Por Redacción
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El presidente Donald Trump puso en duda el futuro de la teocracia gobernante de Irán el domingo, tras un ataque sorpresa en tres instalaciones nucleares del país, contradiciendo las afirmaciones previas de su gobierno que pedían evitar una escalada y reanudar negociaciones.
“No es políticamente correcto usar el término ‘Cambio de Régimen’, pero si el actual Régimen iraní no puede HACER GRANDE A IRÁN OTRA VEZ, ¿por qué no habría un cambio de régimen?”, escribió Trump en Truth Social. “¡MIGA!”
La declaración marcó un contraste con las afirmaciones del secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien más temprano ese mismo día había negado que los bombardeos estuvieran dirigidos a derrocar al gobierno iraní.
“Esta misión no fue y no ha sido sobre un cambio de régimen”, aseguró Hegseth en una rueda de prensa en el Pentágono.
Lo que la administración Trump ha reiterado es que quiere impedir que Irán desarrolle armas nucleares. El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió en Fox News que cualquier intento de represalia o persistencia en el desarrollo nuclear “pondrá al régimen en riesgo”.
La situación global permanece en vilo. Trump lanzó su advertencia tras bombardear el corazón del programa nuclear iraní, un paso que muchos temen podría provocar un conflicto de mayores proporciones o, por el contrario, llevar a una nueva ronda de negociaciones.
Aunque Trump y su equipo han emitido declaraciones contradictorias, altos funcionarios como el vicepresidente JD Vance han sostenido que el ataque representa una oportunidad para reiniciar las conversaciones diplomáticas. “Esto proporciona una oportunidad para reiniciar esta relación… si Irán decide dejar de ser una amenaza, Estados Unidos está dispuesto a escuchar”, dijo Vance.
El general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, detalló que la “Operación Martillo de Medianoche” logró sus objetivos: destruir las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán con daños “extremadamente severos”. Según Hegseth, los bombarderos B-2 ejecutaron la misión sin encontrar resistencia alguna de las defensas iraníes, gracias a tácticas de engaño y señuelos.
Sin embargo, la respuesta iraní es incierta. Teherán tiene varias formas de contraatacar, desde bloquear el Estrecho de Ormuz hasta realizar ciberataques o acelerar su programa nuclear. “Cruzaron una línea roja muy grande”, dijo el canciller iraní Abbas Araghchi, quien calificó los ataques como una “violación flagrante del derecho internacional”.
China, Rusia y Turquía condenaron el ataque. Moscú pidió retomar la vía diplomática y Turquía advirtió sobre un riesgo de conflicto a escala global. El Reino Unido, por su parte, desplegó equipo militar a la región y llamó a evitar más hostilidades.
En medio de la tensión, Trump también se ocupó de la política interna, usando sus redes para criticar al congresista republicano Thomas Massie, quien cuestionó la legalidad del ataque sin aprobación del Congreso.
El gobierno estadounidense insiste en que no busca una guerra. Según Rubio, “no hay operaciones militares planificadas ahora mismo contra Irán, a menos que ellos ataquen primero”.
A pesar del ataque, Irán aún tiene la capacidad de aumentar la presión. El petróleo ha subido un 21% en los mercados en el último mes, y un cierre del Estrecho de Ormuz por parte de Irán podría causar una crisis energética mundial.
La comunidad internacional sigue presionando por la paz. Líderes de Francia, Alemania, Italia, Canadá y Arabia Saudita han pedido una reanudación rápida de las negociaciones, mientras el mundo observa con incertidumbre si este momento marca un punto de ruptura o una oportunidad para evitar una guerra mayor.
