Por Agencias
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La fiesta para recibir a los jugadores de la selección argentina con la Copa del Mundo terminó el martes antes de lo que hubieran deseado los fanáticos agolpados en las calles por millones en un intento por ver a la selección que ganó uno de las mejores finales en la historia de Mundiales.
Fueron tantos los aficionados que invadieron la capital argentina que los jugadores tuvieron que abandonar el autobús que los transportaba a Buenos Aires y se subieron a helicópteros para dar un paseo sobre la capital que el gobierno aseguró fue un desfile aéreo.
“Los campeones del Mundo están sobrevolando todo el recorrido en helicópteros por que se hizo imposible seguir por tierra ante la explosión de alegría popular”, dijo Gabriela Cerruti, portavoz del presidente Alberto Fernández en Twitter.
Tras sobrevolar puntos clave de Buenos Aires en donde se reunieron los aficionados, el helicóptero regresó a las instalaciones de la Asociación de Fútbol de Argentina fuera de la capital.
Muchas personas siguieron un tiempo después festejando en las calles y otros emprendieron el regreso a sus casas con las caras largas.
“Estamos enojados porque el gobierno no organizó como debía para que nosotros festejemos; nos robaron la Copa del Mundo”, dijo Diego Benavidez, de 25 años, quien llegó a la capital muy temprano para ver a la selección campeona.
El desfile se suspendió poco después de que dos sujetos saltaron de un puente hacia el autobús descapotable que trasladaba a los jugadores. Uno cayó dentro del autobus y el segundo cayó al pavimento.
Los planes iniciales de llegar a la zona del monumento del Obelisco, en el centro de Buenos Aires, se truncaron, reprochó a su vez en Twitter el titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia, quien se trasladaba junto al plantel triunfador en el Mundial de Qatar.
“No nos dejan llegar a saludar a toda la gente que estaba en el Obelisco, los mismos organismos de Seguridad que nos escoltaban, no nos permiten avanzar. Mil disculpas en nombre de todos los jugadores Campeones. Una pena”, dijo Tapia.
Hacia la noche, cuando la mayoría de los aficionados habían dejado las calles del centro de Buenos Aires, se registraron enfrentamientos asilados entre los rezagos y la policía. Al menos ocho personas resultaron lesionadas, de acuerdo con los reportes de medios locales.
Los incidentes comenzaron cuando los bomberos llegaron al Obelisco, el icónico monumento en Buenos Aires que es el tradicional lugar de celebración, para desalojar a las personas que se habían metido al monumento.
Durante su traslado por tierra, el capitán Lionel Messi y el resto del plantel saludaron a la gente mientras portaban la copa que simboliza el tercer título mundial de Argentina y su primero desde 1986. El autobús descapotable era escoltado por varios vehículos de la policía y agentes motorizados.
Bajo un sol ardiente, los sonrientes jugadores llevaban colgada del cuello las medallas de campeones y, admirados por el fervor que despertaban, hacían fotos con sus móviles de la multitud que invadía la calzada de la autopista para tener acercarse lo más posible al vehículo.
Una marea compacta de gente invadió la ruta, mientras la policía intentaba evitar que se produjeran desmanes.
En lo que se cree la movilización más masiva de la historia reciente, al menos cuatro millones de personas se volcaron a las calles, avenidas y rutas de acceso a la capital.
Messi y sus compañeros llegaron en la madrugada del martes al aeropuerto de Ezeiza —en las afueras de Buenos Aires–, cuyas inmediaciones estaban repletas de personas, y durmieron unas horas en la sede de la AFA antes de abordar el autobús. Mientras el avión se acercaba a Argentina, casi 200.000 personas siguieron su ruta por internet.
En horas tempranas del día, Messi subió una foto en las redes sociales en la que se lo ve abrazado a la Copa del Mundo mientras dormía.
Muchos fanáticos pasaron la noche en las inmediaciones del Obelisco en Buenos Aires, el monumento que suele ser epicentro de las celebraciones del triunfo del equipo argentino, con la esperanza de ver pasar desde allí a los jugadores, que en último momento cambiaron la ruta originalmente trazada.
Otras personas caminaron decenas de cuadras o se trasladaron en el metro, ataviadas con la camiseta de la selección nacional, grandes banderas y cantando la canción “Muchachos”, que se ha convertido en el himno de los fanáticos.
Los seguidores de la selección portaban banderas en las que se dibujaba el rostro de Messi y el del otro gran astro argentino Diego Maradona, quien alzó la copa en 1986 y murió hace dos años.
“Esto es para el Diego que lo mira desde el cielo”, cantaban los aficionados en referencia a quien fuera capitán de la selección que conquistó el segundo cetro de Argentina en la historia. Ahora Messi ha obtenido un tercero.
Yael Torchinsky, de 39 años y vestida con una camiseta de la selección, figuró entre los muchos seguidores que viajaron en el metro para encontrarse con algunos familiares en las inmediaciones del Obelisco.
“Es una fiesta. La última vez que Argentina salió campeón yo tenía 3 años; no recuerdo nada y lo quiero vivir intensamente porque necesitamos esta alegría en el pueblo argentino”, dijo a la AP la mujer, mientras a su alrededor los pasajeros gritaban y saltaban.
Brian Andreassi, de 23 años y quien llegó a la capital en auto, dijo que es “indescriptible” la marea de gente que vio en su recorrido hasta llegar al centro.
“No hay palabras para decirlo; supongo que va a ser imposible verlos, porque hay un mundo de gente ocupando sus lugares desde tempranísimo”, sostuvo el joven, quien dijo haber vivido el Mundial y las celebraciones con una intensidad inédita.
El gobierno capitalino pidió a la población mucha prudencia porque durante las celebraciones del domingo, luego de que Argentina se alzó con la Copa, varias personas sufrieron heridas tras caerse de los techos de las paradas de los autobuses y de los semáforos a donde se habían subido.
Muchos aficionados que llenaron las calles se enteraron de que el recorrido del autobús había sido modificado gracias a vecinos que colgaron carteles en sus viviendas en los que advirtieron de ello.
Pese al cambio de planes, el Obelisco de Buenos Aires se llenó de personas decididas a festejar de igual modo.
El Mundial y el éxito del combinado ha traído alegrías muy necesitadas y ha liberado tensiones en un país que lleva años marcado por los problemas económicos, con una de las tasas de inflación más altas del mundo y donde casi cuatro de cada 10 personas viven en la pobreza.
“Estamos muy golpeados por muchos factores, ojalá que este sea el principio de un nuevo camino”, confió la aficionada Torchinsky.
Victoria Roldán, quien iba a acompañada de su hermana Mariana, dijo que ambas pensaban dirigirse allá donde estuviese Messi con la Copa porque morían “de ganas” de verlo “con esa sonrisa”.
La joven afirmó que el capitán de la selección había contribuido a unir a los argentinos. “Hay otra energía en el aire y en la cara de la gente, esperemos que dure”.
El presidente Fernández dispuso que el martes fuese feriado nacional para que el país pudiera celebrar la victoria.