Alíz de la A a la Z

Aliz Ruvalcaba es una periodista radicada en SB, graduada en México y que ha trabajado en medios como Univisión en Estados Unidos.

Al sentarme a escribir estas palabras, me costaba trabajo encontrar exactamente el sentimiento que estaba experimentando, cambiaba constantemente entre felicidad, añoranza, orgullo, dolor, optimismo, y esperanza.

Ya tenía planeado ver la toma de posesión del Presidente Joe Biden y la Vicepresidenta Kamala Harris, pero creo que tenía cierto escepticismo y miedo pensando que algo iba a pasar de último momento, y que habría una desagradable sorpresa como las que me he acostumbrado a tener estos últimos cuatro años.

Esa mañana hubo un cambio de planes en casa y mis peques se quedaron conmigo en casa, así que juntos vimos como se hacía historia.

No pensé que para mí fuera a ser tan impactante y motivo de lágrimas, constantes y con sentimiento, el ver caer un periodo de tanta violencia, discriminación, injusticias y racismo en un acto simbólico como lo fue la transición de poder.

Algo tan simple pero tan profundo, como ver a “JLo” hablando español en el escenario más grande del país ante los ojos de millones, y decirles a mis hijos con lágrimas en los ojos “¡está hablando en español!” fue algo muy impactante.

Ver a Sonia Sotomayor (primera magistrada latina en la Corte suprema de Justicia) tomar el juramento de Harris, primera mujer Vicepresidenta de los Estados Unidos, y no sólo eso, es hija de inmigrantes y es también la primera persona negra-caribeña y de ascendencia india-asiática en alcanzar el segundo cargo más importante del gobierno de este país.

Tener la dicha de ver a mis hijos ser testigos de este cambio fue maravilloso, y no sabía cuánto lo necesitaba hasta que lo estaba viviendo entre lágrimas.

Cuando yo llegué a vivir a este país me tocó únicamente el último año y medio de la presidencia de Bush, ser testigo a distancia de la elección de Barack Obama fue algo maravilloso, y me doy cuenta que viví mis primeros años en este país bajo la burbuja de estar en un país con un presidente negro, vivir en Santa Bárbara para mí, aunaba a ese privilegio escondido de pensar que todo estaba bien.

Cuando tuve la oportunidad de votar por Obama para su re-elección seguía bajo ese encanto y no fue sino hasta la elección de trump, que la realidad del racismo fue tangible y visible en todas las esferas del país, la violencia, desigualdad y racismo estaba a flor de piel, ya no sólo para algunos sino latente para todos aquellos que no entrábamos en la élite de supremacía blanca.

Si algo bueno y que agradezco que dejó la presidencia de Trump fue que él quitó esa venda de los ojos y dejó al descubierto lo que nuestros hermanos y hermanas de la comunidad negra, y la gran mayoría de la comunidad latina experimentaba día a día de manera clandestina.

Gracias a él pudimos darnos cuenta que él solo es el síntoma que refleja la enfermedad tan grande que es este sistema de injusticia que le permitió llegar al poder y quedar impune en tantas ocasiones.

Agradezco ese despertar, que tenía que ser tan abrupto para poder ver la realidad y luchar a más conciencia a buscar una equidad para tod@s, y eso se empieza en casa, con mi familia, amig@s, en la escuela de mis hij@s y en mi comunidad.

 

El despliegue de tanta fuerza y diversidad que se tuvo en el Capitolio el día de la inauguración fue tan contrastante a lo que se vivía apenas hace unas semanas atrás donde, en esas mismas escaleras se derramaba sangre al intentar un golpe de estado lleno de violencia y mentiras.

Ver el arcoíris de colores representado por Hilary Clinton, Nancy Pelosi, la magia y poder de la poetisa y activista Amanda Gorman, la primera dama la Dra. Jill Biden, el carisma y presencia de Michelle y Barack Obama, el aire de esperanza fue tangible.

Una vez más resurge en mí el aire de posibilidad y me emociona ver que el primer comentario de mi hija fue:

“¿mami, cómo puedo hacerle para poder ser asistente de la Vicepresidenta? No quiero esperar a ser mayor de edad, ¿cómo puedo empezar ahorita?”.

El que mi hija pueda ver la oportunidad de verse reflejada en esas mujeres y pensar que puede lograrlo ya es un gran avance que antes era difícil de imaginar.

Creo que no soy la única que puede decir, ya hoy podré ir a la cama más tranquila sabiendo que hay esperanza.

Ahora lo que toca es recargar las pilas porque hay mucho trabajo por hacer.