur Sahin, director general de BioNTech, la socia de Pfizer, poco antes del descubrimiento de ómicron.
Una farmacéutica podría solicitar la comercialización de una nueva fórmula “¿pero, qué ocurre si otra empresa hace otra propuesta con otra variante? No tenemos una estrategia acordada”.
Esta es una decisión difícil y el virus avanza más rápido que la ciencia. Este otoño, los asesores del gobierno de Estados Unidos en materia de vacunas se preguntaron por qué las dosis de refuerzo no se modificaron para atacar a la variante delta, mucho más contagiosa que las anteriores, antes de la aparición de la nueva mutación, la ómicron, que no desciende directamente ni guarda demasiada relación con su antecesora.