Por Aliz Ruvalcaba
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Estos días para los que vivimos en el aislamiento físico, es fácil perder el sentido de rutina, generando así, que nuestros días parezcan clones del día anterior, donde la motivación para realizar rutinas cotidianas o incluso para terminar proyectos o trabajo desde casa, parecen inalcanzables.
En estas últimas semanas, yo en lo personal he vivido un sube y baja de emociones y acciones que me han llevado desde la negación o entumecimiento, al otro extremo donde me llega una onda de energía, e ideas que me tienen haciendo cosas pendientes o buscando qué lugar de la casa puedo limpiar.
Ésta última semana ha sido especialmente complicada cuando la novedad de la vida en esta llamada cuarentena ya dejó de ser inesperada y que, especialmente con mis peques en casa, me ha costado mucho el problema de las transiciones de una actividad a otra, ya que todo se realiza en casa.
Esta situación me ha llevado a recordar una joya que tenía olvidada: ¡La regla de los 5 segundos!
Y no, no es la del tiempo permitido antes de levantar la comida cuando se cae al piso.
La regla de los 5 segundos fue creada por Mel Robbins (Coach personal reconocida a nivel mundial), donde explica que “si tienes un instinto de actuar, tienes que físicamente moverte en los primeros 5 segundos antes de que tu cerebro cancele la orden para actuar y te quedes estancado”.
Esta regla me parece súper simple (aunque no fácil) de seguir, el secreto es actuar en el primer instinto y si sientes que estás dudando en hacer o no algo, lo que hay que hacer es contar de atrás hacia delante 5,4,3,2,1 y MOVERTE hacía la acción.
De acuerdo a Robbins, la ventana de tiempo que existe entre que tienes un instinto por hacer algo, y el tiempo que toma a tu cerebro el crear excusas para quitarte ese sentimiento es exactamente 5 segundos, y esto aplica para todas las personas. Si en esos primeros 5 segundos, no tomas acción, te quedas donde estás y no se genera cambio.
Es así como te empujas a hacer las cosas difíciles en tu lista de prioridades del día, las cosas que no tienes ganas de hacer, lo que te da miedo o lo que por alguna razón estás evitando.
Esta regla cuenta con 5 elementos básicos, el primero es identificar el instinto o impulso de hacer o no hacer algo que identificas como presentimiento.
El segundo es asociar a ese presentimiento con la meta que nos llevará a alcanzar, y ahí es donde entra el tercer elemento que es forzarte a ti mismo aún cuando no quieres hacer algo o que no sientes la energía para lograrlo.
Cuando el momento llega, sientes el instinto, lo identificas como parte de la meta, ahí, y justo ahí es donde está la ventana de oportunidad. Lo que sigue, es donde entra la parte de la regla que yo encuentro difícil, y lo que hay que hacer en ese momento es contar … ¡eso es todo! 5, 4, 3, 2, 1 y vamos a actuar.
De acuerdo a la ciencia neurológica detrás de esta regla, lo que pasa en el interior de nuestro cerebro es que, al contar de atrás hacia delante, se activa la corteza frontal del cerebro, y cuando terminas de contar, predispones al cerebro a esperar una acción.
El cuarto elemento es la acción- movernos en esos primeros 5 segundos, ya que el movimiento físico es la clave para que la regla surja efecto, esto evita que tu cerebro active las razones por las cuales no deberías tomar esa acción y permanecer en el estado de confort, eso es precisamente el quinto elemento del proceso.
La función del cerebro es la de protegernos, por lo que trata de mantenerte en el estado que ya conoce y evitar nuevos riesgos, limitando así los cambios y provocando un auto sabotaje.
Así que, en conclusión, la regla de los 5 segundos nos ayuda a ganarle a nuestro cerebro cambiando la duda por la acción.
Espero que ustedes como yo, puedan darse la oportunidad de probar esta simple regla, y que antes de que duden de su efectividad, la prueben.
Lo bueno es que podemos aplicar esto con cientos de decisiones que tomamos al día… suena la alarma 5,4,3,2,1 y me levanto.
Hay que pensar en qué hacer de comer 5,4,3,2,1 abro el refrigerador y empiezo a sacar ingredientes para empezar a cocinar.
Es hora de poner a los niños a hacer la tarea, contamos en voz alta 5,4,3,2,1.
Apliquemos esta regla y hacer algo que nos cuesta trabajo hacer, aunque sea una vez al día … 5,4,3,2,1 y ¡acción!