Por Redacción
[email protected]
Como ya es una tradición en la región, el pasado domingo 2 de junio cientos de aficionados al deporte norteamericano por excelencia, el jaripeo, en punto de las 3 de la tarde se dieron cita en las instalaciones del Elks Rodeo, para presenciar las finales del 81º Rodeo de Santa María.
Poco a poco las gradas se fueron llenando, en su mayoría por vaqueros y vaqueras ajuarados a la más pura usanza del Viejo Oeste.
El evento dio inicio cuando un nutrido grupo de vaqueros entró al ruedo, para extender y ondear una enorme y hermosa bandera de las barras y las estrellas, cubriendo por completo el centro del ruedo, mientras miembros de la Fuerza Aérea, entonaban las notas del glorioso himno nacional.
Así llegó el momento para que el experimentado maestro de ceremonias, vestido como payaso de rodeo, entrara al ruedo, para dar la bienvenida a los asistentes e indicar que el momento de que la diversión iniciara, había llegado.
Desde los cajones de monta, un total de ocho briosos y enormes caballos broncos salieron, para que grupos de tres vaqueros trataran de ensillarlos, prueba en la que claramente la fuerza de los equinos resultó ser superior, y solamente dos equipos lograron su cometido, el resto de los participantes tuvo que irse a casa bastante empolvados por las arrastradas recibidas.
Así fue como en el transcurso de la tarde se llevaron a cabo las finales de las 7 pruebas del rodeo:
Monta de caballo a pelo con petral, \ el ganador fue Austin Foss, con 87 puntos, lanzamiento al becerro y amarre de tres de sus patas, ganador Lane Santos en sólo 9.8 segundos, derribar al novillo saltando desde el caballo y ponerlo patas para arriba, vencedor: Ethen Thouvenell, 4.7 segundos.
Monta de caballo bronco con montura, ganador Jesse Wright con 86 puntos, lanzada doble de novillo, pareja ganadora Cody Mora y Blaine Ketscher, en 4.9 segundos.
La espectacular Carrera de barriles fue ganada por Linda Vick, en tan sólo 17.28 segundos.
El evento estrella, que es la espectacular monta de toro, dejo como victorioso el representante la compañía de rodeo Billy the Kid de Rosser, Elliot Jacoby con 86 puntos.
En total los recompensas repartidas entre los ganadores en esta edición ascendieron a un gran total de $54,436 dólares
Durante los intermedios, los organizadores realizaron varias actividades, desde invitar a cuatro asistentes a participar en una divertida carrera a través del ruedo, primero rodando, luego gateando, después ancado y finalmente saltando, donde el vencedor se llevo un anillo con valor de más de $1,500 dólares.
También los asistentes disfrutaron de la cabalgata de hermosas vaqueras, que en varias ocasiones recorrieron el ruedo portando los estandartes de los patrocinadores, y claro que no faltó la enternecedora monta de borregos por parte de los futuros vaqueros de rodeo.
La presencia latina en el evento estuvo a cargo del excepcional charro de tercera generación, Tomas Garcilazo y su familia, quien demostró ser un experto al igual que su hijo en el arte del floreo de soga, verdaderos creadores de poesía mexicana en movimiento.
Arrancando aplausos del respetable, cuando sin dejar de florear la soga, se puso de pie sobre su caballo y salto a través de su siga sin perder la compostura, levantando estrenduosos aplausos.
Después su hijo se le unió al centro del ruedo montando su pequeño caballo pony, y juntos realizaron suertes charras de manera sincronizada, finalmente su bella esposa apareció para acompañarlos en una cabalgata alrededor del ruedo, para recibir el reconocimiento del público y el agradecimiento de los inmigrantes mexicanos radicados en la región, por conservar y promover la charrería de este lado de la frontera.
Al final del evento Garcilaso expresó en exclusiva a El Latino Costa Central que para él es un orgullo para ser un embajador del deporte nacional mexicano por excelencia, y estar muy satisfecho de contribuir a que las culturas estadounidenses y latinoamericanas se unan y coexistan en un mismo espacio.
“Lo que hacemos no es fácil, se necesita una vida de preparación, trabajo duro y mucha disciplina, en nuestro rancho pasamos innumerables horas trabajando con nuestros cinco caballos, para que se sientan cómodos y no se pongan nerviosos al entrar al ruedo, pero todo eso vale la pena al ver la alegría en los rostros de la gente. Soy el hombre con el mejor trabajo del mundo”, Garcilazo concluyó.