Por Redacción
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El indicador de inflación preferido por la Reserva Federal de Estados Unidos aumentó en junio, una señal de que los aranceles generalizados impuestos por el presidente Donald Trump están comenzando a presionar al alza los precios de una variedad de productos.
El Departamento de Comercio informó este jueves que los precios aumentaron un 2,6% en comparación con junio del año anterior, frente al 2,4% registrado en mayo. Al excluir los precios volátiles de alimentos y energía, la inflación subyacente subió un 2,8% anual, igualando la cifra de mayo, que fue revisada al alza. Ambas métricas se encuentran por encima del objetivo del 2% establecido por la Reserva Federal.
Este repunte en los precios explica en parte por qué el banco central decidió no reducir su tasa de interés de referencia esta semana, a pesar de las constantes presiones de Trump para que lo hiciera. El miércoles, la Fed mantuvo su tasa en 4,3%, mientras su presidente, Jerome Powell, indicó que podrían pasar varios meses antes de que el organismo determine si los aranceles están generando un aumento temporal o persistente en la inflación.
Trump ha atacado públicamente a Powell en varias ocasiones, y el jueves volvió a criticarlo por no reducir las tasas, calificándolo como “DEMASIADO ENOJADO, DEMASIADO ESTÚPIDO Y DEMASIADO POLÍTICO para tener el trabajo de presidente de la Fed”.
En términos mensuales, los precios subieron un 0,3% entre mayo y junio. La inflación subyacente también creció un 0,3% en ese periodo, lo que refuerza la preocupación de que la presión sobre los precios podría estar consolidándose.
“El aumento de los precios subyacentes por encima del objetivo en junio, junto con las revisiones al alza de meses anteriores y el alza de precios en bienes básicos, hará poco para aliviar las preocupaciones de la Fed sobre una inflación impulsada por aranceles”, señaló Harry Chambers, economista adjunto de Capital Economics. “Si estas presiones persisten, como anticipamos, un recorte en septiembre parece improbable”.
El informe también detalló que los precios de la gasolina subieron un 0,9% entre mayo y junio, mientras que los alimentos aumentaron un 0,3%. Bienes de consumo duradero, en su mayoría importados, registraron alzas considerables: los muebles aumentaron un 1,3%, los electrodomésticos un 1,9% y las computadoras un 1,4%.
No obstante, algunos servicios experimentaron caídas que ayudaron a compensar parte del impacto en los precios. Las tarifas aéreas bajaron un 0,7%, y el costo de las habitaciones de hotel cayó un 3,6% solo en un mes.
El gasto del consumidor aumentó un 0,3% entre mayo y junio, lo que sugiere que los estadounidenses siguen gastando con cautela. Ajustado por inflación, el incremento fue de apenas 0,1%, según el Departamento de Comercio.
En cuanto a los ingresos, se registró un aumento del 0,3% en junio, tras una caída del 0,4% en mayo. Sin embargo, una vez ajustados por inflación e impuestos, los ingresos reales permanecieron estancados.
Pese a la expansión económica del 3% anual en el segundo trimestre, reportada el miércoles, el ritmo del gasto de los consumidores —motor principal de la economía— fue débil. El consumo creció apenas un 1,4% entre abril y junio, luego de avanzar solo un 0,5% en el primer trimestre. Parte del crecimiento del producto interno bruto se debió a una fuerte caída en las importaciones, que infló las cifras oficiales.
A comienzos de julio, otro indicador clave, el índice de precios al consumidor, también mostró un aumento en los costos de bienes mayormente importados, como electrodomésticos, muebles y juguetes, reafirmando el impacto de los aranceles en la inflación general.
