Ex Machina: una seducción tecnológica
En plena era digital y tecnológica, en la que la mayoría de los seres humanos ya dependemos de nuestro Smartphone, llega la necesaria “Ex Machina”, la opera prima como director del guionista y novelista inglés Alex Garland (28 Days Later, Sunshine, The Beach…).
La cinta firma uno de los mejores debuts dentro del género de ciencia ficción desde la excelente ‘Moon’ (2009) de Duncan Jones, con un elegante, tenso y claustrofóbico suspenso ultra contemporáneo sobre la inteligencia artificial que no dejará a nadie indiferente.
Domhnall Gleeson interpreta a ‘Caleb’, un joven e ingenuo programador de códigos que trabaja para una empresa gigante llamada ‘Bluebook’, posible analogía de Google o Facebook.
Caleb es elegido para un peculiar premio para colaborar con el magnate Nathan; un espectacular Oscar Isaac, que fusiona de forma única el humor con el terror, para retratar a este alcohólico prodigio del mundo de internet con complejo de Dios.
Así, pasa una semana encerrado en la fortaleza high-tech de arquitectura minimalista del millonario, en medio de una espectacular isla privada, muy al estilo Jurassic Park (1993), para participar en un experimento revolucionario.
Allí Caleb se adentra en un perturbador viaje psicológico al ponerse a las órdenes de ‘Nathan’, cuando éste le explica, tras manipularle para que firme un contrato de confidencialidad, que su trabajo consiste en hacerle el test de ‘Turing’ al robot femenino más avanzado de la historia, ‘AVA’.
Ese test es un método para determinar si un ordenador, o en este caso, un androide, es capaz de pensar como un ser humano.
El film se plantea como drama intimista que gira alrededor de sus tres personajes principales: ‘Caleb’, ‘Nathan’ y ‘AVA’, donde todos los nombres tienen referencias bíblicas.
‘AVA’ es una versión de ‘Eva’, ‘Nathan’ era un profeta de la corte de ‘David’, y ‘Caleb’ fue un espía enviado al nuevo mundo por ‘Moisés’; roles que encajan a la perfección con los personajes que interpretan.
‘Caleb’ queda fascinado de inmediato por la increíble inteligencia, el uso del lenguaje y la humanidad de ‘AVA’, una atractiva y aparentemente gentil robot, interpretada por la actriz sueca Alicia Vikander.
La película sigue una estructura episódica durante la semana en la que Caleb lleva a cabo el test de Turing con ‘AVA’, mientras Nathan, el orgulloso padre creador de ‘AVA’, que parece ser un híbrido de Mark Zuckerberg y el Dr. Frankenstein, los estudia a ambos a través de las cámaras de vigilancia que tiene instaladas por cada rincón de su laboratorio mientras se emborracha sin cesar.
Esto último sin duda una metáfora del mito de ‘Prometheus’ al destruirse poco a poco su hígado.
La intriga y el suspenso siguen latentes de principio a fin, sin embargo no empieza realmente a perturbar al público hasta que ‘Caleb’ le confiesa a ‘AVA’ que le está haciendo un test.
En ese momento hay un corte eléctrico, recurso que se repite en el film y que es generado por ‘AVA’, con lo cual Nathan pierde toda comunicación con ellos. Ahí, la robot lo aprovecha para decirle a Caleb que todo lo que le dice Nathan es mentira y que nada es lo que parece, confundiendo a nuestro protagonista, que al empezar a sentir empatía decide ayudarla.
Es entonces cuando ‘AVA’ le exige a Caleb que él también comparta su intimidad con ella, ya que si no, según ella, no es una relación real de amistad.
Este es un giro en la trama, puesto que ahora parece que es ella quien le está haciendo el test de Turing a él, interrogándole de forma extensa, pareciendo más un detector de mentiras con piernas, que una amiga y revelando consecuentemente el traumático pasado de Caleb.
Empezamos aquí a cuestionarnos cuáles son las intenciones reales de Nathan con su experimento, ya que Caleb no entiende por qué parece que ‘AVA’ haya sido programada para gustarle a Caleb.
Nathan lo justifica afirmando que la sexualidad se la ha dado para que sea más humana, y que son las inseguridades sexuales de Caleb las que están hablando.
Caleb empieza a desconfiar de Nathan y a sentir cada vez más empatía por AVA, sobre todo al descubrir que ella es infeliz encerrada en esa prisión de cristal, ya que lo que realmente querría es ser libre e independiente para poder disfrutar del mundo exterior, ya que se siente sola y atrapada,
Además, ambos son conscientes de que si AVA no pasa el test, Nathan tendrá que formatearla, que es lo mismo que quitarle la vida.
Entonces es cuando el director nos plantea la pregunta:
¿Será posible en el futuro el amor entre un ser humano y un androide?
Y es esa propia conciencia de su sexualidad y feminidad la que aporta algo realmente nuevo en el arquetipo de la mujer robot dentro del cine. Desafortunadamente, el final de Ex Machina parece robar un par de ideas del personaje de ‘Samantha’, al que Scarlett Johansson se encarga de prestar su sensual voz en ‘Her’ (2013).
Aparentemente, si la máquina tiene voz de mujer (como la Siri del iPhone) es menos amenazante, y a eso juega la película, ya que su pesimista final también tiene ecos de lo que ocurre con las buenas intenciones de los robots.