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Inmigrantes son clave para evitar una recesión

Por Carlos Hernández
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Llegar a Estados Unidos fue una prueba desgarradora: Silva, de 25 años, su esposo y su hija de siete años desafiaron las traicioneras selvas del Tapón del Darién en Panamá, viajaron a lo largo de México, cruzaron el Río Grande y luego se entregaron en los Estados Unidos a la Patrulla Fronteriza en Brownsville, Texas.  

Al buscar asilo, recibieron un permiso de trabajo el año pasado y encontraron trabajo en Rock Hill, Carolina del Sur.

“Mi plan es ayudar a mi familia que tanto necesita el dinero y crecer económicamente aquí”, dijo Silva.

Su historia es mucho más que la ardua búsqueda de una vida mejor por parte de una familia.

Los millones de puestos de trabajo que Silva y otros inmigrantes recién llegados han estado ocupando en Estados Unidos parecen resolver un enigma que ha confundido a los economistas durante al menos un año:

¿Cómo ha logrado prosperar la economía, añadiendo cientos de miles de empleos, mes tras mes, en un momento en que la Reserva Federal ha aumentado agresivamente las tasas de interés para combatir la inflación, normalmente una receta para una recesión?

Ha habido algo de misterio: ¿cómo seguimos logrando un crecimiento del empleo tan extraordinario y fuerte mientras la inflación sigue bajando?», dijo Heidi Shierholz, presidenta del Instituto de Política Económica y ex economista jefe del Departamento de Trabajo.

“El hecho de que las cifras de inmigración sean más altas de lo que habíamos pensado, eso realmente resuelve en gran medida el enigma”.

Para el Doctor en Economía Jamshid Damooei, Catedrático y Director de la Facultad de Economía de la Universidad Cal Lutheran de Thousand Oaks, la respuesta es muy sencilla, ya que cuando los inmigrantes, sobre todo los indocumentados entran en el engranaje laboral, esto no sólo aumenta la producción de diferentes sectores económicos sino que también hacen una inyección de capital a la economía estadounidense.

“Absolutamente los inmigrantes son beneficiosos y claves para la economía, ya que no sólo toman empleos que la mayoría de l@s estadounidenses no quiere tomar por ser muy demandantes, o de no muy buena paga, pero con lo que ganan ayudan a fortalecer el mercado, ya que consumen y gastan dinero en sus comunidades”, explica el Dr. Damooei.

“La percepción que tienen de que los inmigrantes son malos para la economía dista mucho de la realidad, sobre todo en cuanto al aporte económico en el sistema de la Administración del Seguro Social y pagos tributarios federales”.

De acuerdo al reporte de este año del Dr. Domooei y su equipo, los 1.6 millones de indocumentados, que trabajan en todo California, aportan anualmente $9,300 millones en pagos de impuestos laborales y del Seguro Social.

“Al estar trabajando siempre se les descuentan los impuestos laborales, y de Seguro Social de sus cheques, pero a la vez y debido a su estatus (migratorio), ell@s nunca tendrán derechos a pedir esas contribuciones como una pensión de retiro, nunca recibirán un centavo de esto, por lo que básicamente ell@s están manteniendo el sistema del Seguro Social”, recalcó el Dr. Domooei.

Y es que si bien ayudan a impulsar el crecimiento económico, los inmigrantes también se encuentran en el centro de un incendiario debate en un año electoral sobre el control de la frontera sur del país.

En su intento por regresar a la Casa Blanca, Donald Trump ha atacado a los migrantes en términos a menudo degradantes, caracterizándolos como criminales peligrosos que están “envenenando la sangre” de Estados Unidos y con frecuencia invocando falsedades sobre la migración.

Trump ha prometido terminar de construir un muro fronterizo y lanzar la “operación de deportación interna más grande en la historia de Estados Unidos”.

Y es que para el catedrático, quien es el encargado del Simposio anual de la Cal Lutheran titulado “Impacto Económico de los Inmigrantes Indocumentados en los Condados de Ventura y Santa Bárbara”, desafortunadamente los inmigrantes siempre son usados por los políticos como los conejillos de india para todos los males de la economía estadounidense.

“Lamentablemente son el blanco perfecto de los políticos para achacarles todas las falencias del sistema, primero porque son un grupo desprotegido, sin voz ni voto, y que a su vez no puede producir estudios ni respuestas para defenderse de todos los ataques. Los políticos lo hacen porque esta es la manera más fácil de alejarse de hablar de los verdaderos problemas económicos que se dan en Estados Unidos”, indica el Dr. Damooei.

