Por Redacción
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El huracán Melissa dejó un rastro de destrucción en Jamaica, afectando gravemente a pescadores y agricultores que dependen de su trabajo diario para sobrevivir. Con vientos de hasta 298 km/h (185 mph), el ciclón se cobró al menos 28 vidas, arrasó hogares y dañó la infraestructura pública, dejando a comunidades enteras sin medios de sustento.
Prince Davis, pescador de la localidad costera de White House, en la parroquia de Westmoreland, perdió casi todo. Su barco de 15 metros sufrió un agujero en la popa y su casa quedó sin techo. Desde Nicaragua, donde buscaba nuevos clientes, recibió la noticia por WhatsApp. “Va a ser muy difícil”, dijo. “Con el daño ahora, nadie comprará productos”.
A pocos kilómetros, en Amity, el agricultor Denver Thorpe perdió seis hectáreas de árboles de mango y dos invernaderos. “No hay absolutamente nada”, lamentó Thorpe, también gerente regional de la Sociedad Agrícola de Jamaica.
Las autoridades aún elaboran un balance oficial, pero los expertos ya anticipan que la destrucción afectará a decenas de miles de productores. La directora regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Lola Castro, advirtió que el impacto también alcanzará a pequeños agricultores de Cuba y Haití. “Todos los cultivos que estaban en el camino del huracán han sido dañados”, afirmó.
El golpe llega apenas 15 meses después del paso del huracán Beryl, que destruyó cultivos y embarcaciones por más de 4.700 millones de dólares jamaicanos (unos 29 millones de dólares). “Estábamos a punto de recuperarnos”, comentó Thorpe.
Una economía rural al borde del colapso

Jamaica cuenta con más de 200.000 agricultores que cultivan productos como plátanos, cacao, melón y café. Alrededor del 80% son pequeños productores que trabajan dos hectáreas o menos, según Donovan Campbell, profesor de geografía de la Universidad de las Indias Occidentales. “La pesca y la agricultura a pequeña escala son el sustento de los más vulnerables”, explicó.
El Ministerio de Agricultura había instado a los pescadores a proteger sus equipos y a los agricultores a cosechar lo posible antes del impacto, pero la magnitud de la tormenta superó toda previsión. La parroquia de St. Elizabeth, conocida como el “granero de Jamaica”, quedó bajo el agua, afectando a más de 35.000 trabajadores del campo y del mar.
Davis señaló que la falta de electricidad agrava la situación. “Sin hielo no podemos conservar el pescado, y los clientes no compran lo que no pueden mantener frío”, dijo. Además, la caída del turismo ha reducido la demanda, una combinación que pone en jaque a quienes viven al día.
Las mujeres productoras enfrentan un panorama aún más difícil. Muchas son jefas de hogar que dependen de lo que cultivan o pescan para mantener a sus hijos. “Ese pequeño ingreso diario sostiene sus casas, sus familias, sus escuelas”, recordó Campbell.
Haití y Cuba enfrentan crisis agravadas
El huracán Melissa también golpeó con fuerza a Haití y Cuba. En el sur haitiano, las lluvias torrenciales y los deslaves dejaron al menos 31 muertos. El PMA expresó preocupación por las mujeres productoras del país, que solían vender alimentos al programa de comedores escolares. “Es posible que tengamos que importar productos si las cosechas locales se perdieron”, dijo Castro.
En Cuba, aunque las evacuaciones masivas evitaron víctimas mortales, los daños en cultivos básicos como maíz, yuca y plátano profundizan la escasez alimentaria. El país, que gasta unos 2.000 millones de dólares anuales en importaciones de comida, enfrenta ahora un nuevo reto para alimentar a su población. Aun así, las intensas lluvias ayudaron a llenar embalses tras una prolongada sequía, una de las pocas noticias positivas que dejó el ciclón.
Los esfuerzos de asistencia humanitaria avanzan en fases. Por ahora, las autoridades y organizaciones internacionales se concentran en proporcionar refugio, agua potable, alimentos y atención médica. En las próximas semanas, la prioridad será entregar efectivo, semillas y equipos para que los pequeños productores puedan reiniciar su trabajo.
El gobierno jamaicano mantiene fondos de reserva, seguros paramétricos y bonos de catástrofe para emergencias, pero los expertos advierten que la ayuda podría tardar en llegar. “Puede pasar mucho tiempo antes de que esos recursos alcancen a los pequeños agricultores”, advirtió Campbell.
Mientras tanto, Prince Davis busca un vuelo de regreso a Jamaica para reparar su barco y su hogar. “Mi preocupación es cuándo volverá la economía a la normalidad”, dijo con resignación. “Todos estamos recogiendo los pedazos”.
