Dentro de la religión católica el Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma; un período de 40 días donde los creyentes pueden expiar sus pecados y sanar las heridas que las impurezas causaron a su alma.
Con periodos de ayuno, penitencias y oración, los fieles rememoran los días que pasó Jesús en el desierto, preparándose para soportar su pasión y concretar su sacrificio para redimir a la humanidad.
Para los cristianos practicantes esta es una fecha donde debe reconocerse la propia fragilidad y la mortalidad de lo terrenal; así como la oportunidad de demostrarle a Dios con hechos su intención de ser mejores seres humanos.
Para la elaboración de la ceniza los párrocos queman objetos consagrados (estolas, libros, sotanas, etc.), por lo cual la ceniza esta bendita y después de una celebración eucarística a los fieles se les impone una cruz de ceniza en la frente, mientras se pronuncian las siguientes palabras: «Polvo eres y en polvo te convertirás» o “Arrepiéntete y cree en el evangelio”.
A grandes rasgos este ritual es la esencia de la celebración del Miércoles de Ceniza en la iglesia católica, una festividad muy arraigada en la cultura latina, y en la Costa Central muchos viven esta tradición milenaria y la cuaresma en sus hogares de manera más particular.
Arturo Ortiz comentó que desde muy pequeño en su natal México, su familia celebraba esta fecha. “Desde que tengo uso de razón mi mamá siempre nos llevaba a tomar ceniza, y por decirlo de laguna manera nos obligaba a todos en la casa a que guardáramos la cuaresma de algo. De niño yo la guardaba de no comer papitas y dulces o de no tomar refresco, ya de grande de no comer tortilla, no fumar o no tomar bebidas alcohólicas”, indica Ortíz.
Esa así que Arturo confiesa que en lo personal cree que es algo bueno, porque en Dios puede encontrarse la fortaleza para aunque sea por 40 días, “resistirnos de consumir cosas que nos hacen mal.”
Por su parte Doña Irma Hernández recuerda con mucha nostalgia aquellos años cuando su mamá les llevaba a tomar ceniza, y como disfrutaba ir a los ejercicios eucarísticos que se organizaban en el templo de su pueblo en México.
“Lo que no me gustaba mucho que digamos era que el Miércoles de Ceniza y los Viernes de la cuaresma teníamos que comer pescado, y la verdad el pescado no es de mis comidas preferidas”, indica Doña Irma.
Al mismo tiempo, la entrevistada que reside en Santa María, comparte que siente un poco de tristeza, al ver que este tipo de tradiciones poco a poco se han ido acabando.
“La juventud de ahora ya no quiere ir con uno a tomar ceniza, ni quieren guardar la Cuaresma de algo y ya ni se diga de no comer carne esos días”, finalizó diciendo la Señora Hernández.
Por último Juan Clemente comentó que esta es una tradición muy arraigada en su familia, ya que cada año van a la Iglesia a recibir “la cruz de ceniza”, pero que al contrario de la tradición de abstenencia. Su familia no acostumbra esto.
“Lo que hacemos es rezar el rosario diario. Nos esforzamos por guardar la forma del ayuno el miércoles y los viernes, y por supuesto que no comemos carne esos días, aunque algunos sacerdotes digan que eso ya no es necesario, nosotros lo seguimos haciendo, porque eso fue lo que nos inculcaron nuestros padres y a ellos mis abuelos”, recalcó Clemente.