Para el Director dichos problemas son los bajos salarios y sobre todo la distribución de riqueza que se ha venido dando desde los últimos 25 años.

“Esos son los verdaderos problemas de la economía estadounidense. Esa enorme brecha que se da a diario, donde la riqueza sólo se mueve para un lado, donde el rico se hace muchísimo más rico y tiene más facilidades para hacerlo, y los problemas de la clase media y baja que enfrentan para mantener sueldos justos y así tener un estilo de vida digno y cómodo como el que estas clases tenían hace 50- 60 años”, enfatiza Damooei.

Que Trump o el Presidente Joe Biden ganen las elecciones, podría determinar si la afluencia de inmigrantes y su papel clave en el impulso de la economía perdurarán.

El auge de la inmigración tomó por sorpresa a casi todos.

En 2019, la Oficina de Presupuesto del Congreso había estimado que la inmigración neta, llegadas menos salidas, equivaldría a alrededor de 1 millón en 2023.

La cifra real, dijo la CBO en una actualización de enero, era más del triple de la estimación: 3.3 millones.

Así, miles de empleadores necesitaban desesperadamente a los recién llegados.

La economía (y el gasto de los consumidores) se habían recuperado con fuerza de la recesión pandémica.

Las empresas luchaban por contratar suficientes trabajadores para mantenerse al día con los pedidos de los clientes.

El problema se vio agravado por los cambios demográficos: el número de estadounidenses nativos en sus mejores años laborales (entre 25 y 54 años) estaba disminuyendo porque muchos de ellos habían superado esa categoría y estaban a punto de jubilarse o entrando en ella. Las cifras de este grupo se han reducido en 770,000 desde febrero de 2020, justo antes de que el COVID-19 golpeara la economía, pero llenar ese vacío ha sido una ola de inmigrantes.

En los últimos cuatro años, el número de trabajadores en edad productiva que tienen un trabajo o están buscando uno ha aumentado en 2,8 millones.

Y casi todos esos nuevos ingresantes a la fuerza laboral (2,7 millones, o el 96% de ellos) nacieron fuera de Estados Unidos.

El año pasado, los inmigrantes representaron un récord del 18,6% de la fuerza laboral, según el análisis de datos gubernamentales del Instituto de Política Económica.

Y los empleadores agradecieron la ayuda.

Consideremos a Jan Gautam, director ejecutivo de la empresa de alojamiento Interessant Hotels & Resort Management en Orlando, Florida, quien dijo que no puede encontrar trabajadores nacidos en Estados Unidos para trabajar limpiando habitaciones y lavando ropa en sus 44 hoteles.

De los 3.500 trabajadores de Interestsant, dijo, el 85% son inmigrantes.

“Sin empleados, estás arruinado”, dijo Gautam, un inmigrante de la India que comenzó a trabajar en restaurantes como lavaplatos y ahora es dueño de su propia empresa.

“Si quieres impulsar la economía. Definitivamente necesita que más inmigrantes vengan a este país”, dijo.

O consideremos la fuerza laboral de la granja Flood Brothers en Clinton, la “capital lechera” de Maine.

Los trabajadores nacidos en el extranjero constituyen la mitad del personal de la granja, de casi 50 personas, que alimentan a las vacas, cuidan los cultivos y ayudan a recolectar la leche, 18.000 galones por día.

«No podemos hacerlo sin ellos», dijo Jenni Tilton-Flood, socia de la operación.

Después de todo, por cada persona desempleada en Maine, hay dos puestos vacantes, en promedio.

“No tendríamos una economía, ni en Maine ni en Estados Unidos, si no tuviéramos mano de obra altamente calificada que venga de fuera de este país”, dijo Tilton-Flood en una entrevista telefónica con The Associated Press desde su granja.

“Sin inmigrantes (tanto los nuevos solicitantes de asilo como nuestros contribuyentes inmigrantes a largo plazo) no podríamos hacer el trabajo que hacemos. Todo lo que afecta a la economía estadounidense es impulsado y sólo se salvará aceptando mano de obra inmigrante”, dijo.

Un estudio realizado por Wendy Edelberg y Tara Watson, economistas del Proyecto Hamilton de la Brookings Institution, concluyó que en los últimos dos años, los nuevos inmigrantes aumentaron la oferta de trabajadores de la economía y permitieron a Estados Unidos generar empleos sin sobrecalentarse ni acelerar la inflación.

En el pasado, los economistas normalmente estimaban que los empleadores estadounidenses no podrían agregar más de 60.000 a 100.000 empleos al mes sin sobrecalentar la economía y provocar inflación.

