Por Agencias
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La campeona del mundo remontó con autoridad el tempranero gol de Australia.
La entrada de Theo Hernandez por su hermano Lucas fue decisiva para cambiar el encuentro.
Francia arrancó su reválida del título en Qatar con una goleada por 4-1 ante Australia.
La bicampeona del mundo, eso sí, tuvo que sufrir, ya que comenzó el encuentro perdiendo, no entró en el partido hasta el minuto 30 y la maldición del campeón del mundo asomó la patita por momentos.
Giroud entró en la historia del fútbol francés, igualando, con su doblete, a Thierry Henry en lo más alto de la tabla de goleadores de la selección.
Fue un primer aviso para un equipo que cuando pisa el acelerador no hay quién la pueda frenar, o al menos esa sensación dio en el Al Janoub Stadium de Al Wakrah.
Australia se levantó con la sorpresa mayúscula de Arabia Saudí y se dijo que por qué no podía aguarle el debut a Francia.
Los Soceroos, valientes, aguerridos y sin miedo a dejar espacios, salieron a jugarle de tú a tú a la campeona del mundo.
Cuando apenas transcurrían diez minutos, llegó un doble infortunio para los de Deschamps, que ya veían como la maldición del campeón se asomaba de forma muy peligrosa. Primero por el gol de Goodwin, después de un excelso pase de Leckie.
Y, segundo, por la lesión de Lucas Hernandez en la rodilla. Por los gestos del lateral izquierdo, no parece que vaya a poder volver a jugar en Qatar. Entró Theo, su hermano.
Francia se sumergió en un territorio ominoso, extraño, de esos que te mandan al pozo si no reaccionas rápido. Australia se sentía cada vez más cómoda y su repliegue era un rompecabezas para su rival.
Cada ataque francés acababa en una jugada individual de Mbappé, desesperado por la falta de apoyos, o de Dembélé, que es un jugador indescifrable, capaz de hacer jugadas imposibles y fallar las que apenas requieren gestualidad técnica.
La Francia de 2018, la imbatible, la que sabía reponerse en cualquier contexto sin saber cómo, esa apareció en en el Al Janoub Stadium.
Dos jugadas aisladas, sin ningún automatismo, sin apenas elaboración, le sirvieron para dar la vuelta al marcador.
Primero fue Rabiot, que aprovechó un extraordinario centro de Theo Hernández para empatar.
Después, el centrocampista de la Juventus hizo un soberano esfuerzo para robarle un balón al lateral rival y asistir a Giroud en el segundo. Con 50 dianas, el delantero del Milan se ponía a tiro del récord de Thierry Henry. Australia, noqueada, pudo empatar antes del descanso, pero el remate de Irvine, para suerte de Deschamps, se estrelló en el poste.
Giroud iguala a Henry
El factor sorpresa de Australia no duró más de 45 minutos.
El 2-1 de Giroud fue definitivo. Francia, que está más acostumbrada a correr que a proponer, decidió salir con el freno de mano y así evitó sustos.
Faltaba por unirse a la fiesta Mbappé, que, aunque no tuvo un primer tiempo plácido, es de esa estirpe de jugadores al que no hay nada que le quite el apetito.
El delantero del PSG marcó de cabeza, un registro que no domina pero que poco a poco lo va puliendo, aprovechando un centro de Dembélé.
El 3-1 ya era definitivo, pero Giroud quería su récord. Mbappé volvió a aparecer con una facilidad aplastante en el flanco izquierdo y asistió a su compañero para que empatara a Henry como el máximo goleador histórico de la selección.
Un logro que posiblemente lo destroce más pronto que tarde el asistente del cuarto gol galo. Una victoria que sabe a mucho después de la maldición de los últimos campeones.