Una cálida madrugada primaveral del año 2021, los esposos Pedro Jiménez y Lupe Gómez, maestros de profesión, salieron de su casa, subieron a su auto y emprendieron su recorrido hacia Ixtapan de la Sal.
Para hacer mas placentero su viaje matinal, Pedro puso música de Mago de Oz, pero apenas después de haber recorrido un par de kilómetros, una espesa niebla envolvió la carretera, y súbitamente el motor del automóvil se apagó.
De inmediato encendido las luces intermitentes y se orilló a un costado de la carretera, abrió el cofre y se bajo para ver si podía encontrar el motivo de la falla.
En cuanto Pedro abrió la puerta del carro, un leve, pero frío viento lo sorprendió, pero en ese momento no le prestó atención al hecho, pues tenía problemas mas urgentes por resolver, durante 30 minutos trató de encontrar el origen de la falla, pero no logró encontrarlo.
Frustrado por la situación, pateó la llanta del auto, tomó su celular para llamar a su cuñado y pedirle que fuera a recogerlos, pero se llevo la desagradable sorpresa de que en esa zona no había señal, le pidió a su esposa que ella realizara la llamada, pero tampoco su teléfono tenía recepción.
Unas luces a lo lejos y el ruido de un viejo motor acercándose, les hicieron pensar que su suerte empezaba a cambiar; de inmediato encendieron las linternas de sus celulares y los levantaron, con la esperanza de recibir ayuda.
Sintieron algo de alivio cuando un viejo autobús de color naranja se detuvo frente a ell@s; el chofer abrió la puerta y les preguntó: “¿Necesitan ayuda?”
Pedro le preguntó si podía llevarlos hasta Ixtapan de la Sal, “Claro, ese es nuestro destino, suban”, fue la respuesta del conductor.
La pareja se apresuró a subir y buscaron un par de asientos disponibles, ninguno de los dos prestó demasiada atención a que todos los pasajeros vestían ropa de los años 70’S, y la música que sonaba en la radio eran éxitos ya pasados de moda hace más de 40 años.
Después de 30 minutos de viaje, en el kilómetro 73 de la carreta federal Toluca a Ixtapa de la Sal, abruptamente el autobús se detuvo.
El Chofer gritó para pedirles a los profesores que bajaran inmediatamente del autobús, si querían continuar viviendo, confundido por la sorpresiva amenaza, Pedro pidió una explicación de porque los obligaba a bajar en medio de la nada.
El chofer se limitó a decirles, que no perdieran el tiempo, que solo tenían un par de minutos para bajar del autobús y que mientras bajaban no debían voltear a hacia atrás o se arrepentirían.
Pedro tomó la temblorosa mano de su esposa y le dijo: “no te preocupes amor, no va a pasar nada, hay que bajar”.
En cuanto empezaron a recorrer el pasillo, un viento frío que calaba hasta los huesos apareció, y sollozos y lamentos se empezaron a escuchar en la parte trasera del autobús.
“¿Qué está pasando?”: Asustada Lupe preguntó, “No lo sé, pero no voltees, sigue caminando”, Pedro respondió.
Pedro logró bajar del autobús, desafortunadamente para su esposa la tentación fue mucha, y la curiosidad venció la voluntad de Lupe, quien en el último escalón volteó para ver de dónde venían los lamentos.
¿Que fue lo que vio?… es algo que nunca sabremos, pues lo último que Pedro escuchó de su amada esposa fue grito lleno de terror, Lupe se desvaneció en el aire junto con el camión.
Si algún día viajas por esa carretera y te encuentras un viejo autobús con número económico numero 40, no se te ocurra hacerle la parada, pues ese camión lleva más de 40 años repitiendo el mismo viaje.
Empieza en Toluca pero jamás logra llegar a su destino en Ixtapa de la Sal, ya que un profundo barranco fue el destino mortal para sus 37 pasajeros.