Pero cuando Edelberg y Watson incluyeron el aumento de la inmigración en sus cálculos, descubrieron que el crecimiento mensual del empleo podría ser aproximadamente el doble este año, de 160.000 a 200.000, sin ejercer presión al alza sobre la inflación.

«Hay mucha más gente trabajando en el país», dijo la semana pasada el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en un discurso en la Universidad de Stanford.

En gran medida debido a la afluencia de inmigrantes, dijo Powell, “es una economía más grande, pero no más ajustada. Realmente algo inesperado e inusual”.

Trump ha atacado repetidamente la política de inmigración de Biden por el aumento de inmigrantes en la frontera sur.

Según el análisis de Edelberg y Watson, sólo alrededor del 27% de los 3,3 millones de extranjeros que ingresaron a Estados Unidos el año pasado lo hicieron como “residentes permanentes legales” o con visas temporales.

El resto (2,4 millones) llegaron ilegalmente, se quedaron en el país después del vencimiento de sus visas, están esperando procedimientos judiciales de inmigración o están en un programa de libertad condicional que les permite permanecer temporalmente y, a veces, trabajar en el país.

“Así que ahí lo tienes. La forma de resolver una crisis inflacionaria es soportar una crisis migratoria, escribió en febrero Douglas Holtz-Eakin, ex director de la CBO y presidente del conservador American Action Forum.

Muchos economistas sugieren que los inmigrantes benefician a la economía estadounidense de varias maneras.

Aceptan trabajos generalmente indeseables y mal pagados pero esenciales que la mayoría de los estadounidenses nacidos en Estados Unidos no aceptarán, como cuidar niños, enfermos y ancianos.

Y pueden impulsar la innovación y la productividad del país porque es más probable que inicien sus propios negocios y obtengan patentes.

Ernie Tedeschi, profesor visitante en el Centro Psaros de la Universidad de Georgetown y exasesor económico de Biden, calcula que el estallido de la inmigración ha representado alrededor de una quinta parte del crecimiento de la economía en los últimos cuatro años.

Los críticos responden que un aumento en la inmigración puede obligar a bajar los salarios, particularmente para los trabajadores de bajos ingresos, una categoría que a menudo incluye a inmigrantes que han vivido en Estados Unidos por más tiempo.

El mes pasado, en el informe económico más reciente del presidente, los asesores de Biden reconocieron que “la inmigración puede ejercer presión a la baja sobre los salarios de algunos trabajadores mal pagados”, pero agregaron que la mayoría de los estudios muestran que el impacto en los salarios de los nacidos en Estados Unidos es pequeño.»

Incluso Edelberg señala que una ola inesperada de inmigrantes, como la reciente, puede abrumar a los gobiernos estatales y locales y cargarles con costos onerosos.

Un sistema de inmigración más ordenado, dijo, ayudaría.

El reciente aumento “es una forma algo perturbadora de aumentar la inmigración en Estados Unidos. No creo que nadie se hubiera sentado y hubiera dicho: ‘Creemos una política de inmigración óptima’, y esto es lo que se les ocurriría”, dijo Edelberg.

Holtz-Eakin argumentó que un corte de inmigración del tipo que Trump ha prometido imponer, de ser elegido, resultaría en “un crecimiento mucho más lento de la fuerza laboral y un retorno al fuerte equilibrio” entre contener la inflación y mantener el crecimiento económico que Estados Unidos ha logrado hasta ahora evitarlo.

Por ahora, millones de puestos vacantes están siendo ocupados por inmigrantes como Mariel Marrero.

Marrero, de 32 años, opositora política del autoritario presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, huyó de su país en 2016 después de recibir amenazas de muerte.

Vivió en Panamá y El Salvador antes de cruzar la frontera de Estados Unidos y solicitar asilo.

Con su caso pendiente, recibió autorización para trabajar en Estados Unidos en julio pasado.

Marrero, que trabajaba en los archivos del Congreso de Venezuela en Caracas, encontró trabajo vendiendo teléfonos y luego como dependiente en una tienda de conveniencia propiedad de inmigrantes venezolanos.

Al principio vivía gratis en la casa de un tío, pero ahora gana lo suficiente para pagar el alquiler de una casa de dos habitaciones que comparte con otros tres venezolanos en Doral, Florida, un suburbio de Miami con una gran comunidad venezolana.

Después del alquiler, la comida, la electricidad y la gasolina, le sobra suficiente para enviar 200 dólares al mes a su familia en Venezuela.

“Cien por ciento, este país te da oportunidades”, dijo.

Marrero tiene su propio sueño americano:

“Me imagino tener mi propia empresa, mi casa, ayudar a mi familia de una manera más cómoda”.