
Por Redacción
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La Armada de Estados Unidos ha desplegado al destructor USS Gravely en aguas cercanas a la frontera con México, en medio de una creciente crisis migratoria y tensiones comerciales en la región.
El despliegue, anunciado por el Comando Norte de EE.UU., forma parte de un esfuerzo coordinado con la Guardia Costera para reforzar la seguridad y vigilar el tráfico ilícito en la zona.
El USS Gravely, un destructor clase Arleigh Burke, cuenta con sistemas de misiles guiados y una tripulación de más de 300 marineros. Además, lleva a bordo personal de la Guardia Costera especializado en misiones contra el narcotráfico, terrorismo y control migratorio.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que el buque estadounidense operará exclusivamente en aguas internacionales y que su despliegue fue comunicado previamente al gobierno mexicano.
Segundo buque se suma a la misión
Este jueves, un funcionario estadounidense informó que un segundo destructor de la Armada será enviado a la frontera sur en los próximos días. Aunque las operaciones contra el narcotráfico en el mar Caribe son habituales, la presencia simultánea de dos buques de guerra en esta región es inusual y refleja un aumento en la militarización de la frontera.
El USS Gravely partió desde la base naval de Yorktown, Virginia, pero aún no se ha especificado desde dónde zarpará la segunda embarcación. La base de la Flota del Pacífico en San Diego, ubicada a pocos kilómetros de la frontera con México, podría ser un punto de partida estratégico para este nuevo despliegue.
Las autoridades estadounidenses han justificado la medida como parte de un esfuerzo para reforzar la seguridad fronteriza y frenar actividades ilícitas en la región. Sin embargo, el uso de buques de guerra en este contexto ha generado debate sobre la militarización de la política migratoria y el impacto en las relaciones con México.
¿Por qué se envían buques de guerra a la frontera?
Aunque el USS Gravely y su próximo acompañante son buques diseñados para el combate naval, la Armada de EE.UU. ha utilizado estos destructores en misiones de vigilancia y patrullaje en aguas internacionales. En noviembre de 2023, el USS Farragut, otro buque clase Arleigh Burke, confiscó más de una tonelada de cocaína y detuvo a 12 personas en una operación contra el narcotráfico en el Caribe.
En la frontera sur, estos buques podrían desempeñar un papel similar, brindando apoyo logístico y tecnológico a la Guardia Costera en la intercepción de embarcaciones sospechosas. Sin embargo, su presencia también plantea interrogantes sobre el alcance de su misión y si su participación podría extenderse a tareas de control migratorio.
Dentro del territorio estadounidense, la ley Posse Comitatus prohíbe que las Fuerzas Armadas realicen labores policiales sobre civiles, salvo en circunstancias excepcionales. En aguas internacionales, la legalidad de estas operaciones se rige por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, aunque en la práctica depende del poder y la influencia de cada país.
La presencia de la Armada en el Caribe y Sudamérica ha sido más común dentro del área de responsabilidad del Comando Sur de EE.UU. No obstante, en el Comando Norte, que cubre Estados Unidos, Canadá y México, estos despliegues son menos frecuentes y suponen un cambio en la estrategia de seguridad fronteriza del Gobierno de Donald Trump.
Implicaciones políticas y comerciales
El despliegue de buques de guerra coincide con una escalada en las tensiones entre EE.UU. y México por las políticas migratorias de Trump y las amenazas de nuevos aranceles para combatir el comercio de drogas ilícitas. Estas medidas han generado preocupación en el gobierno mexicano, que busca evitar una crisis diplomática y económica con su principal socio comercial.
Además, el contexto electoral en EE.UU. ha convertido la seguridad fronteriza en un tema central del debate político. El uso de recursos militares para reforzar la frontera podría fortalecer la imagen de Trump ante su base electoral, pero también generar críticas por la militarización de un problema que muchos consideran de carácter humanitario.
Mientras tanto, la comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos en la frontera sur de EE.UU., evaluando el impacto de estas medidas en la estabilidad regional y el respeto a los derechos humanos.
Por ahora, el rol exacto que desempeñarán el USS Gravely y el segundo destructor en esta creciente crisis sigue siendo incierto.