Por Agencias
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El delantero firmó otra gran actuación con un doblete que clasifica a Francia para octavos. Griezmann volvió a brillar con una asistencia.
Dinamarca tendrá que ganar a Australia.
Kylian Mbappé no tiene límites. Francia, tampoco. La campeona del mundo, en un final de infarto, se impuso por 2-1 a Dinamarca, certificando su pase a los octavos de final del Mundial virtualmente como primera de grupo.
Fue un partido para la memoria de los Mundiales, tan cruel para muchos y tan justo para pocos, que culminó con un gol de un delantero que ya está en la historia de la selección francesa, pero que con 23 años va camino de pulverizar todos los récords posibles.
Deschamps agitó el árbol.
A pesar del exitoso debut contra Australia, el seleccionador introdujo tres novedades respecto al equipo del martes.
Entró Théo, obligatoriamente por su hermano Lucas, Varane volvió al once por Konaté y Koundé ocupó la plaza de Pavard.
Dinamarca, obligada a ganar, tras un empate dubitativo contra Túnez, retrasaba a Eriksen al mediocampo por la baja de Delaney y Hjulmand sorprendía con Lindstrom por Skov Olsen.
La Francia de las dudas, la del miedo y la de las desconexiones del debut no existió en el 974 Stadium. Más bien lo contrario.
Los de Deschamps no querían otro susto ante un rival que le había ganado dos veces este año, las dos en la Nations League.
Aunque hubo un inicio de dominio con balón danés, a partir del minuto 10 comenzó el torbellino francés.
Con Griezmann de conector entre la defensa y el ataque, con Dembélé martilleando en la derecha con sus continuos regates y con Theo acelerando en la banda izquierda, Francia se comió a Dinamarca.
Varane avisó con un remate que sacó Nelsson en la línea de gol y Giroud, buscando el récord de Henry, remató un buen centro de Dembélé que salió desviado.
El extremo del Barcelona, un jugador indescifrable, capaz de jugadas imposibles y de fallar después un pase de cinco metros, comandó la mayoría de los ataques franceses, generando la oportunidad más clara de la campeona del mundo en el primer tiempo, en un centro medido y sutil que remató Rabiot, a punto de emular su gol de cabeza el martes contra Australia.
Mbappé tampoco supo aprovechar un centro suyo, disparando por encima del larguero con todo a favor en el punto de penalti.
El infernal ritmo francés recordó al que tanta gloria le había dado a Deschamps hace cuatro años en Rusia.
Dinamarca, aturdida, incapaz de reaccionar, como si estuviera en una película en la que está de figurante, no podía contener las acometidas rivales y se intentaba encomendar a sus tres centrales para sobrevivir.
La presión tras pérdida de Francia, encarnada en dos jugadores, Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé, ambos insaciables, también fue un dolor de cabeza para Hjulmand.
La superioridad aplastante de Francia no se pudo materializar en el marcador.
Faltaba el gol y Dinamarca celebraba como una victoria el hecho de irse al descanso sin goles.
Cornelius, desaparecido ante un ciclón llamado Upamecano (parece haber subsanado sus errores de concentración), tuvo incrédulo el 0-1, pero su disparo se marchó a la derecha de la portería de Lloris.
El segundo tiempo ya sí que se asemejó más a lo que quería Kasper Hjulmand, extraordinario técnico danés.
Dinamarca intentó contener a Francia a través de Eriksen, retrasándole todavía más en la posición de centrocampista y obligando a Francia a salir a robar lejos de su área.
A pesar de ello, el festival de Mbappé estaba a punto de comenzar.
El delantero del PSG aprovechó una gran asistencia de Theo Hernández, imparable otro día más, para hacer el 1-0 en el marcador.
Aunque Dinamarca no se rindió y empató por medio de Andersen, el mejor de los nórdicos, el destino quería que lo ganara el mejor, Kylian Mbappé, que remató un excelso centro de Griezmann para enviar a Francia a los octavos de final del Mundial.
Una victoria para el recuerdo, un destino cruel para Dinamarca y un equipo, el francés, que presenta su candidatura al título en Qatar.