Editorial

Cuando no nos gusta el juego

Carlos Hernández es el editor de El Latino y un periodista con una amplia experiencia en periodismo. Ha sido corresponsal internacional en Atlanta, Nueva York y California de agencias de noticias como EFE de España y la Associated Press./EL LATINO

No hay sin duda que Estados Unidos es la capital del capitalismo mundial, y algo que ha ayudado al desarrollo en muchas facetas de esta gran nación.

Esta semana recién salió un reporte el cual revelaba que grandes Fondos Financieros de Inversión de Capital extranjera están invirtiendo en propiedades a lo largo y ancho del país, hasta acá todo bien…

Sin embargo esta vez las inversiones en bienes raíces no se centran en el sector comercial como edificios de oficinas, edificios de estacionamientos, centros comerciales, o edificios de fábricas, sino están enfocadas en edificios de apartamentos y propiedades en problema, haciendo que muchas entidades y particulares hayan puesto el grito en el cielo.

Si bien es cierto que con lo carísimo que resulta el costo de la vivienda, sobre todo en estados como el nuestro, esto puede levantar los ánimos de algunos, sin embargo hay un pequeño detalle que se les olvida.

El Capitalismo que ha sido bandera de la libertad, igualdad y prosperidad financiera estadounidense es precisamente lo que conlleva a que firmas extranjeras ahora puedan invertir como cualquier nacional en el sector de bienes raíces.

También se les olvida que ese modus operandis de estos consorcios financieros, ha estado presente por décadas en la mayor parte del mundo.

Sino, recordemos como en Latinoamérica los fondos de inversión extranjeros llegan y compran industrias como la telefónica, la eléctrica, las de transporte, la minería, etc., que dejan de pertenecer al estado para ser privatizadas.

Dejan de ser propiedad del pueblo y se convierten en empresas multinacionales donde toda la ganancia va a parar al extranjero.

Lo irónico de esto, es que muchas entidades estadounidenses han tomado parte de este juego, y se han apropiado de patrimonios en otras naciones, otra cosa es que ahora el ciudadano común y corriente este siendo afectado y esté sorprendido de dichas tácticas.

No lo apoyo pero tampoco lo crítico, porque estos han sido métodos usados desde que el capitalismo existe, habiendo tomado mayor auge durante la última parte de los 90 cuando se dio la globalización.

Esto es lo mismo pero a menor escala, como cuando muchos de los inmigrantes tienen la oportunidad de trabajar en EEUU, y luego gracias al poder económico que les da ganar dólares en una economía primer mundista se les hace muy fácil adquirir sus terrenos y propiedades en sus países de origen y sin mayor oposición de los compradores locales, gracias a al poder adquisitivo alto con el que ahora cuentan.

Si bien puede que no nos guste tampoco es motivo para estar criticando al gobierno, puesto que el capitalismo y la apertura mercantil o de mercados, ha existido desde hace más de 100 años.

Por el contrario lo que vemos es un capitalismo abierto e igualitario, otra cosa es que no les guste que un extranjero con más dinero venga y compita por las propiedades que a muchos les gustaría comprar o alquilar.

Lamentablemente y por si acaso muchos no se habían dado cuenta, esto no parará y cada día veremos mayor inversión extranjera en EEUU.

Al fin y al cabo es ese capitalismo que permite trabajar tiempo extra, comprar lo que se antoje, gastar cuando y cómo se quiera en este país.

Algo que si es un aspecto negativo es que los que siempre resultan más afectados son los más vulnerables y en este caso las comunidades de menos recursos económicos.

Pero esto se puede mitigar si las organizaciones que supuestamente luchan por los derechos de los inquilinos, se movilicen y logren por fin que los funcionarios pasen un control de renta en las ciudades de la Costa Central.

Esa será la única manera de protegerles, porque lamentarse el oponerse a que capital extranjero invierta en el país es sin sentido e hipócrita.

Como dice un dicho muy conocido en inglés, “No odies al jugador, odia al juego”, y en este caso el juego es ese capitalismo que tanto beneficia a mucho y que tanto aman.

No vale la pena aferrarse al resentimiento económico ni caer en lamentaciones.