Por Redacción
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El suicidio de Jay Taylor, un niño de 13 años de Gig Harbour, Washington, ha revelado una nueva y perturbadora forma de crimen digital: grupos de depredadores en línea que manipulan a menores para que se autolesionen e incluso se quiten la vida.
El caso, expuesto en una investigación exclusiva de The Washington Post y Der Spiegel, ha llevado al FBI a abrir una compleja investigación internacional. Los delincuentes, operando desde distintos países, persuaden a niños vulnerables —muchos con problemas de salud mental— para que envíen fotos íntimas, se mutilen o transmitan su propio suicidio en vivo.
Jay fue encontrado sin vida en un estacionamiento junto a un supermercado. Su teléfono, un iPhone que aún grababa la escena, reveló que su ahorcamiento había sido transmitido en directo por Instagram. Los agentes federales se enfrentaron a un vacío legal sin precedentes: no existía una figura jurídica clara para describir el delito.
El rastro digital lleva hasta Alemania
A través del teléfono del menor, el FBI descubrió foros clandestinos donde miembros de un grupo conocido como “764” intercambiaban tácticas para manipular a niños y exhibirlos como trofeos. Entre los alias hallados apareció “Tigre Blanco” (White Tiger), quien se describía a sí mismo como un “acosador/extorsionador” y presumía de poseer terabytes de pornografía infantil.
La investigación llevó a los agentes hasta Hamburgo, Alemania, donde identificaron a Shahriar, un joven iraní de 18 años que estudiaba medicina. Desde plataformas como Discord, Instagram y Telegram, el sospechoso cortejaba a niñas para luego chantajearlas con fotos explícitas. En el material hallado había casos extremos de mutilación, abuso sexual y coerción psicológica a víctimas de entre 11 y 15 años.
Aunque el FBI reunió pruebas contundentes, no pudo arrestarlo al tratarse de un ciudadano alemán. Las autoridades de Hamburgo rechazaron inicialmente el caso, lo que llevó a un agente estadounidense a abandonar la investigación por frustración. Un año y medio después, la policía alemana finalmente detuvo a Shahriar, acusado de 123 cargos de abuso sexual y asesinato en relación con la muerte de Jay Taylor.
La frontera invisible del delito digital
El caso expone la impunidad que ofrecen las redes sociales y la falta de cooperación internacional ante los llamados “asesinos digitales”. Mientras algunos miembros del grupo 764 siguen activos, el FBI ha clasificado este tipo de delitos como una nueva forma de terrorismo cibernético que ha afectado a miles de menores en varios países.
“Es un tipo de maldad que la ley todavía no alcanza a definir”, declaró un agente federal citado por The Washington Post. Las autoridades estadounidenses insisten en que la lucha contra estos depredadores digitales requerirá nuevas leyes y acuerdos globales que permitan actuar más allá de las fronteras.
