Por Agencias
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A principios del siglo XX, los miembros de la nación indígena estadounidense de los osage se convirtieron en las personas más ricas de la Tierra. Pero uno tras otro comenzaron a aparecer asesinados.
Estas misteriosas muertes se convirtieron en uno de los primeros casos que investigó el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).
La historia sirve de inspiración para la nueva película del director estadounidense Martin Scorsese, protagonizada por Lily Gladston y sus ya habituales colaboradores Robert de Niro y Leonardo DiCaprio, y que se estrena en Estados Unidos este 20 de octubre
Scorsese basó su historia en el libro Killers of the Flower Moon: the Osage Murders and the Birth of the FBI («Los Asesinos de la flor de la Luna: las muertes de los Osage y el nacimiento del FBI»), de David Grann.
Grann habló en 2017 sobre el impacto que la publicación de su libro estaba teniendo y dijo: «El comentario más común que he recibido es: ‘No puedo creer que nunca haya escuchado nada de esto».
«Creo que es un reflejo hasta cierto punto de la fuerza estructural que llevó a estos crímenes, que fueron los prejuicios».
Misteriosos asesinatos
«La Nación Osage, igual que muchos otros pueblos indígenas de Estados Unidos, fueron expulsados de su tierra hacia una parte del noreste de Oklahoma», contó David Grann.
«Se pensaba que esa tierra no tenía ningún valor. Era rocosa e infértil. Pero entonces descubrieron unos de los depósitos de petróleo más grandes del país», señaló el autor.
«Y los osage se convirtieron en la gente más rica del mundo».
Tal como contó Grann, los osage rompieron entonces con todos los estereotipos que se tenían de las naciones indígenas.
Los periódicos de la época hablan de la exorbitante riqueza de quienes llamaban «los millonarios rojos», que vivían en mansiones, vestían con pieles y joyas costosas, y empleaban a sirvientes blancos.
Algunos pensaban que los indígenas, que eran considerados «primitivos» y «salvajes», no debían tener todo ese dinero y poder.
Y pronto los osage empezaron a desaparecer misteriosamente o a morir asesinados, uno tras otro.
«Una mujer extraordinaria»
En su libro, David Grann, investigó a una familia particular.
«Seguí el caso de una mujer extraordinaria, llamada Mollie Burkhart, quien nació en territorio indígena en Oklahoma y hablaba el idioma osage», contó el escritor.
«En un período de unos 30 años, esta mujer se mudó a vivir a una mansión, se casó con un blanco y empezó a hablar inglés. Y los miembros de su familia fueron el principal objetivo de una conspiración para matarlos».
Mollie tenía tres hermanas y una tras otra, fueron asesinadas. Una fue envenenada, otra murió a tiros y la tercera falleció en una enorme explosión.
«Alguien colocó una bomba bajo su casa y la explosión mató a la hermana de Mollie, a su cuñado y a un sirviente blanco que vivía en la casa con ellos», explicó David Grann.
Durante su investigación, Grann encontró que estos hechos no habían podido ocurrir sin la colaboración de las autoridades o al menos sin que estas «hicieran la vista gorda».
Se había establecido toda una organización que conspiraba para obtener millones de dólares de los osage asesinándolos.
«Se trataba de una conspiración en la que participaron médicos ayudando a envenenar a los osage; empleados de funerarias que encubrían los asesinatos; periodistas que se negaron a escribir sobre las muertes; agentes de la ley y el orden que fueron directamente cómplices en las muertes o indiferentes a ellas, porque se trataba de indígenas y al sistema no le importaba», aseguró el autor.
Pero entonces entró a la escena un joven llamado J. Edgar Hoover, quien dirigía una oficina que Grann describe como una «rama oscura» del Departamento de Justicia llamada Buró de Investigaciones.
Y los asesinatos de los osage se convirtieron en el primer caso que dirigía Hoover y la primera investigación importante de asesinato de lo que pronto se llamaría FBI.
«Inicialmente, el FBI enredó las cosas», explicó Grann. «Había un bandido llamado Blackie que acababa de ser liberado de prisión y los investigadores pensaban que lo estaban usando como informante».
«Pero a Blackie lo perdieron de vista, robó un banco y mató a un policía».
«Uno de los sujetos más diabólicos»
Hoover, temiendo un escándalo, entregó el caso a otro investigador, un guardia forestal de Texas llamado Tom White.
«Éste era el inicio de la carrera de Hoover y, aunque parezca difícil creer, se sentía inseguro en su trabajo», explicó el escritor.
«Así que para evitar el escándalo entregó el caso a Tom White, quien organizó un equipo encubierto que incluía al que quizás era el único indígena en el buró».
Los agentes entonces se infiltraron en la región y utilizando sus más modernas técnicas de investigación comenzaron a exponer una de las mayores conspiraciones de la historia de EE.UU.
En la investigación descubrieron a un hombre del que Grann dijo que era «uno de los sujetos más malos y diabólicos que he conocido en todos mis años de reportero».
Era William Hale, un hombre blanco que se había trasladado al territorio osage a principios del siglo XX.
«Había llegado como un hombre que no tenía pasado: nadie sabía de dónde venía, estaba vestido con harapos, viajaba a caballo y no tenía dinero».
«Pero poco a poco se fue volviendo cada vez más poderoso, acumulando tierras y ganado, y pronto llegó a controlar todo el territorio hasta llegar a ser conocido como ‘el rey de las colinas de Osage'», explicó David Grann.
Hale se hizo amigo de los indígenas e incluso su sobrino, Ernest Burkhart, se casó con la indígena Mollie.
Muchos blancos se casaron con miembros de los osage por motivos siniestros. Cuando el gobierno de EE.UU. asignó parcelas de tierra de Oklahoma a los osage, los miembros de la tribu conservaron los derechos a beneficiarse del petróleo, pero estos sólo podían heredarse, no venderse.
Casarse con un osage por la herencia era una forma en la que los blancos podían hacerse con el dinero del petróleo.
Según Grann, «había una naturaleza diabólica particular en estos complots (de asesinato) porque involucraban a personas que se casaban con miembros de familias, fingiendo que los amaban y al mismo tiempo conspirando para matarlos».
«Los controlaba a todos en la comunidad»
La investigación de Grann descubrió muchos asesinatos de miembros de los osage que no fueron investigados y probablemente nunca puedan resolverse.
«Muchos asesinos quedaron libres», explicó Grann, porque el FBI «en realidad no descubrió esta conspiración mucho más profunda y oscura que existía». Los testigos ahora están muertos y los crímenes a menudo no quedaron registrados.
Hale fue declarado culpable de asesinato junto con otros individuos. Fue condenado y enviado a la cárcel. Pero al final fue perdonado.
Según David Grann, muchos pensaron entonces que el perdón «fue un favor que le hicieron sus amigos en la política».
«Se decía que Hale los controlaba a todos en la comunidad, desde el alguacil local, hasta los alcaldes y la oficina del gobernador», explicó el escritor.
«Así, aunque fueron declaradas culpables varias personas de los asesinatos de los osage, la mayoría fueron dejados en libertad».
Al final, señaló el autor, su investigación reveló la frialdad y los prejuicios con que se trataba a las naciones originarias de EE.UU.