Me encanta esta época, ya que disfruto mucho decorar mi casa junto a mis hijos, poner las lucecitas y verlos sonreír al adornar el arbolito de Navidad.
No se diga de la comida de esta temporada como, los deliciosos tamales, buñuelos y champurrado.
Todos sabemos que el recalentado sabe mejor.
Paso la Navidad, sin embargo, y ahora es tiempo de reflexionar.
¿Qué tal nos fue durante este año? ¿Qué podemos mejorar?
¿Cuáles son nuestros sueños y esperanzas?
Es tradición que al comenzar el nuevo año pensemos en metas. La más común, es perder peso.
¿Quién no desea perder unas libritas de más?
Comienza el mes de enero y se puede observar por los parques y las calles a muchas personas corriendo y haciendo ejercicio.
“¿Para qué prometer algo que no voy a cumplir?”, dicen algunos.
“Mejor no prometer nada”, aseguran…
Prometemos dejar las golosinas, ahorrar, comer mas saludable y al llegar febrero se nos olvida.
No de desanime. Primero que nada, piense en metas realistas.
En lugar de decir voy a bajar de peso, diga voy a perder 5 o 10 libras.
Si su meta es no mal gastar tanto dinero, propóngase ahorrar una cantidad cada mes. Evite metas que no va a lograr como hacer ejercicio una hora todos los días.
La mayoría de las personas no lo hacen.
Piense mejor en hacer ejercicio 3 veces por semana.
Aunque los propósitos de año nuevo son generalmente para los adultos, los niños también pueden participar.
Ayúdeles a seleccionar una o dos metas para el año nuevo.
La metas pueden ser, mejorar su letra, leer más libros, doblar y acomodar su ropa, cepillarse los dientes más seguido.
La idea es inculcarles ese espíritu de lucha, de perseverancia, dedicación, hábito y la satisfacción de haber cumplido y sobre todo ver resultados.
Explique a sus hijos el significado de esta tradición.
Recuerdo que cuando mis hijos estaban pequeños y les pregunte que querían para el próximo año contestaron que querían ver mas televisión, querían mas juguetes… Obvio que no entendían que las metas y propósitos son una manera de mejorar, de progresar y superarnos.
Ahora están más grandes y entienden perfectamente la tradición.
Juntos reflexionamos y escribimos en un papel nuestra meta para después colocarla en el refrigerador.
Es importante poner nuestra meta en un lugar visible para recordar todos los días lo que prometimos.
Generalmente lo ponemos en el refrigerador pero puede colocar el papelito en el espejo de su baño.
Sería maravilloso tener una meta familiar, sí como un equipo completo, porque al final del día eso es lo que debe ser la familia.
Algo que toda la familia pueda realizar juntos como jugar juegos de mesa los viernes. Ya sea lotería, monopolio, toma todo,etc.
Caminar en el parque los fines de semana, o tomar menos soda.
Proponerse metas en la vida y cumplirlas es importante.
Anímese y piense en alguna manera de superarse.
No es necesario decirle a todo el mundo su promesa, puede ser algo personal y privado.
Feliz Año 2016 y que éste sea mucho mejor que el que terminó.
La maestra Sonia Aguila es una experta en educación que enseña en la Escuela Canalino de Carpintería.