Bukele busca ayuda internacional para atender crisis de perros y gatos callejeros en El Salvador

Por Redacción
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“Miles de perros y gatos viven en nuestras calles. Queremos cambiar eso, pero sin crueldad. Tenemos los recursos financieros, pero buscamos socios expertos para convertirlo en un modelo para América Latina”, escribió Bukele en la red social X el 8 de octubre. “¿Quién quiere venir a ayudar?”.

En la capital salvadoreña, las escenas son comunes: perros acostados bajo el sol en avenidas transitadas, cruzando el tráfico con agilidad o buscando comida entre los desechos de los mercados. Aunque el fenómeno no es nuevo, la intervención directa del presidente le ha dado una nueva dimensión política y mediática.

Bukele, conocido por su manejo estratégico de la comunicación y su afición a los gestos simbólicos, parece decidido a dar una respuesta visible al problema del abandono animal. En 2016, cuando era alcalde de San Salvador, adoptó un perro llamado Cyan, rescatado de una venta ilegal de mascotas.

El Salvador ha carecido históricamente de instituciones públicas dedicadas al bienestar animal. Organizaciones sin fines de lucro, con recursos limitados, han intentado llenar ese vacío durante años.

En los últimos años, el gobierno ha tomado algunas medidas concretas. En 2021, el Congreso controlado por su partido, Nuevas Ideas, tipificó el maltrato animal como delito, sancionado con penas de dos a cuatro años de prisión y multas económicas. Además, se creó Chivo Pets, el primer hospital veterinario público de la región, donde los servicios cuestan apenas 25 centavos o su equivalente en bitcoin.

El anuncio del presidente ha generado entusiasmo, pero también escepticismo sobre cómo se financiará el nuevo proyecto. El país enfrenta una creciente deuda externa y recientemente recibió un préstamo de $1,400 millones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Bukele ha presumido de los beneficios obtenidos por la inversión estatal en criptomonedas, aunque economistas locales advierten que los fondos no serían suficientes para cubrir un programa nacional de rescate animal.

No sería la primera vez que el mandatario recurre a la cooperación internacional. En el pasado, China ha financiado proyectos emblemáticos como la nueva biblioteca nacional y la construcción de un moderno estadio de fútbol en San Salvador.

Entre las respuestas internacionales al llamado destaca la del influencer irlandés Niall Harbison, conocido por sus campañas de rescate animal. “Siempre he estado buscando un país con el que asociarme para mostrar cómo la colaboración público-privada puede funcionar y ser un modelo para otros”, escribió Harbison en X. “Hagámoslo”, respondió Bukele.

Mientras tanto, organizaciones locales como la Fundación Gratitud, que trabaja en la esterilización y alimentación de animales callejeros en el interior del país, esperan que el gobierno incorpore a los rescatistas independientes en su plan.

“Llevamos años trabajando con pocos recursos. Si logramos unir esfuerzos con el gobierno, realmente podríamos cambiar las cosas”, dijo Patricia Madrid, representante de la fundación.

Por ahora, el plan presidencial sigue siendo una promesa abierta. Lo que sí ha quedado claro es que Bukele ha encontrado en la causa animal otra oportunidad para proyectar su liderazgo global y mostrar una nueva faceta: la del mandatario que busca erradicar, con la misma determinación que combatió al crimen, la indiferencia hacia los animales en las calles salvadoreñas.