Por Agencias
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La semana pasada, Shakira le hizo a su ex, el exfutbolista Gerard Piqué, lo que toda persona que ha sido maltratada y menospreciada por su pareja desearía poder hacer.
Acabó con su ego y, de paso, se recordó a sí misma –y al mundo entero– de lo que es capaz.
En 24 horas, «BZRP Music Session #53», su nueva canción junto al productor y DJ argentino Bizarrap, batió el récord de 63 millones de visitas en YouTube y 14,4 millones de reproducciones en Spotify. La pegajosa melodía pop representa una formidable adición al canon de las canciones de desamor, pero es más que un tema de desprecio hacia su expareja y padre de sus dos hijos. Al exponer sus reclamos en un foro tan público, Shakira hizo una declaración cultural explosiva y significativa al negarse a cargar con la vergüenza asociada al final de su relación.
Pero ahí está el problema. No todo el mundo está de acuerdo con su actitud. Los titulares sobre su canción han adoptado un tono sexista, al calificar su comportamiento de «mezquino» y al tema de «éxito de venganza». Usuarios de redes sociales se preguntan si Shakira rompió una regla no escrita entre las mujeres al arrastrar al nuevo amor de su ex. Otros se alegran de ver cómo se desarrolla el drama mientras la juzgan por airear sus «trapos sucios».
Ya hemos oído antes la estigmatización de las mujeres que se adueñan de su corazón roto. Más notablemente con Taylor Swift. En una entrevista de 2014, Swift respondió a las críticas de que se lucra con sus exparejas.
«Vas a tener gente que va a decir: ‘Oh, ya sabes, como, ella solo escribe canciones sobre sus exnovios'», dijo la cantante. «Y creo que, francamente, ese es un punto de vista muy sexista. Nadie dice eso de Ed Sheeran. Nadie dice eso de Bruno Mars. Todos escriben canciones sobre sus exparejas, sus novias actuales, su vida amorosa, y nadie levanta una bandera roja ahí».
Y tiene razón. Solo basta ver a Bad Bunny. Su álbum «Un Verano Sin Ti» batió récord tras récord y le entregó el primer puesto de álbum del año de Billboard. El disco tiene un tema de desamor que reitera en la mayoría de sus 23 canciones. Y, sin embargo, las búsquedas en Internet sobre el cantante puertorriqueño, junto con el título de su álbum, no arrojan inmediatamente críticas sobre la monetización de su vida amorosa, sino que aplauden su genialidad y creatividad.
En un tuit viral que se publicó el mismo día del lanzamiento de la canción, la usuaria Melany Mora Murillo desglosó todas las sutiles maneras en que Shakira toma su conocimiento íntimo de Piqué y lo convierte en arma, dejando pocas dudas (si es que había alguna) sobre a quién se refiere. Lo más destacado del hilo incluye: señalar cómo Bizarrap samplea ritmos de «Me Enamoré», una canción de 2017 que Shakira hizo sobre su entonces relación con Piqué y destacar cómo Shakira sincroniza sus letras para aludir a la numerología en su relación. En el minuto 2:22 canta «Yo valgo por dos de 22», que no solo es una referencia a la novia más joven de Piqué (quien ahora tiene 23 años; él cumplirá 36 el mes que viene), sino a la fecha de cumpleaños que la expareja compartía el 2 de febrero, con 10 años de diferencia. También utiliza el gesto característico de Piqué de levantar dos dedos con ambas manos.
Para apreciar realmente lo que hay detrás de la canción, hay que ver el video, donde el lenguaje corporal de Shakira añade otra capa de complejidad. La cámara la enfoca cuando ataca a su antiguo amor, ocupa espacio y mueve su cuerpo, proyectando confianza y poder. Es un cambio radical con respecto a «Monotonía», lanzado en octubre de 2022. En el videoclip de Monotonía, ella pasa la mayor parte del tiempo llorando, con aspecto desaliñado y cantando «no fue culpa tuya, ni tampoco mía, fue culpa de la monotonía».
Y aquí es donde realmente vemos a Shakira subir la apuesta, diciendo (con un juego de palabras muy agudo sobre el apellido de su ex, para colmo) «entendí que no es culpa mía que te critiquen, yo solo hago música, perdón que te sal..pique». La única vez que se muestra recatada es cuando minimiza su impacto diciendo que «solo hace música», apropiándose de los estereotipos de género de las mujeres débiles y sumisas para su beneficio.
Shakira expone sus problemas y le explica lo que le quita el sueño: tener a su suegra como vecina, el acoso de la prensa no solo por la ruptura, sino también por una acusación de evasión fiscal por la que, de ser declarada culpable, se enfrenta a una pena de ocho años de cárcel y una multa cercana a los US$ 25 millones (ella ha negado repetidamente las acusaciones en su contra). Tras repasar los obstáculos a los que se enfrenta tras su partida, cosas que serían aplastantes en circunstancias normales, redobla su fe en sí misma y trae al redil a otras mujeres traicionadas al entonar «las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan».
Puede que esta canción se haya creado como un acto de supervivencia: ella la describe como «catártica» y canta que tiene que «desahogarse» de su dolor, pero no se puede negar que es una máquina de hacer dinero y que demuestra al mundo que todavía tiene madera. No cabe duda de que se está forrando. Pero al ser tan abierta sobre lo que está pasando, ha dado un paso hacia su poder y está triunfando. Ha rechazado las expectativas sociales y las presiones para comportarse de una determinada manera cuando una relación duradera llega a su fin. En el proceso, ha conseguido el mayor debut en español de la historia de Spotify (toda una hazaña en la era post Bad Bunny, «Un Verano Sin Ti»).
Como una mujer cuya pareja de la vida es ahora su ex ––un doloroso recordatorio de lo que ocurre cuando aceptas menos de lo que vales–– Shakira está recordando a los demás una verdad universal. No existe un manual para los peores momentos de tu vida. Es muy probable que alguien te critique por cualquier cosa que hagas mientras te recuperas, así que es mejor que hagas lo que te parezca correcto.